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Pablo Álvarez (Vega Sicilia): «En el mundo del vino es importante que siga la familia, las grandes bodegas del mundo son familiares»

Abc.es 
Siempre dijo que daría un paso al costado al llegar a los 70 años. Esa edad lo ha alcanzado ya y lo encuentra dispuesto a cumplir su palabra, sumergido en un blindado proceso de selección interna para designar a su sucesor al frente de la emblemática y reputada bodega Vega Sicilia . Aún así, Pablo Álvarez (Bilbao, 1954) no ha parado ni el ritmo de sus viajes -está fuera unos 120 días al año-, ni la intensidad de su agenda o su firme compromiso diario con la compañía. De mirada aguda, actitud circunspecta y trato exquisito, directo y exigente en los negocios aunque discreto en su vida personal, el consejero delegado de la legendaria casa de Ribera del Duero tiene muy claro el papel clave que juegan en el sector vitivinícola, en el segmento del lujo y en el fomento la imagen de España en el exterior. En la sede central de Tempos Vega Sicilia, que engloba además a las bodegas 'hermanas' Alión, también vallisoletana; Pintia, en Toro; Macán, en Rioja, y la húngara Tokaj-Oremus, y planea incorporar una sexta en Galicia, además de un hotel de lujo de la mano de Six Senses en una finca de Ávila, Álvarez se toma un café con Summum: ¿Cuál diría que es el ADN de Vega Sicilia? ¿Cómo es Vega Sicilia hoy? Vega Sicilia es quizá la bodega más prestigiosa de todas las españolas a nivel mundial. Lo que hemos querido siempre es hacer las cosas muy bien, algo que es muy fácil de decir y no tan fácil de ejecutar. Pero eso es el principio que inspiró ya al fundador, Eloy Lecanda, en 1864, y que siempre ha estado en la mente de las diferentes familias propietarias que han pasado por aquí. Nosotros somos la cuarta, y lo que también ha ocurrido es que nos ha tocado el mundo del vino más desarrollado que ha habido en su historia. Nunca el vino ha tenido ni tanto prestigio ni tanto todo como ahora. Dejó de ser un producto de consumo para pasar a ser un producto cultural, la gente consume lo que le gusta, de las regiones que le apetecen. Este mundo ha cambiado enormemente. Eso, unido a cómo hemos querido hacer las cosas, que es hacerlas bien, nos ha llevado al punto en el que estamos ahora, cuando somos la bodega española más respetada del mundo. Incluso por los franceses, que ya es decir. Esa alta exigencia que os imponéis en base a vuestro prestigio abre puertas, os posiciona en lo más alto del mercado, pero en el día a día supone no decaer nunca.   Sí. Yo suelo decir que siempre se puede mejorar, los vinos y cualquier cosa que hagas. Eso es lo que ha inspirado a esta casa desde siempre. Por eso siempre tratamos de ver cómo se mejoran las cosas y cómo podemos obtener mejores vinos, tener mejor la viña, comercializar mejor y atender lo mejor posible a nuestros clientes, que en el fondo es de quien vivimos, no de otra cosa. ¿Dónde está puesto el foco ahora mismo de Vega Sicilia? Hoy ya somos seis bodegas con una que está naciendo en Galicia, y creo que este es un gran reto que tenemos por delante. Las bodegas no se hacen de la noche a la mañana, hacen falta años, primero para aprender, porque por mucho que sepas hacer vino, en cada sitio es diferente. Allí estamos en ese proceso, hace tres o cuatro años comenzamos a comprar viña y a conocer, a hacer experiencia. Y ya este año hemos elaborado la primera cosecha que saldrá al mercado a finales del 26 aproximadamente. Es un gran reto, es una gran zona de España y hay que hacerlo muy bien, porque también la gente espera que nosotros lo hagamos muy bien. Estáis también en Rioja y en Hungría, son todos proyectos muy diferentes. ¿Qué os impulsa a ello? Queremos tener una oferta de un conjunto de vinos diferentes, con distinta personalidad, pero todos con una gran calidad. Ya me gustaría que dentro de cien años salieran fuera como hoy lo hace Vega-Sicilia. Pero para eso hacen falta años, quizá no tantos años como para Vega-Sicilia, porque las cosas ahora se mueven mucho más rápido. Centrándonos en el Duero, en el corazón de la compañía, ¿en qué momento se encuentra la DO y Vega Sicilia? La denominación de origen está en el mejor momento en su historia. Es muy joven y viene de una región que era de claretes. Aquí históricamente había dos bodegas que hacían tintos, que eran Protos y Vega Sicilia. Y la nuestra durante 70 años fue la única bodega que existió en lo que hoy es la Ribera del Duero, desde 1864, cuando nace, hasta 1927, cuando nace Protos, la cooperativa de Penafiel. En 1982 éramos 14 bodegas, hoy somos 317. También es verdad que en los años 90 y principios de los 2000 hubo un gran boom aquí y en toda España, porque todo el mundo que tenía dinero quería tener una bodega, pensaba que esto era muy bonito. Creo que en aquella época se hicieron las cosas bastante mal, la calidad media de la Ribera bajó bastante frente a lo que hubo en los '80 cuando empieza el boom de la zona. A partir de mediados de los 2000 las cosas han ido cambiando y hoy se hacen mejores vinos que nunca, en su conjunto. Hay de todo, pero la media es mejor que nunca. ¿Son los mejores vinos de España? No, no tienen por qué. ¿Qué es mejor, un borgoña o un burdeos? Cada vino tiene sus momentos. Un día te apetece tomar un champagne, otro un vino de Sudáfrica. La variedad es algo muy importante en el mundo del vino. Evidentemente, algunos te gustarán más que otros y serán los que sigas tomando y aprendiendo, porque esto es algo que nunca se acaba de conocer y desarrollar. Es como cualquier otra afición que uno tenga, no tiene nada que ver con lo que te gustaba cuando lo iniciaste con lo que te gusta cuando llevas 25 años practicándola. En el vino es importante evolucionar y ver cómo tus gustos cambian. ¿Hay que saber de vino para beberlo? No, el vino hay que disfrutarlo. Ahora eso está un poco más tranquilo, pero hubo una época en la cual la gente se apuntaba a cursos y te empezaban a hablar de vino y muchos se quedaban con cara de tontos porque no entendían absolutamente nada de lo que le estaban diciendo. Estaban ahí con la copa pensando, «de esto que me dice que huele, yo no encuentro nada». Está bien que tengas una idea, pero tampoco hace falta ser un experto en vino, se trata de lo que más te guste. Ese es el mejor vino siempre, no hay que darle ninguna vuelta más. El vuestro se ha calificado siempre como de aristocrático y por tanto elitista. ¿Quién bebe Vega Sicilia? Ahora yo creo que todo el mundo. Eso era quizá antes, hace muchísimos años, cuando el vino que se embotellaba era poquísimo, porque en España era a granel, con lo cual poca gente consumía vino en botellas y siempre coincidía con un nivel económico y cultural más elevado. Pero hoy día está al alcance de todo el mundo. Vega Sicilia no es un vino aristocrático, quizá en un principio lo fue también por quiénes eran sus dueños pero ya desde hace muchos años no. Tenemos clientes de todo tipo y condición. Hay gente que compra tres botellas de vino al año o que lo toma en Nochebuena con su familia. Al final hay vinos más o menos caros, pero yo me pregunto al que le gusta el fútbol cuánto dinero se gasta siguiendo a su equipo. Probablemente mucho más que tres botellas de Vega Sicilia. O sea que no es caro. Depende. También es que hay todo tipo de comprador. Está el comprador que reacciona al hecho de que sea caro, parece que tiene que ser mejor. Y no tiene por qué. ¿Qué distingue a un vino de gran calidad?   El vino tiene que emocionar. La personalidad de los vinos es muy importante y los grandes vinos la tienen. Puede haber un gran vino que no te guste. A mí hay algunos estilos de vino que no me gustan, pero no dejo de reconocer que son grandes vinos. Es un conjunto de cosas. A pesar de que hoy se haga vino en casi todo el mundo, los grandes vinos siguen estando donde siempre han estado. Yo no creo que haya grandes zonas o nuevas zonas en el mundo. Lo que pasa es que, más que el cambio climático del que todo el mundo habla, lo que sucede es que se conoce cada vez más de lo que es el cultivo de la viña, de los climas, de los suelos, y eso ha permitido cosas como que Inglaterra haga champán después de 3.500 millones de años. ¿En Vega Sicilia qué peso le da al 'terroir', al factor humano y a la propia elaboración y la filosofía de la bodega? El 'terroir', palabra con la que los franceses han definido el suelo, el clima y la variedad, un conjunto único, es la base de todo. Si no tienes eso, no puedes hacer nada. Hay que tener una gran uva para poder hacer un gran vino. E indudablemente el ser humano, la persona que lo elabora, es fundamental. Pero no... Antes los enólogos eran las estrellas de la canción, yo creo que las estrellas tienen que estar en el cielo, no en la tierra. Tienen una gran responsabilidad pero deben contar con una viña y gracias a Dios seguimos dependiendo de la naturaleza en esto de hacer vino, porque, si no, ya nos la habríamos cargado. O sea que todo es importante, pero indudablemente lo básico es la materia prima. Si no la tienes, podrás hacerlo mejor o peor, hay cocineros que cocinan mejor que otros, pero un gran plato necesita un gran producto.   ¿Cómo ha cambiado Vega Sicilia dentro de su gestión de cuatro décadas? Bastante. Ha ido cambiando, evolucionando, ahora que ya tengo unos cuantos años me empieza a pasar por encima, cuando solía ser al revés. Como es natural, ya a mejor no voy a ir, sino a peor. El mundo del vino sigue evolucionando y seguirá haciéndolo. Lo básico, que es el seguir haciéndolo bien y cuidar todo mucho, se mantendrá, pero el gusto va cambiando, los consumidores y el mercado también. Además estamos atravesando una crisis del mundo del lujo, cosa que yo no había visto nunca, que el lujo bajara, y el segmento de los vinos caros está parado, cuando no reduciendo el precio. Tal vez a raíz del Covid, que hizo que todo valga ahora muchísimo más y no sabemos muchas veces por qué, ha llegado un momento en que la gente ha decidido que no está dispuesta a pagar más por lo mismo. Y eso ha afectado incluso gente que tiene dinero, no ya al que antes podía acceder a un producto de lujo una vez al año y que evidentemente hoy no puede. No sé, los hoteles de lujo han duplicado los precios cuando los servicios siguen siendo igual, entonces hay una crisis del mundo del lujo entre los cuales los grandes vinos están incluidos, algunos con precios ridículos. ¿Cómo se puede controlar el precio sin rebajar los estándares de calidad? Los vinos tendrán que estar a los precios que tienen que estar. ¿Vega Sicilia está a su precio? Yo supongo que sí. Nosotros nunca hemos hecho grandes subidas. También es verdad que nunca hemos dejado de subir y que hay que tener cuidado con los precios. Hasta qué punto un consumidor está dispuesto a pagar un precio por Vega Sicilia. Si hay un señor al que le gusta nuestro vino por encima de todo, es probable que lo siga pagando, pero cuando tienes que abrir una carta de un restaurante y ves vinos grandes de Francia...¿qué pides? Eso también cuenta. Hay grandes marcas que en un 60% lo que la gente compra es eso, la marca, y no el producto. Eso pasa en todas las cosas de lujo. Solo una parte minoritaria aprecia el producto. Si hiciéramos catas a ciegas nos sorprenderíamos muchas veces. ¿Entonces hay que bajar los precios? De algunos vinos sí, indudablemente, sobre todo si la gente deja de comprarlos. No hay vuelta de hoja. El consumo de vino sí que está bajando. Lleva haciéndolo muchos años. Hace un par de semanas veía estadísticas de Francia y en 60 años allí el consumo de cerveza ha bajado de 39 a 32 litros; los espirituosos solo de 5,9 a 5,3 y sin embargo el vino ha caído de 120 litros a 40. También es verdad que la cerveza y los espirituosos están en manos de muy pocas compañías muy poderosas que invierten muchísimo dinero en promoción, cosa que en el mundo del vino, como está tan atomizado, porque hay miles y miles de bodegas en el mundo, es muy difícil. Y a veces oyes los problemas del alcohol y parece que la culpa la tiene el vino, cuando no es así. Porque a veces parece que una copa no es nada, cuando te estás metiendo una buena dosis de graduación de alcohol. ¿El vino español necesitaría más promoción pública, más apoyo? Lo primero es algo que siempre he dicho, aunque no sé bien por qué es, y es que siempre tengo la sensación de que los españoles nos movemos poco.No sé por qué. Porque, por ejemplo, nosotros tendríamos que ser los reyes del mambo en el aceite de oliva, y resulta que son los italianos, aunque vendan aceite español. ¿Por qué España no ha sabido desarrollarse, moverse? Yo viajo desde hace muchísimos años y siempre me encuentro a un francés y a un italiano, en cualquier sitio del mundo. A un español ya es más difícil. Pero Vega Sicilia sí que ha hecho mucha Marca España fuera. Sí, nosotros viajamos mucho. Yo lo hago gran parte del año desde hace 40, antes era yo solo pero ya somos entre cuatro y seis personas que viajamos por todo el mundo. Pero claro, también cuando nosotros compramos Vega Sicilia exportábamos a tres o cinco países máximo, y hoy lo hacemos a 150. El 70 por ciento se exporta. Entonces nosotros estamos presentes y el vino español tenía que estar más presente en el mundo. También es verdad que en el mundo del vino también muchas veces se hacen 582 botellas de vino o 2.000 botellas de vino. Es que eso no existe en el mercado. Son productos que se quedan a pie de página de una revista. Un importador no quiere vender un vino del que le están dando tres botellas al año. Es decir, que hay muchos factores, aunque el principal es algo interno nuestro que tiene que ver con que no nos movemos, no salimos, cuando cuando España hoy hace grandes vinos y está haciendo mejores vinos que nunca. ¿Cuáles son los principales mercados para Vega Sicilia? Estados Unidos, México y Suiza, y no por ese orden, depende del año. Ha hablado de volumen. ¿Cómo se pueden tener grandes producciones y mantener al mismo tiempo una altísima calidad? ¿Es posible, hay mucho mito con esto? Esto de «como hay poquísimas botellas...» ya es una chorrada. Se puede hacer una cantidad razonable de un grandísimo vino. Todo el trabajo que una persona desarrolle, sea donde sea, no será mejor porque trabaje dos minutos al día, también es capaz de dar todo lo mejor durante cinco horas. En el mundo del vino también es así. De Valbuena nosotros hacemos hasta 200.000 ó 300.000 botellas. Tampoco creo que se puedan hacer millones de botellas. Hay que jugar entre la materia prima que tienes, su calidad y la cantidad que puedes producir. Vega cada año modifica su producción, pero porque no todos los años la calidad es la misma. Entonces, si hay que bajar 50, 80 o 100.000 botellas de la producción de un vino, porque eso ocurre, lo hacemos. Y es difícil tomar esa decisión cuando tienes todo vendido. ¿Cómo se sustentan esas decisiones drásticas en Vega Sicilia? Pues hay que asumirlo. Cuando Vega ha tomado la decisión de no elaborar un Único porque la calidad no era la que queríamos, eso supone un montón de dinero, pero es una decisión técnica y se comunica. A cambio de eso, nosotros estamos considerados por mucha gente como el vino más consistente que existe en el mundo, porque todas las cosechas son buenas. Otra cosa es que te guste más una u otra, que es un tema muy personal, pero mantenemos un nivel de calidad, no tenemos una gran añada y otra que cae, sino una calidad bastante homogéneo. Este es uno de los pilares de su forma de liderazgo. ¿Cuáles son otros? Creo que hay que respetar al consumidor. Cuanto más famoso, cuanto más prestigioso, hay que ser menos estúpido, que eso también abunda, cuando hay que distinguirse por lo contrario, que la gente se sorprenda de que tú le contestes una carta, aunque no puedas hacer lo que te pide pero al menos se lo dices. Hay que atender a la gente, que sientan que sabemos que están ahí. Al final, vivimos de ella, no de los puntos que nos den o de la prensa. También recibís muchísimos premios, el último a la mejor bodega del mundo en The Golden Vines. ¿Qué suponen para vosotros? Los premios siempre son agradables, ¿no? Lo que pasa es que cada vez hay más, en todos los sectores. Este en concreto reconoce a Vega como la bodega más emblemática , y es lo que ha conseguido ser, respetada y sobre todo en Burdeos y Borgoña. Que el mundo del vino respete a Vega por encima de todo es bueno y es para sentirnos orgullosos. Al ser una empresa familiar, le ha venido dada la ocupación. ¿Se imagina en otra? No. Estudié Derecho, pero nunca ejercí. A mí me mandaron a ocuparme de esto y tuve la suerte de que me gustó y me enamoré de este mundo. Eso también es bueno, que te guste lo que haces. Es un sector especial, y está claro que no es lo mismo empezar en él en Vega Sicilia que en cualquier otra bodega. Pero también nosotros cuando empezamos no era como ahora, ni la bodega ni el vino español y en el mundo. Aunque ya todo se cuidaba mucho y eso se siguió haciendo. Cuando la compramos tardaron un año en aceptar la oferta, había mucha preocupación porque se mantuviera la marca y al final fuimos los que menos la perjudicamos. El vino está muy vinculado a la gastronomía, que en España también vive un boom desde hace años y es de excepción. El vino se desarrolla en muchísimos casos con la gastronomía, es un plato más de la comida. Aunque también se puede beber solo. ¿Le gusta la gastronomía? Sí. Como buen vasco, comercio y comida. A veces bromeo con que somos de comercio y de 'bebercio' (risas). Pero sí, comer es uno de los placeres de la vida. Como alguna vez leí, «comer es el último placer que se pierde y el que ayuda a recordar los ya perdidos». Tiene buena memoria. Sí, bastante buena. ¿Qué otra afición tiene fuera del vino y la gastronomía? Pues poca, siempre ha estado trabajando. Deja poco tiempo esto. Si quieres, te deja entre poco y nada. Mi mujer puede dar fe, pero me gusta y lo vivo y todas las profesiones llevan aparejada una parte de pasión. ¿Se ha pasado de dedicación? ¿Cómo lo ve ahora desde esta edad y momento? Igual en algunos momentos me he pasado, pero en conjunto ha merecido la pena. Me he perdido cosas, es verdad, aunque a toro pasado es fácil decirlo y además se ha lucido lo que hemos hecho, de otra forma igual sería otro el balance. Se habla tanto de las historias dentro de las empresas familiares, ¿qué tiene de bueno y de malo estar en una? Las familias siempre son complicadas, y todas pasamos por exactamente los mismos problemas. Se manifiestan de una manera o de otra, pero son los mismos, y no son fáciles de resolver. Después hay una gran parte de las empresas familiares que no logra pasar de esa primera generación, y hay muy pocas que llegan a la tercera o cuarta generación. La realidad es que todas las empresas que existen en el mundo en su germen fueron creadas por una persona, una familia, que es la base de la economía, la que tiene la capacidad de sacrificio necesaria para crear algo. La familia es importante y lo es especialmente dentro del mundo del vino, donde además importa quién está detrás del producto. Y te pasean, siempre digo que te llevan y te enseñan, eso es un papel también que hay que cumplir. ¿Cómo continuará entonces Vega Sicilia? Espero que mejor. Tenemos que seguir mejorando. Creo que todos somos prescindibles, lo importante es que la continuidad sea a más y a mejor, admitiendo que hay que cambiar también. Las empresas, como la vida, deben estar en permanente evolución, y eso hay que saber hacerlo. Hay que encontrar a las personas que tengan la capacidad, el amor y las ganas de hacerlo. Hablar de retiro viéndolo tan comprometido parece hasta extraño, ¿ya está en ello? Sí. Ya tenemos un director general (Alberto Álvarez, incorporado a la compañía el año pasado) que mira el día a día y se ocupa de mucho. Yo seguiré vinculado, aunque no como CEO, tal vez como presidente, y formando a la persona que me vaya a sustituir. No desapareceré mañana de aquí. Siempre he dicho que me iba a retirar a los 70 cuando me han preguntado. ¿Lo mantiene? Sí. Ya los he cumplido y hay que hacerlo. Aunque en los vinos se dice otra cosa, ni en las cepas ni en las personas damos las mejores uvas con los años, llega un momento en que empieza a bajar la calidad. ¿Hay fecha? No hay fecha concreta. A esa persona que siga adelante hay que presentarla en el mundo, que se la conozca y respete, porque ahora, para bien y para mal, la bodega está identificada conmigo porque llevo aquí muchos años y he sido el que siempre ha aparecido. Lo que tiene que pasar después de mí es que lo hagamos mejor, que sea la persona adecuada para la empresa. ¿La tiene ya? Estamos en ello, en ese proceso, que no es fácil tampoco. Espero que en plazo de un año podamos ya dar con ella. ¿De la familia? Espero que sea de la familia, pero también puede ocurrir que no haya nadie que quiera. Primero debes querer, y luego valer. No por ser hijo eso es así, los hijos deben ser también gente preparada y formada y que tengan valía y capacidad. Muchas veces uno no puede decidir eso sobre su propio hijo, debe haber gente de afuera asesorando. Llevamos un tiempo en este proceso, es algo que sucede en todas las compañías. En otros negocios a veces se prefiere que sea alguien de fuera, en este del vino me parece importante que siga la familia, las grandes bodegas del mundo siguen siendo familiares. Porque tomará decisiones que un director general no es capaz de tomar en un momento determinado. ¿Le preocupa la actual aceleración de la vida? Sí. Aunque supongo que lo mismo les pasará a mis hijos dentro de 40 años. Cuando alcanzas cierta edad, todo te va desbordando. No creo que lo que vivimos ahora sea todo malo, algo bueno tendrá, y además no hay nada perfecto. Sí es verdad que hoy en día se están perdiendo un poco las relaciones humanas, incluso estando con gente no te comunicas. El mundo seguirá evolucionando, aunque nunca fue tan rápidamente como en los últimos cien años.

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