La utilidad del sexo
En su discurso reciente de incorporación a la Academia Española de la Lengua, el escritor Javier Cercas ha vuelto a uno de los temas más antiguos y vigentes: ¿es útil el arte, es decir, lo son la literatura, la pintura, la música, la danza y otras actividades creativas? A propósito, creo que el solo hecho de que nos hagamos esa pregunta revela que vivimos en una época de pobreza de la imaginación. Cuando se cierran o se fusionan las facultades de Literatura en muchas universidades en todo el mundo, está claro que nuestra época consagra el valor de la utilidad por encima de todos los otros. En ese templo de la banalidad y estrechez supremas, se sientan los dioses recién erigidos. Por supuesto que Donald Trump y sus secuaces son los primeros nombres que vienen a la mente.A propósito, uno recuerda la cita de Borges: “Dos personas me han hecho la misma pregunta: ¿para qué sirve la poesía? Y yo les he dicho: bueno, ¿para qué sirve la muerte?, ¿para qué sirve el sabor del café?, ¿para qué sirve el universo?, ¿para qué sirvo yo?, ¿para qué servimos? Qué cosa más rara que pregunte eso, ¿no?" En otro pasaje, Borges afirma que no se puede definir la poesía, así como no se puede definir “el amanecer o el atardecer”, “el significado de la ira, el amor, el odio, el amanecer, el atardecer o el amor por nuestro país”.Dicho de otro modo: todas esas experiencias están tan arraigadas en nosotros que solo pueden ser definidas por “símbolos comunes que compartimos”. Ahora que se cumplen 125 años del nacimiento del gran escritor argentino, sus palabras siempre nos acompañan.Podemos agregar que la poesía, la música, las imágenes nos acompañan en todo momento como parte de la vida. Cualquiera que trabaja mientras canta es una prueba suficiente. Es por eso mismo que ya los antiguos artesanos hacían vasijas con adornos. Me pregunto si eso no basta para los que creen en la inutilidad del arte. En otra parte de su discurso, Cercas compara la literatura con el sexo como un modo de conocimiento. La comparación es interesante si uno piensa en todo lo que exigen ambas prácticas. Un escritor se desnuda frente a la página en blanco. Es el único modo de escribir. Dejarse llevar, entregarse, son un requisito para ambas experiencias. Por último, en ambos casos, en la literatura y el sexo, el clímax depende de la liberación de las energías secretas y hasta entonces ocultas. La idea de la fusión entre el lector y el escritor en un momento de máxima tensión narrativa también abona en favor de la comparación. Leer a un escritor furioso y apasionado exige las mismas energías en una experiencia de integración. Uno puede concluir que no hay nada más útil que el sexo, y decir lo mismo de la lectura. En los tiempos del olimpo de la banalidad, con un rey de pelo anaranjado, los demás seguiremos leyendo y escribiendo y la utilidad no será un valor. A propósito, la FIL de Guadalajara es una afirmación y una trinchera en este tiempo de preguntas inútiles.AQ