Silvia Pinal con Buñuel, Gertz y Zedillo: casos de la vida real
A inicios del milenio la propia Viridiana de carne y hueso y a todo color –la recién desaparecida Silvia Pinal– acudió a la presentación del libro para el que fue entrevistada, junto a otras diez figuras públicas. Se llamó Fama. Sin censura ni reflectores. Once luminarias al desnudo. Su presencia junto a Elena Poniatowska e Isela Vega, en Casa Lamm de la colonia Roma, avaló todo lo que de ella contaba Lucy Orozco, una exfuncionaria fílmica y productora de televisión de los años ochenta y noventa.“Coincidimos muchas veces en un comedor para ejecutivos que había en Televisa. Nunca fuimos íntimas amigas, pero Silvia Pinal siempre fue muy generosa y amable conmigo”, así responde Lucy Orozco al recordar por teléfono la entrevista que sostuvo, a lo largo de dos jornadas, con la actriz que calificó como “patrimonio artístico de la nación”.En su prolongada y fructífera trayectoria artística –“México no hubiera sido el mismo sin ella”, sostiene Orozco– la cabeza de la llamada dinastía Pinal, el mujerón –actriz de cine, teatro, televisión, bailarina, cantante, activista sindical, productora, empresaria, diputada, senadora, madre, abuela y bisabuela– que fue Silvia Pinal concedió innumerables entrevistas. Sin embargo se cuentan con los dedos las que fueron significativas. La entrevista de Orozco es una de ellas.A juicio de Elena Poniatowska –prologuista del libro–, Lucy “sabe meterse en la piel de sus entrevistados”. Se prepara como quien va a presentar su examen profesional. Y atraviesa la barrera de la timidez como un gladiador romano.En el texto que antecede a la entrevista con la Pinal, como en el imaginario popular nos hemos referido a ella, Orozco resume en una frase contundente la grandeza de la actriz que trabajó con Luis Buñuel: “Institución dentro de la industria del espectáculo, muchas actrices necesitarían unas tres vidas para hacer lo que ella hizo en una sola”.El fallecimiento, el pasado 28 de noviembre de 2024, de una de las actrices más queridas del país, y que siempre estuvo en el “candelero”, sacudió al mundo del espectáculo, tanto en México como en el extranjero, es ocasión propicia para glosar y reportear la mencionada entrevista.La oficina de Silvia Pinal en Televisa: sin fotos de exmaridos ni del jefeEl ser productora, como lo menciona Poniatowska, permitió a Orozco una intimidad que no tendría una periodista común y corriente. Todavía conserva el par de cassettes en los que quedó registrada una conversación que tuvo lugar hace muchos años y recuerda el impacto que le provocaron las respuestas espontáneas de una Pinal que, a pesar de llevar en ese entonces décadas trabajando para Televisa, poseía una oficina sencilla donde no se exhiben los objetos que se coleccionan a través del tiempo. En ese sitio parecen no haber pasado los años ni los desengaños.En su librero ostenta algunas fotos –continúa Orozco con la descripción del sitio en el que ocurre la conversación– la mayoría son retratos de familia; destaca la más grande: Silvia con su mamá, hijos, nietas y bisnietas. Silvia la toma y presume: “Aquí están nada más y nada menos, Lucy, cinco generaciones”. También son notables las ausencias: ninguno de sus exmaridos aparece en las fotografías.Orozco paseó su mirada por el librero y descubrió un retrato que le llamó la atención, tal vez porque el mismo no correspondía a las lealtades políticas de ese momento: Silvia Pinal al lado del expresidente Ernesto Zedillo. Se lo mostró con desparpajo y satisfacción. Este detalle le pareció significativo porque mostraba que, ante todo, Silvia era un ser libre, ajena a la opinión de los demás y fiel a sus convicciones. Esa libertad se puede observar en sus movimientos, se mueve ágil y segura –apuntó–, su risa es franca y su humor está a flor de piel. Parecía “que la señora Pinal viviera siempre en una eterna primavera”. Qué frase tan afortunada para describir a Silvia.Ahora, años después del encuentro, Orozco aporta otro dato significativo que no escribió en su momento en el libro: mientras en todas las oficinas de los ejecutivos de Televisa colgaba de la pared una fotografía de Emilio Azcárraga Milmo, en el espacio de trabajo de la Pinal –desde donde produjo telenovelas y la serie Mujer, casos de la vida real– no había ningún retrato del magnate televisivo, El Tigre.Era un hecho significativo porque, a pregunta expresa, Silvia Pinal confirmó que había sido novia de Azcárraga y que si no se casaron fue porque el papá de Azcárraga “no quiso”. “Yo era mujer divorciada y con una hija chiquita –explicó Silvia—[…]. A pesar de eso, Emilio y yo llevamos durante toda nuestra vida una relación muy cordial y siempre nos quisimos mucho”.Cuando Silvia Pinal huyó en una cajuela de Gertz ManeroLa conversación con Silvia Pinal comenzó con un tema espinoso: Alejandro Gertz Manero, quien la denunció en 1994 por un supuesto fraude cuando ella era presidenta de la Asociación Nacional de Productores de Teatro. Dichas acusaciones no prosperaron hasta que Gertz Manero se convirtió en Secretario de Seguridad Pública del entonces Distrito Federal, por lo cual emitió una orden de aprehensión contra Silvia en el año 2000. Ante esa amenaza de arresto, la actriz se vio obligada a huir y salir clandestinamente de su hogar oculta en la cajuela de un automóvil.–Silvia, ¿Cómo te sientes después de tu exilio forzoso a fin de no ser aprehendida por las autoridades de nuestro país? –pregunta Orozco, productora que lanzó a la fama a Salma Hayek y adaptó a la televisión la historieta El pecado de Oyuki.–Como tú sabes y todo el mundo sabe, tuve que permanecer de manera involuntaria en Miami, durante 11 meses por acusaciones que me fueron imputadas y que jamás pudieron ser probadas. ¿Qué te puedo decir de esa experiencia? Que fue algo terrible. Estuve desorientada. No, desorientada no es la palabra, yo nunca he sido desorientada. Estuve desconcertada y asustada –contesta Silvia.–¿Y por qué fuiste perseguida con tanta saña?–Verdaderamente, no lo sé. Yo no tenía enemigos y ahora tengo enemigos de primera clase–contestó entre risas. –Dicen que la importancia de la gente se mide por el tamaño de sus enemigos.–Puede ser. Pero la cuestión es que viví una experiencia muy angustiante. Me llegaban noticias que me provocaban temor; me decían que la Interpol me deportaría a México y la sola idea de que eso sucediera me generaba pánico, sobre todo incredulidad, porque yo jamás hice nada ilegal. Entonces, me preguntaba constantemente: “¿Por qué me está pasando esto?, si yo no hice nada malo”. Esa pregunta me acosaba noche y día. Comencé a tener mucha inquietud y pensé irme a vivir a España, ahí me conocen mejor y porque allá podría seguir trabajando. El trabajo es mi vida, me gusta, lo amo. Bendito sea Dios, tengo éxito en lo que hago.–Después de esa experiencia dolorosa, ¿volverías a trabajar en la política?Silvia Pinal respondió contundente en referencia al cargo que ocupó, primero como diputada, entre los años de 1991 y 1994, y después como senadora, entre 1998 y 2000:–¡Ah, sí, cómo no, fascinada! Ser diputada es la cosa más bella.–¿De veras? –insistió.–¡Claro que sí! Desde esa posición puedes ayudar a tu país, a tu gente. Haces leyes que van a defender a las personas que están en su tierra, que nacen, viven y mueren en ella. Yo puedo decirte que vi cosas interesantísimas mientras fui diputada y por eso no me arrepiento de haber participado en la política […]. Me gustaba escucharlos en la tribuna y cuando yo subía y me aplaudían, sentía una satisfacción muy especial, diferente de la que siento en un escenario cuando estoy desempeñando un papel. En la tribuna tenía que demostrar mi inteligencia, no mi talento histriónico y tal vez por eso la experiencia me resultó diferente; fue todo un desafío.“La política me ha costado muchos dolores de cabeza porque es muy traicionera, pero yo me siento muy orgullosa de lo que he hecho y creo que puedo seguir haciendo. Es más, pasó algo que me conmovió mucho: Cuando tomé protesta como senadora, mi mamá se moría de emoción, creo que ese logro mío fue el que más la enorgulleció”.–Y ahora que regresaste a México, ¿Cómo te sientes?–Me siento muy feliz, contenta, con mucho trabajo […]. Comencé a abrumarme porque tengo mi programa Mujer, casos de la vida real y me comprometí a realizar las presentaciones de la serie. No me arrepiento de hacerlo porque yo quiero mucho a ese programa, pero es demasiado trabajo. También me metí al teatro a leer poesía de Jaime Sabines. Para mí fue un espectáculo maravilloso [...]. En esas presentaciones no gané un peso –ya no estoy para trabajar gratis–, pero lo hice con tanto amor que no importa. Trabajo arduamente y, cuando reflexiono, me pregunto por qué hago tantas cosas.García Riera dijo que los filmes de Silvia Pinal no eran buenos“Todos estos enredos en que me meto traen a mi memoria una anécdota”, le dijo Silvia Pinal a Lucy Orozco. El crítico de cine Emilio García Riera escribió un libro sobre sobre su filmografía, “donde de manera muy exacta y escrupulosa hizo las fichas sobre todas las películas que filmé […], es un libro con una información extraordinaria, pero en todos los comentarios que hizo sobre mis filmes, García Riera concluía que no eran buenos”. El libro que menciona en la entrevista se llamó El cine de Silvia Pinal y fue publicado en 1966 y editado por la Universidad de Guadalajara.–Excepto los que hiciste con Buñuel, supongo. –Exactamente, pero ese tema se cuece aparte. Te decía: cuando terminé de leer el libro, Emilio me habló y me dijo: “¿Qué te pareció?” Yo le contesté: “El libro te va a quedar precioso, pero me acabas de dar tal imagen de mi carrera que me doy cuenta de que he hecho puras porquerías” –ríe–. Lo interesante fue lo que Emilio me replicó: “Si no hubieras hecho lo que hiciste, Silvia, no serías quien eres”. Entonces pensé que tenía razón, porque de todo se puede sacar algo bueno y, si no bueno, al menos puedes aprender a reconocer qué es lo que no tienes que hacer […].“Estoy en mi casa y finalmente la justicia se portó bien conmigo, se rehabilitó absolutamente mi honor. Mi llegada fue francamente maravillosa. La gente me fue a recibir al aeropuerto y después, cuando iba a los teatros o restaurantes, las personas me aplaudían y me gritaban: “¡Bravo, Silvia! ¡Bienvenida, estás en tu casa!”.Orozco vuelve, evidentemente, al tema Luis Buñuel y le pregunta qué le significó haber trabajado con el director español de semejante talla.–Nada más y nada menos que estar en la historia del cine mundial. Buñuel me dio y me sigue dando mucho. Todavía hace poco me invitaron a Málaga para hacerme un homenaje dentro de la celebración del primer centenario del natalicio de Don Luis […], las películas que hice con él me internacionalizaron. Voy al Museo de Arte de Nueva York y ahí están, aparezco en tarjetas postales, posters, etcétera… (Viridiana, El ángel exterminador y Simón del desierto) […] por esos filmes recibí los premios más importantes de mi carrera cinematográfica.La prensa acusó que Silvia Pinal se vistió de rojo cuando su hija murióLucy Orozco recuerda que uno de los momentos más sensibles fue cuando le preguntó a Silvia Pinal sobre la prematura muerte de su hija Viridiana Alatriste, en un accidente automovilístico. Orozco todavía se arrepiente de esa pregunta, me dijo al teléfono, pero aún así dejó correr la grabadora.–¿Cuál es tu filosofía que llevas dentro y te sostiene? Lo digo porque recuerdo que cuando murió Viridiana, tu hija, la prensa mencionó que llegaste vestida de rojo, ¿es verdad?–[Silvia se quiebra y no puede contener las lágrimas] No fue así. Mira, lo que sucedió es que yo no aceptaba que estuviera muerta. Silvita, mi hija, fue la que me habló y me dijo: “Mamá, Viridiana está aquí, ya la vi y está muerta”. Sufrí un shock, me puse lo que me había quitado y dejado en un sillón la noche anterior y así fui a verla…–¿Entonces no fue cierto que voluntariamente fuiste vestida de rojo?–¡Por favor! Te digo que yo no podía creer que estuviera muerta, por eso no me puse de negro. Tomé lo que estaba a la mano y te juro por Dios que si ese vestuario hubiese sido negro no me lo habría puesto, porque insisto, yo no podía dar crédito de que mi hija estuviera muerta. Además, no iba vestida de rojo, lo recuerdo muy bien: iba con una chamarra como de plumitas, muy bonita, color madera, mi pantalón de cuero, color calabaza y mis botas.Son muchos los temas que se abordan en esa larga entrevista. Desde lo más cotidiano hasta lo más profundo. Su generosidad y apego a su familia, sus teatros, su paso por Televisa, su carácter, sus maridos y novios, su habilidad para la comedia musical. La última pregunta de la conversación es más que reveladora. Si haces un balance de tu vida, Orozco le preguntó, ¿te dio más de lo que esperabas o te dio menos?–Me dio más de lo que esperaba, pero creo que la vida te cobra las cosas. Yo todavía no he visto que a la gente que hace mal le vaya mal y que a la gente que hace bien le vaya bien. Debería ser así pero no lo es. Yo tuve mucho éxito, pero me pregunto: “¿Por qué tenía que morir mi hija Viridiana a los 19 años?”. Yo con eso pagué todo lo que la vida me dio de bueno.GSC/ATJ