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Los intereses marítimos del Perú, por Nicolás Roncagliolo Higueras

(*) por Nicolás Roncagliolo Higueras, embajador peruano

Este 2024, el Secretario General de la ONU, António Guterres, efectuó un llamado a mirar con atención los problemas que afronta el océano, derivados del cambio climático, la acidificación, el derretimiento de los glaciares y el aumento del nivel del mar.

La alerta dada por el principal funcionario de las Naciones Unidas revela que el mundo de nuestros días tiene al mar como escenario de la acción de los Estados y de una serie de peligros que solo pueden ser superados mediante una mirada integral que dé lugar a una respuesta global.

En el último siglo, los Estados han logrado consolidar su presencia en el océano. La batalla de las 200 millas, como fue denominada por el canciller peruano Carlos García Bedoya, fue ganada por aquellos que —como los países latinoamericanos— impulsaron el reconocimiento jurídico-internacional de sus derechos de soberanía y jurisdicción sobre la zona marina adyacente a sus costas.

Es oportuno recordar que entre la década de los 70 y 80 se consolidó un marco normativo, auspiciado por las Naciones Unidas, destinado a regular las actividades de los Estados en el mar, logrando esclarecer de manera definitiva sus atribuciones y obligaciones. La Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982 (CONVEMAR) es la expresión concreta y más importante de dicho marco.

Este año se cumplen 30 años de su entrada en vigor, en 1994. Los alcances de su texto no solo garantizan los derechos de los Estados sobre sus 200 millas, sino también el alcance de los intereses estatales en otros espacios como la Alta Mar y la Zona Internacional de los Fondos Marinos, que constituyen los pilares del nuevo Derecho del Mar cuya principal contribución provino del Perú, acompañado de Chile, Ecuador y Colombia, integrantes de la Comisión Permanente del Pacífico Sur (CPPS).

Es indudable que en las últimas décadas se vive un tiempo intenso de comercio marítimo que interconecta al mundo, de la necesidad de construir puertos de aguas profundas como el de Chancay, de la gestión sostenible y explotación de recursos hidrobiológicos, así como del combate a las actividades que ilegalmente los ponen en riesgo.

También de asuntos novedosos como el interés por los recursos genéticos provenientes del océano, la biodiversidad marina, la descarbonización y la protección del medio marino, las organizaciones de regulación pesquera en alta mar, la atención por los recursos mineros de los fondos marinos, y el desarrollo rápido de la ciencia y tecnología oceánica.

Es fundamental motivar a otras instituciones de la sociedad a promover diálogos sobre este tema relevante para la vida nacional y mundial, sobre el cuidado de los océanos y el planeta.

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