Fin de Año en Sevilla: estos son los mejores pueblos para una Nochevieja diferente
Se acercan los últimos días del año , un momento que se vive de forma intensa entre familiares y amigos y, cada vez más, en un lugar diferente en el que se reside. El carácter festivo del 31 de diciembre hace que sean muchos pueblos los que ofrezcan una serie de actividades características no sólo para sus habitantes sino para quienes quieran acercarse a él y disfrutarlas. Suculentas cenas con gastronomía típica, cotillones, fiestas alrededor de una chimenea, cante, música y baile envueltos en un entorno natural o monumental se presentan como un abanico de posibilidades para decir adiós al año en curso. A mitad de camino entre Sevilla y Córdoba se encuentra Écija, un municipio caracterizado por sus once torres de estilo barroco y palacetes . Su arquitectura es única y se embellece con las luces navideñas además de los belenes. En este pueblo es característico un personaje: el 'Tientapanzas ', vinculado al imaginario popular ecijano . Se dice que visitaba las habitaciones de los niños cuando estaban dormidos, y les tocaba la tripa para comprobar si habían comido o no. Este gesto dio lugar a su nombre. Se remonta a varias generaciones y pese a haber caído casi en el olvido, en 2004 fue recuperado por un grupo de ecijanos que lo incorporó a las celebraciones navideñas. Antes de final de año se le organiza una cabalgata propia con gigantes y cabezudos. La monumentalidad de Lebrija es reseñable ya que cuenta con edificios tanto de carácter religioso como civil de gran valor. La Iglesia de Nuestra Señora de la Oliva de Lebrija fue construida en tiempos de Alfonso X el Sabio ; convento de la Purísima Concepción; Capillas de la Aurora, la Trinidad y la Vera-Cruz; la Ermita del Castillo; las Cillas del Cabildo o el monumento a Elio Antonio de Nebrija son algunos de los puntos clave en el itinerario turístico cultural del pueblo. En Navidad, además de los adornos típicos y belenes, hay actividades para todos los públicos y destacan una bola gigante hinchable, para que entren pequeños y mayores, que permanecerá en la plaza de España hasta el 4 de enero. El día 31 de diciembre, en la citada plaza, a las 11.30 horas habrá una fiesta infantil para despedir el año y a las 23.00 horas comienzan a llegar los adultos al lugar, algunos disfrazados, para tomar las uvas al son de las campanadas. Para despedir el año, la Asociación de campaneros de Utrera organiza un evento muy peculiar que se remonta a hace más de 500 años . Ellos son maestros en hacer sonar los nobles bronces de la ciudad conforme a lo prescrito por la liturgia católica y crean un idioma propio para el pueblo. La forma de tocarla, la habilidad al saltarlas y hacerlas repicar es algo singular y netamente utrerano , que ha sido transmitido de generación en generación. El día 31 de diciembre, a las 12.00 y a las 13.00 hora s, en la parroquia de Santiago y en la de Santa María se puede escuchar este sonido característico. El día 31, también organizan la San Silvestre para que los participantes vayan disfrazados y empiecen a disfrutar del último día del año con deporte, a las 12.00 horas. Por la noche, los utreranos toman las uvas en la plaza Gibaxa y después el entorno se vuelve festivo. Días antes hay varios espectáculos públicos como zambombas flamencas en las que disfrutar del cante y baile flamenco. Es la ciudad de los dulces navideños por excelencia, donde se fabrican mantecados, polvorones, alfajores, etc y donde desde hace meses huele a Navidad. El municipio cuenta con monumentos que han hecho que sea declarada Conjunto Histórico Artístico Nacional desde el año 1965; y además de mantecados, tienen aceite de oliva virgen extra de la Denominación de Origen Estepa. Los amantes de la naturaleza pueden disfrutar de parajes naturales q ue rodeados de paz y tranquilidad. El día 31 de diciembre, el pueblo y los visitantes se reúnen en la plaza del Carmen, que data del siglo XVIII, para tomar las uvas al son del reloj. En la Sierra Norte de Sevilla se encuentra este pueblo donde, además de cultura y naturaleza, tiene una característica ruta típica para hacer en Navidad y donde despedir el año. Se trata de una ruta anisera. La historia del anís en Constantina está ligada a su tradición vitivinícola, cuyas raíces se remontan a la época romana. Por la abundante producción de uva en el siglo XVII se originaron las primeras industrias dedicadas a la fabricación de anís y otros destilados. Aprovechando recursos naturales como el agua y la madera, y los excedentes de uva. Después, el aguardiente se aromatizaba con matalahúva, dando lugar a los anisados, que se convertirían en productos de renombre. La industria anisera alcanzó un apogeo en la década de 1940, cuando llegaron a coexistir hasta 18 fábricas de anís. Actualmente, no quedan tantas pero sí se pueden visitar algunas -como La violetera - y brindar antes de despedir el año.