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Maximiliano de Habsburgo : el archiduque que recorría las calles con una furgoneta para ayudar a los drogadictos

Abc.es 
Ver a alguien de sangre azul remangarse y luchar por un proyecto propio no es lo común, pero es que en la vida de Maximiliano de Habsburgo nada lo es. Es descendiente de Carlos II de España , el último miembro de los Habsburgo en gobernar en tierras castellanas, puesto que no tuvo descendencia. El archiduque es sobrino segundo de la Reina Sofía , y su madre, ya fallecida, era prima de la Reina Isabel II. Ahora, tiene sesenta y tres años y lleva veinticinco viviendo entre España e Inglaterra. En los años 80 se enamoró de Madrid y de lo que entonces se llamaba la 'movida madrileña' y en los 90 perdió a su hermana, de solo 24 años por una sobredosis, lo que le llevó a dejar la noche y utilizar sus recursos para crear en 2001 la Fundación Recal. Una institución sin ánimo de lucro, que aún hoy sigue operando y que ayuda a reinsertarse en la sociedad a aquellas personas que se han visto afectadas por algún tipo de adicción. Hasta el momento, su cometido se centraba en las drogas, pues es la problemática que vivió muy de cerca. Ahora, pretende dar un paso más allá, con su nueva unidad, el Centro Recal TA , compuesto por profesionales especializados dedicados a la prevención y tratamiento de los trastornos alimentarios, problema que cada vez empieza a manifestarse en edades más tempranas. Su proyecto ha crecido mucho, cuando empezó se dedicaba a ir con una furgoneta por las calles de Pozuelo recogiendo adictos para ofrecerles comida , y en aquel entones nadie se imaginaba que quien tenían delante era el hijo de los Archiduques Ferdinand y Helen de Austria. En conversación con ABC, Maximiliano ha querido comentar este punto, y es que tiene claro que nada tiene que ver lo que uno tiene o de donde viene para llevar a cabo la voluntad de ayudar: «bueno, creo que muchas personas, independientemente de su posición, contribuyen en los ámbitos donde sienten que pueden hacer una diferencia. En mi caso, el ámbito de la adicción ha sido una elección natural porque lo he vivido muy de cerca. Esa experiencia personal me ha proporcionado herramientas valiosas y una comprensión profunda de lo que significa enfrentar esta enfermedad. Siento que puedo aportar algo significativo ayudando a quienes aún no han encontrado el camino para salir de esta situación. Es un compromiso que nace tanto de la empatía como del deseo de marcar una diferencia real en la vida de los demás» afirma. Y es que su programa lleva años mejorándose y actualizándose por lo que es algo en lo que confía plenamente: «nuestro programa de recuperación se diferencia por su enfoque integral, personalizado y basado en la evidencia científica. En Clínica Recal no solo tratamos la adicción como una enfermedad, sino que también abordamos las causas subyacentes y los factores emocionales, psicológicos y sociales que la acompañan. Contamos con un equipo multidisciplinar de especialistas altamente capacitados que trabajan de manera conjunta para diseñar un plan de tratamiento adaptado a las necesidades de cada paciente», explica. Y además de eso tienen un servicio de apoyo a los familiares, pues su papel en la vida de un adicto tampoco es nada fácil, «consideramos fundamental el apoyo a las familias. Sabemos que la adicción no afecta únicamente al individuo, sino también a su entorno más cercano. Por ello, ofrecemos talleres, terapias grupales y sesiones de orientación para familiares, ayudándoles a entender el proceso de recuperación y a convertirse en un pilar clave en el camino hacia la sanación. Nuestro objetivo es no solo tratar la enfermedad, sino también reconstruir las relaciones y fortalecer el sistema de apoyo que rodea al paciente» afirma con rotundidad. Se trata sin duda de un proyecto ambicioso, y más ahora cuando abre el campo al tratamiento de una adicción que nada tiene que ver con esta. El aristócrata tiene claras las razones por las que han decidido ampliar su labor: «os impulsa la alarmante estadística que señala un incremento del 30% en la incidencia de esta enfermedad desde la pandemia. Estas cifras no solo son preocupantes, sino que también reflejan una necesidad urgente de actuar para apoyar a las personas afectadas y sus familias. Además, a nivel personal, me impactó profundamente descubrir que los Trastornos de la Conducta Alimentaria son la enfermedad mental que genera el mayor número de suicidios. Este dato no solo es desgarrador, sino que también evidencia la gravedad del problema y la falta de recursos adecuados para abordarlo. Estos factores, junto con nuestro compromiso de marcar una diferencia en la vida de quienes padecen esta enfermedad, son el motor que nos lleva a seguir avanzando y a desarrollar iniciativas como RECAL TA, que busca brindar apoyo integral y especializado» apunta. Sin duda, lo que ha logrado veintitrés años después de comenzar es mucho, quizá mucho más de lo que entonces pudo ni siquiera soñar, y quizá por ello ahora sus expectativas y sus metas no son muy ambiciosas, pues solo quiere continuar: «el principal objetivo de nuestra fundación es alcanzar al mayor número posible de personas con adicciones que necesiten y estén dispuestas a recibir ayuda. En nuestra clínica contamos con el Programa Minnesota, que considero el método más efectivo a nivel mundial para tratar la adicción. Este programa ofrece a quienes lo siguen la posibilidad real de recuperarse y retomar una vida normal, plena y productiva. Nuestra meta es continuar ampliando nuestro alcance para que más personas puedan beneficiarse de este enfoque y encontrar el camino hacia la recuperación».

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