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El Salón del Manga reúne a los fans del 'cosplay' y Barcelona se rinde ante la moda de los disfraces de personajes

Los jóvenes aficionados al anime y a los cómics están descubriendo el mundo de la costura a raíz de confeccionar sus propios trajes para emular a sus ídolos de la ficción

Comienza el Manga Barcelona con más actividades que nunca para celebrar sus 30 años

El primer fin de semana de diciembre, los personajes de series y videojuegos más populares del momento saltan de la pantalla y se cuelan en los metros de Barcelona, convertidos en personas de carne y hueso. Centenares de fans de la cultura japonesa se caracterizan como sus ídolos, imitando la vestimenta y los accesorios, y se lucen en el Saló del Manga, una convención insignia de la cultura del cómic y el anime, que cumple 30 años.

Pero no son simples disfraces. A esta práctica se la conoce como cosplay y es una moda en auge entre las generaciones más jóvenes, que se vuelve especialmente visible durante los tres días que dura esta cita. El evento, además de ser una oportunidad para hacerse con las últimas novedades del mercado, también es un punto de encuentro entre aficionados y acoge, entre otras muchas actividades, competiciones, charlas y actuaciones dedicadas al cosplay.

En el Saló del Manga, los pasillos quedan recurrentemente bloqueados por grupos de cosplayers a quienes les piden fotos y que, orgullosos de su trabajo, posan para la camera. “No me daba tiempo a acabarlo y he dormido 4 horas”, explicaba Sara, de 22 años, luciendo su traje hecho a mano de la protagonista de la serie Akatsuki no Yona.

Algunos han decidido tomar este arte como algo profesional, como es el caso de Ayuru, cosplayer e ilustradora. Esta artista con más de 28.000 seguidores en las redes sociales lleva más de una década confeccionando y vistiendo trajes. “Es un homenaje a las cosas que te han gustado y te han hecho ser como eres”, afirma la joven.

Ayuru fue, juntamente con su compañero Galefic, representante española de la competición internacional Clara Cow's Cosplay Cup en 2018. Además de competiciones, recibe invitaciones a eventos que la han llevado a lugares como México, Suecia o Kazajistán, y patrocinios con marcas que le permiten generar ingresos. “He colaborado con Bernina, que es una marca de máquinas de coser, además de RIOT, la empresa del videojuego League of Legends, así como con tiendas de cosplay y pelucas”, cuenta.  

Una vuelta de tuerca a la costura tradicional

Este hobbie en auge, que muchas veces se hace de forma amateur, puede llegar a consumir muchas de horas de trabajo y materiales.Tanto que estos jóvenes están dando una bocanada de aire fresco a sectores en crisis como las mercerías o tiendas de costura. Lo sabe bien Dani P., responsable de la sastería La Pimpinela en Barcelona. Después de casi cuatro décadas sirviendo principalmente a producciones teatrales, su local empezó a recibir las primeras peticiones de cosplay hará diez años.

Los precios de estos encargos pueden oscilar desde los 50 euros para las piezas más simples a los 1.500 o 2.000 para las vestimentas más complejas. “Buscan la calidad, el trato con la persona que lo confecciona, que sea lo más fiable posible y que se valore su personalidad”, explica la sastra.

La responsable de La Pimpinela, que inicialmente se formó en escenografía y vestuario de ópera, añade que los cosplayers suelen ser bastante jóvenes, entre los 20 y los 30 años. Explica que invierten sus primeros ahorros en trajes complejos e incluso llegan a pedirlos pieza a pieza a medida que pueden, para poder completarlos. “Los clientes nos han abierto las puertas de un mercado nuevo y hay que aceptar su evolución”, afirma.

En su tienda no solo han recibido peticiones para eventos o convenciones como el Saló del Manga: también han adaptado vestidos de boda a los personajes ficticios favoritos de la pareja. Dani recuerda especialmente el caso de un novio que decidió casarse con un traje inspirado en el personaje de Squall Leonhart del videojuego Final Fantasy VIII. “Te abren una pequeña mirada a su personalidad -asegura- y esa relación es algo que en el negocio echábamos mucho de menos”.

Un hobbie que crea comunidad

Mientras que algunos cosplayers optan por comprar o encargar sus trajes, sobre todo al inicio, tanto la comunidad como las competiciones valoran más los trajes hechos a mano, lo que anima a muchos a probar la costura por primera vez. Es el caso de Bea Muñoz, de 23 años, más conocida en redes y entre sus amigos como Trixxi.

Ella empezó comprando sus cosplays pero, después de varias competiciones y conociendo a otros cosplayers, se animó a intentar su primer traje, para lo que recibió ayuda de otros miembros de la comunidad para aprender a personalizar su peluca y accesorios. “Si los conoces, los cosplayers son bastante amistosos. Son de tu mundo y te comprenden”, afirma Muñoz.

Como ella, muchos cosplayers encuentran en la comunidad un lugar de refugio, donde poder representar un personaje sin juicios. Hay practicantes que incluso deciden vestirse del género opuesto simplemente porque se sienten interpelados por el personaje que representan. Los cosplayers aseguran que no hay requerimientos a la hora de optar por un personaje y que todos los cuerpos y géneros son bienvenidos.

“En el cosplay se trata de adaptar el personaje original al cuerpo de la persona que lo quiere llevar”, afirma Virgine Verrier, escultora y modista de 53 años que regenta el taller Muchafibra en el centro de Barcelona. En su coworking y escuela hace ya 8 años que recibe a cosplayers que quieren adquirir habilidades para confeccionar sus trajes. “Vienen con una referencia del personaje y les enseñamos a hacer el patrón a su medida, luego el prototipo y después la prenda final. Los acompañamos en todo el trayecto”, explica Verrier.

Según apunta la modista, notó el inicio de esta tendencia con la llegada de las grandes sagas de superhéroes de Marvel y luego, a medida que el anime y el manga fueron popularizándose más, también aparecieron personajes de la ficción nipona. Pero el gran boom vino después de la pandemia. “No había mucha ropa para comprar, no llegaban productos de fuera y las tiendas no estaban abiertas, así que la gente empezó a hacerse su ropa a mano”, cuenta la regente de Muchafibra.

Verrier afirma que la costura “engancha” y que cosplayers que inican su trayecto en el patronaje y confección para representar un personaje pueden acabar descubriendo una nueva pasión. Ese fue el caso de Prune Colin, de 21 años, una estudiante de Muchafibra que dedicó un año a aprender a hacer trajes de cosplay.

Después de desarrollar trajes de animes como One Piece o Kimetsu no Yaiba, tanto para ella como para sus amigos y familiares, decidió agrandar sus horizontes. Estudió cursos de marroquinería, origami textil y patronajes varios y ahora quiere iniciar un emprendimiento en el mundo textil en su tierra natal, Francia.  

Aunque hay muchos hombres cosplayers, la mayoría son mujeres. Verrier asegura que la costura pertenece al “linaje femenino” y que muchas mujeres buscan esa conexión con sus abuelas y madres en la confección de ropa. “Vienen a buscar ese momento de transmisión e intercambio”, afirma.

Esta relación también se da en el cosplay, donde muchos principiantes empiezan pidiendo ayuda a sus seres queridos, sobretodo a abuelas. “Enganché a mi yaya a que me hiciera mi primer traje de Kagome de Inuyahsa cuando tenia 10 años”, explica Marina, más conocida como Azania. “A partir de los 15 le pedí si me podía enseñar”.

Ahora esta joven ya lleva más de 18 años haciendo sus propios cosplays a mano. Pero todo este tiempo después y tras haber ganado habilidades y conocimientos, sigue reutilizando un traje de Katara, de la serie Avatar el último maestro del aire, que hizo junto a su abuela. 

30 años del Saló del Manga

Hace ya años que el Saló del Manga acumula éxitos en venta de entradas, con existencias agotadas casi cada día del certamen. La participación de la comunidad aficionada al anime y el manga es tanta que incluso los servicios de tren de la Generalitat de Catalunya han reforzado este año durante los días del evento su servicio en las líneas Llobregat-Anoia, que llevan al recinto de Fira Gran vía donde se celebra.

También este aumento se puede apreciar en las ventas de mangas, que según un informe de FNAC aumentaron un 184% entre los años 2020 y 2021 y que ahora se han unido a la llegada de los manhwa y manhua (cómics de origen coreano y chino). Según datos publicados por el especialista Marc Bernabé, solo durante el año 2023 llegaron al mercado español un total de 1698 nuevos títulos contando traducciones en castellano, catalán y euskera.

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