Sen-K, de La Raíz: “Cuando tocaban nuestra música en las verbenas, me largaba de allí”
Tras seis años de parón, el grupo valenciano que saltó a la fama a ritmo de rock, reggae y hip-hop, anunció en abril su regreso por un año y esta noche prevén llenar el madrileño Wizink Center
Lo habían conseguido por fin. Vivían de la música, era su trabajo. Ya no había que complementar las grabaciones, los ensayos, los viajes, los conciertos, con algo que permitiera formar un sueldo. Un grupo de once amigos de Gandía (Valencia) había logrado lo imposible: que sus canciones -concebidas a partir de un proyecto autogestionado- llegaran a todos los rincones de España. Que cualquiera los conociera, que sus bolos se abarrotasen, que el rock valenciano incendiara salas y festivales a su paso. Y, entonces, en el momento más álgido de su carrera dijeron adiós.
Hoy, casi seis años después de aquel parón, La Raíz se prepara para dar el segundo concierto desde su separación, y tres de sus integrantes reciben a elDiario.es en las horas previas al espectáculo en los camerinos del Wizink Center de Madrid. Son Pablo Sánchez, su ‘frontman’; Julio Maloa y José Carlos García - apodado Sen-K-, vocalistas. Llevan ropa de oscura de calle, de ensayo, y se acomodan en unos sillones de falso cuero negro alrededor de una mesa baja. A ratos se relajan, sonríen. A ratos, la tensión casi puede palparse en el ambiente.
“Me han preguntado tantas veces por qué hemos vuelto y la gente ha opinado tanto sobre nuestros motivos que, ¿para qué voy a decir nada?, ya lo conté en un podcast”, dice Sánchez, que llevará la voz cantante durante la mayor parte de la conversación, reacio a zambullirse en una primera pregunta que no habrá dejado de contestar desde que en febrero rompieran el silencio, provocando un aluvión de reacciones en sus redes sociales.
Después, suavizará el gesto y dirá que nunca llegaron a desconectar del todo, que son compañeros de vida desde hace más de 20 años. Que, aunque sus caminos se separan, eran amigos y pensaba que en algún momento volverían a tocar juntos. “De vez en cuando quedamos a comer y, en uno de esos momentos de intimidad, comenzó a madurarse la idea de volver con La Raíz en una gira de un año y, el otro día, -el 22 de noviembre de 2024- dimos un primer concierto que llevaba trabajándose desde marzo de 2023”, explica.
17.000 espectadores
Aquel 22 de noviembre aún cercano fue casi un examen para la banda. “No sabíamos cómo íbamos a vivirlo”, cuenta Maloa. Y añade, “fue una hostia que aún estamos procesando”. “¡Emocional!”, interrumpen entre risas sus compañeros. Reunieron a 17.000 personas también en el WiZink Center en un concierto cuyas entradas se agotaron a los 30 minutos de ponerse a la venta.
“Había cierta energía, cierta mística en el ambiente. Fue como unas oposiciones que te preparas durante 10 meses. Queríamos quitárnoslo de en medio cuanto antes”, apunta Sen-K, “los primeros conciertos de una gira siempre son los más difíciles, es donde se acumula la tensión. ¡E imagínate después de tanto tiempo!”, continúa para confesar medio riendo que nunca se había meado tanto en su vida. Los nervios. “¡Me meaba vivo! Teníamos todo preparado y tenía que salir corriendo”, cuenta.
El paso y el peso del tiempo
“Teníamos edades muy diferentes”, recuerda Sánchez, “fui yo quien no pudo más, acababa de ser padre, tenía otros proyectos en la cabeza [Ciudad Jara] y ya no podía más. Éramos un grupo con un abanico de edad muy amplio. Yo tenía 38 años, pero había chavales de 28. Estábamos en distintos puntos vitales. Además, nuestro show siempre ha sido muy enérgico y, según vas cumpliendo años, es más difícil aguantar el ritmo”, agrega. Sus compañeros asienten en silencio, la mirada clavada en el suelo.
Sin embargo, a pesar de la ausencia de seis años, a pesar del agujero, su música no ha dejado de sonar ni un minuto. En todas las verbenas del país se han tocado, indefectiblemente, ‘Entre poetas y presos’ o ‘A la sombra de la sierra’. Dos de sus títulos más famosos.
“¡Es verdad, es que sonamos en todas las fiestas de pueblo!”, ha exclamado Sen-K para que, instantes después, se le ensombrezca el rostro: “Cuando tocaban nuestra música en las verbenas, me largaba de allí”. “Yo estaba a otra”, añade con seriedad Sánchez, “nuestra música es festiva, la escuchas cuando estás de un humor concreto”. Él ha comenzado a ponerle a su hija la música de La Raíz hace poco, cuando por fin decidió acercase de nuevo.
Maloa, en cambio, parece ser el que mejor lo ha llevado: “Cuando vives en Euskal Herria es lo que tiene, ¡sonábamos mucho!, y a la gente le gusta. Es bonito ver a otros disfrutar de tu música”, sonríe.
Valencia
La memoria histórica y la reivindicación política es una constante en sus letras. También un rasgo de estilo. “Todo es política, es imposible que el arte no esté atravesado por esa mirada”, opina Sánchez para señalar que, como valencianos, es algo que han llevado en la sangre. “Somos de una tierra que ha estado manchada durante muchos por la corrupción, por aquellos que dejan desatendidos al pueblo. Y nosotros estábamos muy cansados de que nos trajeran a Rafael o a La Pantoja a las fiestas” explica para continuar que, en Valencia, se formó una corriente muy poderosa de música alternativa con un carácter reivindicativo y contracultural. “De ahí salimos nosotros, que somos gente normal y hablamos de los problemas de la gente normal”, apunta.
Ellos, además, estaban a 30 kilómetros de Benetúser cuando la Dana arrasó con todo. “Tenemos a muchos amigos que son de la zona. Nuestra responsable de prensa es de Paiporta y la familia de Jano -nuestro DJ- ha sufrido mucho. Otro compañero, Tony Macías, técnico de sonido, lo ha perdido todo. Ha perdido su casa. Y lo que más rabia da es que hoy todavía no se sabe qué pasó aquella tarde. Dónde estaban los responsables”, zanja.