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«He visto morir en la UCI a jóvenes con 22 kilos, sólo hueso y piel, convencidas de que les sobraba peso»

Abc.es 
Los trastornos de la conducta alimentaria no se limitan a la anorexia y la bulimia, sino que incluyen muchas condiciones que afectan tanto a la relación con la comida como a la percepción del propio cuerpo y cada uno tiene sus características distintas», explica Mónica Marazuela , académica de número de Endocrinología, Metabolismo y Nutrición de la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME), con motivo del Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) que se celebra este sábado 30 de noviembre. La mayoría de los casos de TCA se diagnostican en mujeres, que representan aproximadamente el 85-90% de los casos de trastorno por atracón, anorexia y bulimia , «aunque se ha observado un aumento significativo de la prevalencia entre hombres», reconoce. «El trastorno por atracón es el más frecuente porque afecta hasta un 3% de la población y puede contribuir al desarrollo de la obesidad, aunque la que conlleva un mayor riesgo de mortalidad es la anorexia nerviosa, seguida de la bulimia nerviosa», afirma Marazuela, que también es jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital de la Princesa y catedrática de Endocrinología y Nutrición de la Universidad Autónoma de Madrid. De hecho, añade Celso Arango , académico de número de Psicología de la RANME, «los TCA pueden cronificarse y ser incluso letales, porque una de cada diez personas con un trastorno como la anorexia de tipo restrictivo va a perder la vida como consecuencia de esta grave enfermedad». «He visto morir a pacientes en la UCI después de muchos años con un trastorno de conducta alimentaria de tipo restrictivo, con 22 ó 23 kilos que son hueso y piel, y que siguen estando absolutamente convencidas de que les sobra peso de los glúteos, las piernas o los brazos. Esto se debe a que no solamente tienen miedo patológico a la ganancia de peso, sino que también sufren una distorsión cognitiva de su imagen y una incapacidad para percibir su cuerpo de forma objetiva», lamenta Arango. «Otro aspecto a destacar es que cada vez observamos más menores entre 6 y 11 años con TCA, cuando antes aparecían a partir de los 12 años; en este tipo de enfermedad, cuanto antes aparecen, mejor pronóstico tienen, pero si no se tratan a tiempo, en el caso de las niñas ni siquiera van a poder tener su primera regla», revela este experto que también es director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental y jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y Adolescente del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid. Por otra parte, lo que está aumentando entre los chicos es la vigorexia. «No es un TCA per se, es una variante, pero sí que es una distorsión de la imagen corporal y que provoca una obsesión por tener un cuerpo 'culturista', ellos no quieren estar delgados, sino muy fuertes, y todo gira en torno a esto, se convierte en una adicción al gimnasio», explica Arango. ¿Cómo aparecen los TCA? «Suelen ser personas perfeccionistas, meticulosas, obsesivas, autopunitivas, autoexigentes, rígidas… y quizás el detonante sea tener un poco de sobrepeso y que sufran acoso escolar porque los insultan con algún nombre despectivo en relación a su peso o, simplemente, en otros casos, sufren algún virus o infección que les hace perder peso y se dan cuenta de que lo pueden controlar con su ingesta, van perdiendo cada vez más hasta que se les va de las manos y aparece el miedo patológico a ganar peso y sufren una distorsión cognitiva», cuenta este académico, quien recuerda que los TCA van asociados a una serie de enfermedades sistémicas, arritmias cardíacas, problemas hormonales y de todos los órganos (tiroides, hígado, riñones, etc.), que acaban causando ese 10% de fallecimientos. Mantener una buena relación con la comida es esencial para prevenir y tratar los TCA. «Para lograr una relación saludable con la comida se recomienda mantener una dieta equilibrada y variada, comer de forma consciente disfrutando de lo que se come, sin prisas ni culpas, evitar dietas muy restrictivas y aprender a escuchar las señales de hambre y saciedad del cuerpo», asegura Marazuela, quien destaca que «aceptar el cuerpo tal como es y evitar compararse constantemente con los demás es esencial». «Los pacientes con TCA van a precisar la ayuda de distintos profesionales para realizar una combinación de terapia psicológica, asesoramiento nutricional, intervención médica para prevenir y tratar posibles complicaciones sobre todo en TCA graves, tratamientos en grupos de apoyo y, en algunos casos, fármacos que les ayuden a establecer una relación sana entre la comida y el cuerpo», puntualiza. Asimismo, Arango aboga por un « aprendizaje socio-emocional en las escuelas donde se haga énfasis en los valores que tengan que ver con la persona, no con lo que aparenta ser ni cómo es vista por los demás». «El problema es que muchos adolescentes se obsesionan con lo que puedan pensar los demás de ellos en relación a su físico o por los likes que tienen en redes sociales, no son capaces de valorarse por su inteligencia, su bondad, sus aptitudes y valores, sino que se quedan en el aspecto superficial», relata este psiquiatra. Y continúa: «Yo le pregunto a muchas de mis pacientes chicas que tienen TCA: ¿cómo te gustaría que fuera tu pareja? ¿muy delgada o buena persona? ¿muy delgada o inteligente? ¿muy delgada o con sentido del humor? Y siempre me contestan lo segundo. A lo que yo les respondo: ¿Y por qué crees tú que a ti te van a valorar por lo contrario de lo que tú valoras a los demás?». «Esta prevención primaria universal basada en valores y en ayudar a los adolescentes a que cuenten con una buena autoestima es el futuro para reducir la prevalencia de los TCA que han aumentado significativamente tras la pandemia, sin olvidar nunca la importancia de involucrar siempre a las familias», concluye Arango.

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