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Quién es François Bayrou, el histórico del centroderecha francés elegido por Macron como nuevo primer ministro

A sus 73 años este veterano de la política francesa se enfrenta al desafío de resolver la crisis política desencadenada por la disolución de la Asamblea y agravada por la censura de Michel Barnier

Macron nombra al liberal François Bayrou como primer ministro tras la caída del Gobierno Barnier

En 2017, el respaldo de François Bayrou fue un punto de inflexión en la campaña presidencial que llevó a Emmanuel Macron al poder. El apoyo de Bayrou y el de Gérard Collomb, alcalde socialista de Lyon, dos veteranos de la política francesa, dieron credibilidad al joven exministro de Economía de François Hollande, que avanzaba a pasos agigantados hacia el Elíseo con un discurso que trataba de seducir al mismo tiempo a votantes de socialdemócratas y de centro derecha.

La “superación de la fractura derecha-izquierda” que proclamaba Emmanuel Macron en 2017 era uno los grandes combates de la carrera política de Bayrou, que para entonces ya se había presentado tres veces a la elección presidencial. “Es una cosa extraña, presidente de la República. No tienes la edad, pero eso no importa”, dijo entonces Bayrou a Macron, en un aparte entre ambos recogido por las cámaras del documental Emmanuel Macron, les coulisses d'une victoire. “Si puedes tener éxito donde yo he fracasado, te ayudaré”, le dijo entonces.

Recién elegido, el presidente Macron recompensó el apoyo de Collomb con el ministerio del Interior y el de Bayrou con el de Justicia. Esa decisión de sumarse a la coalición presidencial también le permitió dar un nuevo impulso al partido que presidía, Movimiento Democrático (MoDem), que por aquel entonces había languidecido hasta casi la desaparición. En las elecciones legislativas de 2017 que siguieron a la presidencial, MoDem, que en 2012 no había conseguido ningún diputado, logró 47 escaños.

Sin embargo, recién nombrado titular de Justicia y encargado de redactar una ley sobre la moralización de la vida política, Bayrou se vio obligado a dimitir tras su imputación en un caso de apropiación indebida de fondos del Parlamento Europeo. Un juicio en torno a los asistentes parlamentarios similar al que protagonizan actualmente Marine Le Pen y su partido, aunque a una escala diferente: en el caso del partido MoDem los abogados de la Eurocámara estimaron la pérdida de fondos públicos en 293.000 euros, en el de Le Pen la estimación se eleva a 6,8 millones de euros.

Rechazo a entrar en el Gobierno

Varios miembros de MoDem fueron condenados, pero Bayrou fue absuelto en primera instancia el pasado febrero. La 11ª cámara correccional de París consideró que no había pruebas suficientes de que estuviera personalmente implicado en una trama para pagar a empleados del partido con cargo a los fondos asignados a los asistentes parlamentarios de los eurodiputados. “Es el final de una pesadilla de siete años”, declaró entonces Bayrou. En realidad, la fiscalía recurrió la decisión y el tribunal aún debe pronunciarse sobre ese recurso.

En todo caso, tras su absolución en primera instancia, a principios de año su nombre sonó para ocupar una nueva cartera ministerial. Sin embargo, Bayrou sorprendió anunciando entonces a la Agencia France-Presse (AFP) que “no se incorporaría al Gobierno” por “un desacuerdo profundo sobre la política a seguir” con el presidente. Añadió que había dos ámbitos que merecían un compromiso total: el ministerio de Educación y “el abismo que se ha abierto entre las provincias y París. Y no hemos podido llegar a un acuerdo sobre estos dos puntos”.

A pesar de ser uno de los primeros apoyos de Macron y uno de los barones con más influencia en la coalición presidencial, sus relaciones con el jefe de Estado no siempre han sido fáciles. El portazo al Gobierno en febrero fue una prueba de ello. Y la mañana de su nombramiento como primer ministro, ambos se reunieron durante casi dos horas en el Elíseo, en una conversación que varios medios franceses calificaron como “tensa”.

El viernes el diario Le Monde iba más allá y afirmaba que por la mañana Macron había comunicado a Bayrou que no sería primer ministro, y le ofreció ser “el número dos” de un Ejecutivo presidido por el diputado de su partido, Roland Lescure. Según esta versión Bayrou, lanzó un ultimátum al jefe de Estado: o le nombraba primer ministro o abandonaba la coalición.

Diálogo con otras fuerzas

François Bayrou pertenece a la misma generación de Michel Barnier (ambos tienen 73 años) y, como su predecesor, se encuentra en una situación de gran fragilidad ante una Asamblea dividida en la que es difícil asegurar apoyos duraderos para sacar adelante textos.

Cuenta con la ventaja de que, tras la caída de Barnier, hay más partidos dispuestos a llegar a compromisos para evitar prolongar la inestabilidad. No obstante, en el estado actual de la política francesa y dado el deterioro de la situación de las finanzas públicas, la elaboración de unos presupuestos que cuenten con el visto bueno de partidos políticos de ideologías muy diferentes se antoja extremadamente difícil. Además, la France Insoumise de Jean-Luc Mélenchon ya ha anunciado una moción de censura al futuro Gobierno, lo cual vuelve a dejarlo cojo y dependiente de la extrema derecha de Marine Le Pen.

En un reciente documental de France TV sobre la disolución, Bayrou abogaba por un gobierno “amplio y central”, con “reformistas, de izquierda, centro y derecha, excluyendo los extremos” para salir del bloque actual.

El nuevo primer ministro también puede reivindicar una relación cordial con una parte del Partido Socialista. Sus desacuerdos con Nicolas Sarkozy le llevaron a apoyar públicamente a François Hollande en la elección de 2012. “François Bayrou sería un buen primer ministro. Tiene todas las cualidades para ello”, afirmaba hace unos días el socialista Bernard Cazeneuve.

Esa decisión de apoyar a Hollande le valió un rencor tenaz por parte de Sarkozy y de su entorno. Estos días varios medios franceses se hacían eco de que el expresidente había contactado a Emmanuel Macron y activado sus redes de influencia para intentar bloquear la llegada de Bayrou a Matignon. Finalmente, sin éxito.

Pese a su distancia ideológica con la extrema derecha y al hecho de que Emmanuel Macron ha excluido al partido de Marine Le Pen de las negociaciones, Bayrou cuenta con un activo en posibles conversaciones con la líder de extrema derecha: ambos coinciden en una reforma electoral que introduzca una parte de escrutinio proporcional en el sistema francés.

Además, el presidente de MoDem siempre ha defendido la necesidad de respetar en las instituciones a un partido que recibe el apoyo de casi un tercio de los votantes. “Para mí, democracia significa pluralismo y, por tanto, alianza. En una vida política pluralista, todo el mundo es legítimo. El centro garantiza la supervivencia de las ideas de los demás”, ha defendido en varias ocasiones.

Alcalde de Pau

Alcalde de la ciudad de Pau, en el departamento de Béarn, desde 2014, Bayrou recuerda a menudo que su padre era un agricultor de la región. Fue profesor de Literatura y Clásicas tras pasar el examen de la prestigiosa Agrégation de lettres, antes de centrarse en la política. El nuevo primer ministro puede reivindicar un vínculo con la Francia no urbana que Emmanuel Macron nunca ha conseguido construir. Además, habla bearnés y defiende la protección de las lenguas regionales, a menudo ignoradas por el Estado francés

Desde los años 70 ha participado en diferentes formaciones centristas y formó parte de la generación que trató de recoger el testigo de Valéry Giscard d'Estaing. En los años 90 participó en varios Gobiernos conservadores como ministro de Educación, bajo la presidencia de Jacques Chirac. En 2002 se presentó por primera vez a la presidencial. En 2007 consiguió su mejor resultado, siendo tercero con el 18% de los votos solo por detrás de Nicolas Sarkozy y François Hollande.

A partir de ahí Bayrou y su partido entraron en una década de declive, ignorado por los socialistas pese a anunciar que votaría por Hollande y odiado por una parte de la derecha que le culpaba de la derrota de Sarkozy. Hasta que su apoyo a Emmanuel Macron en 2017 permitió a su larga carrera política entrar en una fase que este viernes le ha llevado a la jefatura de Gobierno.

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