EE. UU.: un gobierno para, por y con los multimillonarios
Antes de que se conocieran los resultados de los comicios del 5 de noviembre en Estados Unidos, sin tapujos lo dijo Larry Flink, director ejecutivo (CEO) de Black Rock, la gestora de fondos de inversión más grande del mundo: Realmente no importa quién gane las elecciones presidenciales, Donald Trump o Kamala Harris, ambos serán buenos para Wall Street, en Black Rock, «trabajamos con ambas administraciones y estamos manteniendo conversaciones con ambos candidatos».
Así ha sucedido siempre en Estados Unidos, pero en los tiempos más recientes millonarios y multimillonarios no solo se empeñan en ser donantes de las campañas electorales, esa compraventa de favores sine qua non en la política del imperio; parece que también quieren ser partícipes en la salvaguarda de sus intereses desde cargos clave en el Gobierno y, mientras más cerca de la decisora Casa Blanca, mejor.
Una mirada al gabinete nominado por el presidente electo Donald Trump —él mismo parte de la élite millonaria— da fe de esta aseveración.
Cuando pronunció su discurso de victoria, hizo reconocimiento a quien más de cerca le apoyó, Elon Musk, designado ya —junto al también multimillonario Vivek Ramaswamy— al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental, que todo hace indicar que tendrá poderes máximos para, en palabras del propio Trump, «impulsar una reforma estructural a gran escala y crear un enfoque empresarial».
Ellos «allanarán el camino para que mi administración desmantele la burocracia gubernamental, recorte las regulaciones excesivas y los gastos innecesarios, y restructure las agencias federales».
En ese primer encuentro triunfal en la Florida, de la multitud salieron gritos de «Elon, Elon, Elon» y Trump dijo: «Oh, sí. Tenemos una nueva estrella. Ha nacido una estrella: Elon», y dicen que dedicó cuatro minutos para alabar a la persona más rica del mundo.
Elon Musk, el viernes 22 de noviembre se hizo aún más rico, alcanzando una fortuna récord de 347 800 millones de dólares, según Bloomberg. Ramaswamy, que aspiró a la candidatura presidencial republicana y se autocalifica como «un empresario, no un político», estaba en el umbral de los 1 000 millones de dólares en julio de 2023, para ser uno de los 20 multimillonarios jóvenes de Estados Unidos.
Los opulentos en puestos de mando
La siguiente cifra es como para cortar la respiración a cualquiera y está considerada ganancia aportada por la elección de Donald Trump. Según commondreams.org, un análisis publicado por American for Tax Fairness (ATF) citando datos de Forbes reporta que la hacienda neta colectiva de los 815 multimillonarios de Estados Unidos aumentó en 276 000 millones de dólares entre el día previo a la elección y el 12 de noviembre.
El 20 por ciento de esa suma lo obtuvo Elon Musk, cuyo patrimonio neto aumentó en 57 000 millones de dólares en solo una semana. Y esta no es la única dádiva, pues ahora van por más, la reducción de impuestos que el Congreso republicano les otorgue.
Cito un artículo de Jake Johson en commondreams.org: «Entre las dádivas fiscales que el partido Republicano espera ofrecer a los plutócratas de Estados Unidos se encuentra un debilitamiento o eliminación del impuesto a las herencias, el único freno del Gobierno federal a la riqueza dinástica, citó ATF.
«Como prueba de la intención del partido, la nueva mayoría republicana en el Senado de Estados Unidos ha elegido como su próximo líder al principal defensor de la derogación del impuesto a las herencias en la cámara, John Thune (Republicano de Dakota del Sur)».
Ahí llegarían Musk y Ramaswamy a recomendar el recorte de los gastos del Estado para paliar esa entrada, pues si se elimina ese solo impuesto a las herencias los multimillonarios se ahorrarán una tajada billonaria, pero alguien tiene que sufrir y entran en el escenario servicios públicos vitales como Medicare, los cuidados infantiles, la educación y la vivienda.
Sin embargo, no se prevén problemas, pues otros dos millonarios estarán al frente de Salud y Educación, Robert F. Kennedy Jr., un «pobrecito» entre los Kennedy y en el gabinete Trump, con apenas 15 millones de dólares, pero un conspirador antivacunas empedernido, y Linda McMahon, de la cual damos un dato retrospectivo: se postuló sin éxito dos veces para el Senado de EE.UU. en Connecticut, autofinanciándose sus campañas, en las cuales gastó 50,1 millones en 2010 y 48,7 millones en 2012, según Open Secrets. Y puede, porque su fortuna está calculada en 3 200 millones de dólares en 2024.
Para liderar la Secretaría de Comercio —que pondrá en práctica el deseo de Trump y el suyo propio: «queremos más y más aranceles para los productos extranjeros», de China y hasta de países aliados, para que así paguen el presupuesto estadounidense— nombró a Howard Lutnick, jefe del banco inversionista Cantor Fitzgerald, un entusiasta de las criptomonedas que cuenta con 2 200 millones de dólares como fortuna personal.
Scott Bessent estaba dispuesto a formar parte del equipo Trump «ya sea desde dentro o desde afuera». El reconocido como multimillonario —aunque su riqueza personal no es pública, pero es el administrador de Hedge Funds y fue socio del Soros Fund Management y fundador del Key Square Group, una firma global de macroinversión— está «dentro»: será el secretario del Tesoro y aún antes ya había prometido un importante reajuste económico internacional.
Hay millonarios chiquitos
Ya mencionamos al Kennedy que no es aceptado por su clan demócrata. Hay otros que también están destinados a formar parte de la élite administrativa trumpista que tomará posesión en enero si son certificados por el Senado de EE. UU., donde la mayoría son republicanos.
Christopher Allen Wright es presidente y director ejecutivo de Liberty Energy, y ni piense usted que puede haber conflicto de intereses, él será el secretario de Energía, para —al decir de Trump— «reducir la burocracia» y estimular las inversiones en combustibles fósiles. En noviembre de este 2024 el ingeniero y magnate, quien asegura que «no hay una crisis climática y tampoco estamos en medio de una transición energética», poseía aproximadamente 46,8 millones en acciones de Liberty, la segunda empresa de facturación hidráulica más grande de Norteamérica, el muy criticado fracking, el proceso altamente contaminante de extracción de petróleo y gas en los yacimientos de esquisto. También es miembro del directorio de Oklo Inc., una empresa de tecnología nuclear, y de EMX Royalty, dedicada a pago de regalías por derechos minerales y mineros.
El Doctor Mehmet Oz, elegido para ocupar el cargo de Administrador de los servicios de salud Medicare y Medicaid, resulta muy conocido y hasta popular, pues este cirujano cardiotorácico y profesor de la Universidad de Columbia es un personaje diario en la televisión, con su programa centrado en temas médicos y de salud personal que, para muchos en la comunidad científico-médica estadounidense e internacional, promueve consejos no científicos y la seudociencia. En 2014, el British Medical Journal examinó más de 400 recomendaciones médicas o de salud de 40 episodios de su programa y descubrió que solo 46% de sus afirmaciones estaban respaldadas por investigaciones acreditadas, mientras 15% contradecían la investigación médica y el resto de los consejos de Oz eran banalidades vagas o no respaldadas por la investigación. Su patrimonio neto es de hasta 315 millones de dólares.
El gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum, cuya riqueza está vinculada en gran medida a la venta de la empresa de software Great Plains por 1 100 millones de dólares, también destaca como partidario de las extracciones de petróleo y gas mediante el fracking, y fue seleccionado para servir como secretario del Interior, el departamento encargado de gestionar las tierras y recursos naturales de Estados Unidos. Democracy Now recordaba que en 2017, Burgum ordenó el desalojo de un campamento de resistencia establecido por defensores del agua de la tribu Lakota que se oponían a la construcción del oleoducto Dakota Access.
Visto este segmento de la lista de los escogidos, resulta oportuno invocar a la senadora Elizabeth Warren: «la lucha fiscal comienza ahora», y se pregunta: «¿Firmaremos nuestros nombres en más obsequios a los amigos multimillonarios del presidente electo Trump, o lucharemos por la justicia fiscal para el pueblo estadounidense?», lo que a decir verdad no es precisamente el interés de muchos de sus correligionarios demócratas…
Siempre tan precisa en su visión para los calificativos, mi abuela Rosario, ante esta invasión de empresarios multimillonarios en el mismísimo gobierno del próximo Presidente, hubiera dicho que ellos siguen el dicho popular: «el ojo del amo engorda el caballo».