La solidaridad de Cruz Roja durante la DANA vence al odio de los bulos
Lamentablemente, en el mundo y en la España actual, hay cada vez más polarización y crispación. Tienes que ser de izquierdas o de derechas, del Barça o del Real Madrid e incluso de David Broncano o de Pablo Motos. Una serie de disyuntivas a las que nos vemos abocados, cada vez más, en un panorama plagado de bulos, noticias falsas o interesadas. Una espiral de odio que, con una fuerza parecida a la de la DANA que ha arrasado algunos lugares de Castilla-La Mancha y sobre todo de Valencia, ha puesto en el punto de mira a Cruz Roja Española. Esta histórica organización ha sido y es aún víctima de ataques furibundos provenientes de algunos odiadores que plagan las redes sociales , algunos diarios digitales ligados a formaciones políticas de ultraderecha e incluso por parte de algunos telepredicadores de la infamia que aprovechan los medios de comunicación convencionales para volcar malintencionadamente sus culpas. En las últimas semanas, a diario y desde el primer momento de la tragedia, han sido numerosas las publicaciones en diferentes foros de internet, obra de personas anónimas o con perfiles falsos que acusaban, sin pruebas y sin escrúpulos, a Cruz Roja de «forrarse con la DANA» o de «ayudar a inmigrantes pero no a los damnificados» , entre otras mentiras. Mensajes de este tipo son los que dirigen, desde hace tiempo, contra otras organizaciones como la Agencia Española de Meteorología (Aemet), también protagonista durante el temporal, o contra cualquier entidad que haga tambalear los pilares del negacionismo del que hacen gala, ya sea del cambio climático, de la violencia machista, de las vacunas o de otro tipo. Una situación que no ha pasado desapercibida para los responsables y voluntarios de Cruz Roja en Castilla-La Mancha, muchos de los cuales han dedicado buena parte de su tiempo libre en las últimas semanas para ayudar a los afectados por la DANA de manera altruista, siendo incluso los primeros en reestablecer las comunicaciones por teléfono e internet, de lo que fue testigo in situ nuestro compañero Manuel Moreno como enviado especial a Letur (Albacete). Ejemplo de ello han sido Gonzalo y Ana, que no dudaron en desplazarse a los lugares arrasados por las riadas para colaborar en lo que fuera necesario, al igual que hicieron un buen número de integrantes de los equipos de emergencia de la organización que estuvieron en Mira (Cuenca) -con 17 personas-, en Letur -con 86- y en diferentes puntos de Valencia -con 75-. Gonzalo Fernández Cid es un trabajador social de 31 años que vive en Mora (Toledo) y desde los 13 años es voluntario de Cruz Roja dentro su sección juvenil . Fue en 2006 cuando, animado por unos amigos del pueblo, comenzó a colaborar con las actividades infantiles de la ludoteca municipal, que por aquel entonces gestionaba la organización. «Desde siempre me ha gustado ayudar y jugar con los niños, especialmente los que más lo necesitan», afirma a ABC este joven moracho, que cree que «la ayuda a la infancia es básica, ya que sufren una doble vulnerabilidad, como se ha podido ver durante la DANA en Valencia». Algo que ha podido comprobar de primera mano, pues ejerció desde el 18 al 22 de noviembre como jefe de uno de los ESIE (Equipos de sensibilización e información ante emergencias) de Cruz Roja que se desplazó a Valencia , en concreto a Algemesí y Burjassot, dos de los municipios más afectados por las riadas. «Lo desolador fue, justo al llegar, ver la dimensión del desastre, con coches amontonados, edificios destruidos y, sobre todo, la preocupación de mucha gente», comenta (este voluntario, que ya había colaborado anteriormente en otros episodios, como en el recibimiento en 2021 de los refugiados afganos que llegaron a la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), tras la retirada del ejército de Estados Unidos de ese país y el ascenso de los talibanes). En su caso, destaca la «situación anómala» vivida por los más pequeños en Valencia porque, «al no tener colegio ni una rutina diaria, el juego y el entretenimiento ha sido algo así como su tabla de salvación para mantener su bienestar emocional». Al final, su objetivo, según cuenta, es «alejar a los niños de la tragedia y que estuvieran cerca de su familia y amigos en un espacio de crecimiento y desarrollo integral», cuenta Gonzalo, que de todos esos momentos se lleva un recuerdo muy vívido, que es el detalle de una niña muy pequeña que les entregó una carta de agradecimiento que les había escrito. La capacidad de ayudar a los demás fue lo que llevó igualmente a Ana Escudero Alcántara a enrolarse en el voluntariado de Cruz Roja , algo en lo que lleva involucrada desde hace unos cinco años. Esta madrileña de 55 años, «toledana de adopción y conquense de corazón», como ella misma se define, comenzó a participar de forma activa en 2021 a raíz del temporal Filomena, que también afectó a buena parte de Castilla-La Mancha. Esta ingeniera técnica forestal y funcionaria de la Consejería de Desarrollo Sostenible en Toledo colaboró posteriormente, a finales de 2021, en un ERIE (Equipo de respuesta inmediata en emergencias) de atención psicosocial que Cruz Roja movilizó tras la erupción del volcán de La Palma. De hecho, por su perfil profesional, ha pertenecido también a la Dirección General de Protección Ciudadana del Gobierno autonómico y ha participado en campañas de extinción de incendios. Por toda esa experiencia acumulada y porque dispone de más tiempo libre, pues sus hijas ya son mayores, Ana no lo dudó ni un momento cuando se dio la posibilidad de ir a echar una mano en las zonas más damnificadas por la DANA. En primer lugar, estuvo en el ERIE psicosocial acompañando emocionalmente, junto con una psicóloga de Cruz Roja de Toledo, a los afectados por la riada en Letur del 4 al 6 de noviembre y, a continuación, del 8 al 12 de noviembre, se desplazó a Algemesí (Valencia) , donde desempeñó la misma función. «Uno nunca está preparado para ver lo que se va a encontrar en una emergencia», asegura esta voluntaria, que dice que lo que más le impactó fueron «las caras de abatimiento de personas que casi lo habían perdido todo, incluso que estaban buscando a sus familiares desaparecidos». Para hacer frente a esas situaciones, explica, «lo que hay que hacer es abstraerse para poder hacer bien tu trabajo y comenzar a ayudarles». Todo ello, pese a que, según indica, en alguna situación en Algemesí les grabaron y recibieron insultos de unos pocos indeseables. «Es difícil gestionar tanta tragedia, pero lo que intentas -señala- es transmitirles tranquilidad y que ellos descarguen su dolor y su sufrimiento. Al final con lo que te quedas es con los abrazos y con el agradecimiento de la gente que, a pesar de estar pasándolo mal, siempre tiene una sonrisa como recompensa».