Niños de Las Brisas en Madrid
Este próximo 13 de diciembre se estrenará en salas madrileñas el documental venezolano Niños de Las Brisas. El día previo se ofrecerá una función de preestreno en Casa de América (7:00 pm), para la cual esperamos una vigorosa asistencia de la diáspora venezolana como manifestación del apoyo que realmente se merece esta magnífica obra cinematográfica de Marianela Maldonado.
Tuve la oportunidad de verla en la sala de cine arte Patio Trigal en mi reciente visita a Venezuela y la he vuelto a ver al asistir a una función privada para profesionales de los medios, la cual fue pautada dentro del plan de actividades dirigidas a promover la candidatura de Niños de Las Brisas para la 39ª ceremonia de entrega de los Premios Goya (8 de febrero de 2025). Este reencuentro con Dissandra, Edixon y Wuilly, tres niños que se inician en la música en un núcleo de extensión construido por la Universidad de Carabobo en uno de los barrios más humildes de Valencia (Venezuela), me resultó aún más intensa y enriquecedora que la primera vez.
Al finalizar la función nos comentaba la licenciada Violeta Medina, responsable de la campaña de prensa y promoción en España, que en la categoría de Mejor Película Iberoamericana se habían admitido 17 precandidatas, de las cuales 2 eran documentales, género al cual, históricamente, se le hecho más difícil superar el tamizado selector de las 5 finalistas que van a la ceremonia. Creo, con convicción, que el hecho de que nuestra representación a los Goya ˗y también a los Oscar˗ ostente la calificación de documental, no debe rebajar las expectativas de quienes consideren la posibilidad de concurrir a verla, ni acomplejarnos tampoco con relación a sus posibilidades de éxito en la muy competida ruta a los grandes premios. Niños de Las Brisas es una gran película.
Hoy día, se producen muchas obras cinematográficas que se califican como películas de ficción aun cuando se acerquen mucho al género documental. Les citaré, como ejemplo emblemático y muy reciente a la cinta Alcarrás dirigida por Carla Simón, ganadora del Oso de Oro en la 72ª edición de la Berlinale (2022) y nominada en la categoría de mejor película a los Goya de 2023. También en el sentido inverso, se pueden encontrar documentales que recurren a recursos del cine de ficción para recrear eventos del pasado, como es el caso de la muy reconocida y premiada cinta Vals con Bashir (2008). En el cine moderno, la línea divisoria entre ficción y documental se hace cada vez más difusa y ambigua. Se ha generado un territorio híbrido en el que las fronteras de géneros se han desdibujado en aras de producir una experiencia cinematográfica más rica y significativa. La lograda por Marianela Maldonado es, en mi opinión, un excelente ejemplo de esa hibridación que desafía las expectativas del espectador y lo invita a reflexionar sobre la realidad desde un abanico muy amplio de perspectivas, al mismo tiempo que le va impactando emocionalmente.
A Niños de las Brisas hay que abordarla sin prejuicios. No hay topes para el disfrute cinematográfico en el encuentro con tres historias de vida para las cuales no podía contarse con un guion prefabricado. Ellas se fueron construyendo con la realidad vivida por sus personajes, a lo largo de los diez años (2009˗2019) que el equipo de Marianela las fue recopilando con sus acuciosos lentes. Fue inevitable, la primera vez que la viera, que recordara a Boyhood, del director Richard Linklater, quien distribuyó 39 días de rodaje a lo largo de 12 años (2002-2013) con el mismo equipo de actores para seguir los cambios que se iban produciendo en el seno de una familia americana. ¿Cuánto de hibridación entre realidad y ficción pudo existir en esta producción? No es un dato del que disponga cuando escribo estas líneas, pero el hilo narrativo dominante es contado desde la mirada de Mason, un niño de 6 años cuando inicia la filmación y que se convierte en el personaje central. A Boyhood se le inscribe dentro del subgénero cinematográfico coming of age y esto me permite suponer lo natural que debe haber sido entremezclar ficción con realidad. No se le categorizó como documental y, por cierto, cuando llegó a las salas de cine en 2014 ya Marianela llevaba filmando 5 años.
Niños de Las Brisas también apela al cine de crecimiento ˗coming of age˗ al seguir la evolución de sus tres protagonistas desde su infancia hasta los inicios de su adultez. Pero, Marianela busca mostrar la realidad de sus sueños, sus frustraciones y sus distintas maneras de enfrentar a la adversidad sin intervenir en ella. Esto le confiere el carácter documental que no disminuye, para nada, lo interesante del épico relato que va erigiendo en la medida que, como espectadores, vamos apreciando la contradicción entre el valor de la música como un elemento transformador de la vida de esos niños y el asfixiante contexto político y social que se les atraviesa en sus destinos. Si nuestra admirada directora hubiese dado rienda suelta a la ficción, no hubiese logrado una mejor cinta. ¿Para qué recurrir a la ficción si tenemos una realidad tan endiabladamente compleja que mostrar?
Quiero invitarles a disfrutar como cinéfilos con Niños de Las Brisas y sí, inevitablemente, a sufrir un poco como venezolanos. Lo cual tampoco es malo, porque quizás muy pocas veces podremos tener la oportunidad de vernos como en un espejo, donde la visión panorámica de la tragedia que nos ha acontecido, y nos persigue, se engrana con el retrato de la intimidad doméstica y los avatares de tres familias humildes y diversas. Niños de Las Brisas es una película caleidoscópica, con casi infinitas capas y múltiples hilos narrativos que, como tozudas hebras atornasoladas, se van entrelazando para enriquecer el entendimiento del conjunto y ofrecerle al espectador el espacio para una gama muy amplia y diversa de lecturas e interpretaciones. Por eso, me encantó la primera vez. Y la segunda más aún, porque me aportó nuevos elementos para reflexionar. Y si su valiosísima directora me permite acompañarla en su promocional visita a Madrid, la veré quién sabe cuántas veces más y seguro estoy que en cada reencuentro con su maravillosa hija minaré añadidos e inesperados hallazgos sobre su caleidoscópico retrato. A Marianela Maldonado, venezolana universal, hay que felicitarla por haberlo logrado. Con razón, Phil Hoad, crítico de cine de The Guardian, señaló sobre esta película enaltecedora de nuestro gentilicio: «Logra el elusivo festín de combinar lo íntimo y lo panorámico».
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