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Los ricos de Catalunya eluden un tercio del impuesto de sucesiones transfiriendo patrimonio a sociedades familiares

Una investigadora del Banco de España, Isabel Micó-Millán, desvela que el 0,5% de las personas más ricas de la Comunidad Autónoma hacen aportaciones de capital a "empresas familiares" antes de su muerte para pagar menos impuestos

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Una investigadora del Banco de España, Isabel Micó-Millán, ha descubierto que el 0,5% de las personas más ricas de Catalunya hacen aportaciones de capital a “empresas familiares” antes de su muerte para que sus herederos paguen menos impuestos. Se trata de “una estrategia de mínimización de la carga fiscal” —según señala Micó-Millán— con la que los más ricos [con herencias imponibles superiores a 2 millones de euros] consiguen eludir en total cerca de un tercio del tributo de sucesiones y donaciones. Unos 120 millones cada ejercicio fiscal desde 2014.

Este impuesto es uno de los cedidos por el Estado central a las Comunidades Autónomas del régimen común (todas menos Euskadi y Navarra, que tienen régimenes forales), junto a patrimonio o el 50% del IRPF (impuesto sobre la renta de las personas físicas), entre otros menos importantes.

La investigadora ha elegido el ejemplo de Catalunya para analizar el tributo de sucesiones y donaciones porque, en 2014, el Govern de la Generalitat realizó “una importante reforma” que eliminó parte de las exenciones que se habían establecido algunos años antes, principalmente a los más ricos, y que se mantienen o se han introducido recientemente en otras Comunidades, como en Madrid o en Andalucía.

“Después de la reforma, los descendientes heredan sustancialmente más riqueza a través de activos fiscalmente favorecidos”, afirma Micó-Millán en su investigación, publicada este martes. “Este efecto viene explicado por la reacción de los descendientes en el top 0,5% de la distribución [de la riqueza], cuya composición de herencias experimenta un fuerte giro hacia participaciones en empresas familiares”, observa este experta.

“Este cambio en la composición de las herencias es consistente con transferencias de patrimonio, por parte de los ascendientes, a empresas familiares como aportaciones de capital antes de su muerte”, prosigue. “Mis estimaciones sugieren que, debido la reclasificación del patrimonio privado en activos empresariales vía empresa familiar, Catalunya deja de percibir anualmente ingresos equivalentes a un 27% [120 millones cada año] de la recaudación de este impuesto [el de sucesiones y donaciones]”, incide.

Estos mismo cálculos apuntan a que los más ricos eluden 300.000 euros de media. Las transferencias de activos personales a sociedades familiares por parte de los empresarios pueden adoptar diferentes formas operativas. En primer lugar, los empresarios pueden añadir activos a sus sociedades como capital desembolsado. En este caso, las empresas emiten nuevas acciones que los accionistas reciben a cambio de sus aportaciones de capital. En segundo lugar, también pueden añadir activos reales, como edificios o vehículos, como capital operativo siempre que el uso de estos activos pueda vincularse a las actividades económicas de la empresa . En tercer lugar, los empresarios siempre pueden vender cualquier activo a sus sociedades.

Según asegura Micó-Millán, las transferencias en forma de capital son las más comunes, porque están exentas“del impuesto sobre las plusvalías y, a diferencia de lo que ocurre con los activos reales relacionados con la actividad empresarial, no es necesario justificar o vincular el uso de estos activos a la actividad empresarial de la empresa”.

La recaudación roza los 1.000 millones en Catalunya y es de apenas 500 millones en Madrid

El impuesto de sucesiones y donaciones recaudó algo menos de 300 millones en 2013, su mínimo desde 2002, y desde 2014 ha crecido: desde los 312 millones de aquel año a los 951 millones de 2023. 833 millones solo en sucesiones, sin sumar el tributo de las donaciones. Según la investigación de Micó-Millá, esta última cifra debería superar los 1.000 millones, aproximadamente, si los más ricos no eludieran parte de lo que tienen que pagar aprovechando las ventajas de las empresas familiares.



Sin tener en cuenta estas vías de elusión, en los Presupuestos de 2023, la Generalitat calculó unos beneficios fiscales de 1.500 millones. Es decir, por cada euro ingresado en el impuesto de sucesiones, se pierden dos euros en Catalunya. Los beneficios fiscales en la Comunidad de Madrid en este mismo tributo se acercan a los 4.000 millones, mientras que recauda cerca de 500, elevando la ratio a ocho veces. En Andalucía, los Presupuestos autonómicos apuntaban a que por cada euro ingresado se bonifcarían cuatro euros en 2023.

De nuevo en Catalunya, “el fuerte y oportuno [desde la reforma de 2014] cambio en la composición de las transferencias de riqueza hacia activos de empresas familiares sugiere que éstas pueden utilizarse fácilmente como vehículos de evasión fiscal con consecuencias fiscales no despreciables”, continúa la experta del Banco de España.

“El tratamiento preferente de los activos empresariales para apoyar la sucesión de empresas familiares es recurrente en la mayoría de los países que aplican un impuesto de sucesiones. El argumento habitual es que gravar fuertemente la sucesión empresarial puede poner en riesgo la liquidez de las empresas y, por tanto, afectar negativamente al empleo y al crecimiento”, relata.

En su opinión, “aunque la tributación de las sucesiones puede afectar a la liquidez de las empresas en el momento de la sucesión, no se puede pasar por alto que la introducción de una tributación preferente de las empresas familiares incentiva a los ricos a invertir en ellas. [...] A que las utilicen como vehículos para eludir el impuesto de sucesiones”, insiste la investigadora.

“Los resultados de este trabajo [la investigación publicada por el Banco de España] arrojan luz sobre la agudeza y la rapidez con que los particulares ricos lo hacen. Esto no sólo puede generar consecuencias adversas para los ingresos fiscales, sino que puede perjudicar la progresividad de un impuesto que suele considerarse una herramienta para promover la movilidad social”, concluye.

Solo uno de cada cuatro catalanes que heredan paga el impuesto de sucesiones

Las cifras oficiales del Departamento de Economía de la Generalitat demuestran que de los 136.000 catalanes que tuvieron que pagar sucesiones por haber recibido una herencia en 2022, un 74% de ellos abonaron menos de un euro. De los de los 36.000 catalanes que pagaron algo por haber recibido una herencia, unos 27.200 abonaron una cantidad que suponía menos de 10.000 euros en total, de los cuales la mitad fueron tasados incluso con menos de 1.000 euros.

Finalmente, el grupo de catalanes que en 2022 les tocó pagar más de 10.000 euros por la herencia fueron únicamente 8.148 declarantes, lo que supone el 6% de los afectados por sucesiones, y todos ellos después haber sido beneficiarios de grandes patrimonios legados, de al menos 400.000 euros sin contar la vivienda habitual. “La reforma de 2014 supuso un aumento progresivo [...] para los descendientes con herencias imponibles superiores a 750.000 [el 2% de los herederos más ricos]”, recoge Micó-Millán.

Sucesiones es un impuesto muy complejo en su aplicación, pues trata de adaptarse a casos muy dispares. Para calcularlo se han de tener en cuenta tres factores: la cantidad que se hereda, el grado de parentesco con el fallecido y el patrimonio que ya tiene el heredero en el momento del deceso.

A eso hay que añadirle que también se contemplan situaciones personales que generan deducciones, como la edad de quien lo recibe, una posible discapacidad o personas a cargo, o la ya citada obtención de la vivienda habitual, típica de las herencias de cónyuges. En resumen, cuanto más se herede, más dinero se tenga y más lejano se esté familiarmente del fallecido, más se pagará.

Sin embargo, las deducciones hacen que la gran mayoría de los ciudadanos esquiven este impuesto. Catalunya es una de las comunidades que tiene el tipo medio más alto, pero también una que tiene más deducciones y exenciones en horquillas más amplias. De forma general, hasta los 100.000 euros no se paga nada y por la vivienda habitual hay deducciones de hasta el 95% si ésta no se supera “los 500.000 euros por vivienda y los 25.000 euros por heredero”.

“Las empresas ofrecen a los particulares la oportunidad de transferir activos con menores costes económicos de transacción. Por ejemplo, trasladar la riqueza financiera a la vivienda principal implica, como mínimo, comprar una nueva propiedad y pagar impuestos de transacción. En cambio, la transferencia de riqueza a una empresa como aportación de capital está exenta del pago del impuesto sobre plusvalías. En segundo lugar, los individuos ricos tienen un acceso desproporcionado a este vehículo específico de evasión fiscal, ya que la riqueza empresarial está extremadamente concentrada en la cúspide”, finaliza la investigadora del Banco de España.

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