El fantasma de Ahualulco
Ernesto Lumbreras, el poeta, el ensayista, se revela ahora como un narrador extraordinariamente dotado. Sabe atemperar, ralentizar, acelerar la acción; dotar a sus personajes de un carácter irrepetible; tomar al lector por el cuello y someterlo a su voluntad. Lo digo por el goce —y el temor y el temblor— que provoca la lectura de Vals para lobos y pastor (ERA).La novela tiene tantos rostros como la época y las geografías donde transcurre: entre las décadas de 1840 y 1870, lo mismo en Gales que en Nueva Orleans, California, Guadalajara y Ahualulco de Mercado. Su protagonista, John Luther Stephens —cuya existencia está consignada por fuentes documentales—, es obra de la ficción porque muy poco se sabe de él o, quizá, muy poco ha llegado hasta nosotros. Lumbreras renuncia al tratamiento histórico para echarse en brazos de la fabulación, y mediante ese acto de transfiguración consigue dar vida después de la muerte.Vals para lobos y pastor es un torbellino de aventuras —a la manera de la gran tradición decimonónica—, pero también un western y el trazo vigoroso del camino de la expiación mediante la entrega irrestricta a la tarea evangelizadora —sin santos ni imágenes— de la Iglesia Congregacional. Así es: un torbellino de aventuras. Desde la travesía por el Atlántico hasta la noche epifánica en la que John Luther Stephens, ciego de ira y venganza, “graduado con honores en la escuela del terror”, ejecuta a cinco cazadores blancos de comanches, y los años de basura y mendicidad, la novela nos arrastra como una corriente salvaje. No hay tregua, solo hay tiempo para huir, cabalgar y dejarse inflamar por la fiebre del oro.De manera lateral, aunque no por eso menos estremecedora, la intolerancia religiosa acaba imponiéndose sobre las peripecias y los cambios de fortuna. Con un rápido golpe de mano, Lumbreras termina por revelar la condición ultraterrena de John Luther Stephens, el narrador de su propia historia, ya convertido en un fantasma que vaga “por las calles y por los campos de mi antigua feligresía”. Es un golpe de mano ejecutado por un escritor que ha viajado —provisto de las mejores herramientas para explorar y excavar— al pasado para ofrecernos una visión quemante de nuestro atribulado presente.AQ