Los paseantes del centro de Madrid en el puente con más visitantes del año: «Esto es la guerra, pero sabemos a lo que venimos»
Está Madrid para huir de ella, dicen. Cuando más radiante se halla. Con su traje de luces. Cubierta de guirnaldas, arropada con cristales de colores. En realidad, está Madrid para creer en ella. Se la aprecia por estas fechas hogareña, cercana. Deambulan de la mano los jóvenes y callejean con sus nietos los mayores. De castañas y azúcar que está hecha la ciudad. Y de esperanza, ilusión. Que está Madrid para huir de ella lo dicen, sobre todo, los madrileños, y sus residentes habituales. Los que la observan y patean a diario. Aterrizan en la Villa por el puente de la Constitución : vascos, cántabros, andaluces, extremeños, gallegos, valencianos... Todos anhelan verla. Y este año, «más gente que nunca». Así lo expresa Rubén. Se encuentra junto a su mujer y a sus hijos frente a El Corte Inglés de Preciados, esperando para disfrutar de un pase de Cortylandia. Llevan viniendo para ver el espectáculo desde hace unos cuatro años. Indica que el acceso a la vía ha sido «horrible»: «¡Tres cuartos de hora hemos tardado en llegar desde Carretas». «Este año hay bastante más descoordinación», apunta un amigo de la familia, allí presente. Hace una semana, el Ayuntamiento de Madrid informó que había diseñado un dispositivo especial con motivo de las fiestas navideñas de este año. El dispositivo contaría con 450 policías municipales, que se podrían incrementar en 800 efectivos los días de más afluencia, entre ellos el puente de la Constitución. Una cola kilométrica emerge de Preciados para disfrutar del espectáculo infantil. En ella espera paciente Alba junto a su familia. Cuenta que vienen todos los años desde Toledo para disfrutar del puente. «Lo tenemos como costumbre. De pequeña mis padres siempre me traían a Cortylandia, me trae buenos recuerdos. No nos importa la afluencia de gente. Por estas fechas, cualquier ciudad está más o menos igual». Cerca de Sol, los establecimientos se encuentran abarrotados. «Sí, esto es la guerra, pero sabemos a lo que venimos», expresa con gracia Luis. Viene desde Cantabria junto a su mujer, de visita familiar: «Aquí nos tienes todos los años. Nos gusta esto», indica, refiriéndose al gentío, al jaleo que se produce mientras conversa con este periódico a su alrededor. Durante la charla, cientos de personas entran y salen del popular centro comercial a realizar las correspondientes compras navideñas. Como Cristina, acompañada de sus dos hijas, Laura y Lidia. Las salmantinas señalan que les «encanta» venir todos los años a Madrid en este puente. Llevan haciéndolo, al menos, desde hace cuatro años. Se quedan en un hotel, 275 euros la noche. «Aprovechamos y visitamos museos, acudimos a musicales –este año ha tocado 'Los chicos del coro'– y nos vamos de compras. Culturalmente, Madrid es increíble. En Salamanca también tenemos muchas opciones de compras, pero no tantas como aquí. Nos gusta, precisamente, esto, el meollo, el caos. Nuestra próxima parada es el Primark de Gran Vía», indican, sonrientes, madre e hijas. Juan y Adrián son empleados, en diferentes marcas, del gran almacén de Preciados. Ambos coinciden, entre risas, que la situación que más se repite en estas fechas es la de «extranjeros preguntándote dónde está el baño». «Suben mucho las ventas en estas fechas. La diferencia, realmente, es con el fin de semana pasado, con el Black Friday. Entonces sí que hubo mucho más caos que este, aunque sí es cierto que hoy hay más gente. Es curioso». Adrián, sin embargo, no opina lo mismo que su compañero. Trabaja en el puesto de Ray-Ban: «No he vendido ni una sola gafa. Cuando tenemos más ventas es a principios de enero. El año pasado, por aquellas fechas, vendí 1.400 euros en gafas, y las más caras que tenemos cuestan unos 200». Señala el empleado que lo más horrible del puente es, sin duda, el llegar hasta su puesto de trabajo: «Es un caos. Hoy he venido desde Alcorcón y he tardado lo mismo en llegar desde allí hasta Ópera que desde Ópera hasta Preciados. No entiendo a qué se debe el cierre de Sol». A la salida, un agente de Policía nos indica que se trata, únicamente, por seguridad: «Hablamos de la parada con más afluencia de todo Madrid. Es más rentable utilizar las entradas aledañas por si hubiese alguna incidencia. Sobre todo este año, que sí se esperaba mucho más movimiento». Matxalen pasea con sus amigas de universidad por Plaza Mayor. Vienen del País Vasco y de Granada a visitar a su amiga madrileña. «Acabamos de venir de ver un monólogo. Es el segundo año que hemos decidido pasar el puente en Madrid. Es una ciudad que te ofrece cientos de planes para hacer. Y por estas fechas está preciosa», señala. Aseguran, todas, que la Plaza Mayor es parada obligatoria. María, vendedora en uno de los mercadillos navideños que engalanan la plaza, cree que la afluencia de gente es parecida a la del año pasado. «Este año, lo único, es que hemos empezado tres días mas tarde. La caja se resiente».