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Los científicos estudian el efecto perturbador que tienen en nuestro cerebro los 'silbatos de la muerte'

Abc.es 
Investigadores en neurociencia de la Universidad de Zúrich han publicado en la revista 'Communications Psychology' un estudio sobre el efecto perturbador que tiene en el cerebro de numerosos voluntarios los llamados popularmente 'silbatos de la muerte'. Estos objetos cerámicos producen un sonido penetrante semejante al de un alarido humano . Los científicos sostienen que los aztecas podrían haber utilizado deliberadamente este efecto en rituales de sacrificio, un impacto que se ve magnificado por su forma de calavera y que sigue hoy vivo. Y es capaz de generar una reacción ominosa para el oído porque tiene una construcción instrumental particular. «Los oyentes calificaron estos sonidos como extremadamente escalofriantes y aterradores», aún conociendo su procedencia, indican en un comunicado. Estos silbatos calavera fueron encontrados a finales del siglo XX en templos de la Ciudad de México , en yacimientos de la época azteca. Unos objetos inquietantes que desde entonces han generado el debate de cuál podría ser su verdadero propósito, ya que además de un alarido si se sopla con menos fuerza también puede generar el sonido de un susurro. A este objeto se lo llamó «Ehecachichtli», que viene de combinar el nombre del dios del viento Ehecatl y el dios de la muerte Mictlantecuhtli. Algunos consideraron que se usaba como un arma disuasoria contra el enemigo en tiempos de guerra . Sin embargo, no se han hallado escritos que respaldasen esa teoría. Otros consideraron la posibilidad de que se emplease en los sacrificios humanos. Hay expertos que indican que su función era replicar el viento del Mictlan , el inframundo azteca lleno de vientos letales, afilados como navajas y penetrantes al que iban las víctimas sacrificadas. El que el primer silbato lo encontraran en la mano de un esqueleto sin cabeza, que era la víctima de un sacrificio, ha servido como argumento para favorecer esta teoría. (Otros ejemplos del sonido) Ahora, un equipo dirigido por Sascha Frühholz, profesor de Neurociencia Cognitiva y Afectiva, elaboró copias digitales en 3D de silbatos originales del Museo Etnológico de Berlín. «Los silbatos tienen una construcción muy singular y no conocemos ningún instrumento musical comparable con otras culturas precolombinas o de otros contextos históricos y contemporáneos«, afirma Frühholz. Su interior está dividido en varias cámaras acústicas y el «alarido» es producido por la colisión de diferentes corrientes de aire a través de estas cavidades. El equipo de investigación también obtuvo grabaciones de sonidos de silbatos aztecas originales, así como de réplicas hechas a mano. Aclaran que la obtención de grabaciones de sonido con diferentes niveles de presión de aire aseguró que el análisis acústico no estuviera sesgado hacia una determinada calidad de sonido del silbato de calavera. Con este material monitorizó las reacciones emocionales de los voluntarios, observando respuestas emocionales negativas y un aumento de la actividad neuronal en la corteza auditiva. «Los sonidos del silbido de calavera son inequívocos en su naturaleza afectiva, pero son más bien ambiguos en la determinación de su origen sonoro», afirma el estudio. Las regiones cerebrales pertenecientes al sistema neuronal afectivo respondieron con fuerza al sonido, lo que confirmó una vez más su naturaleza intimidante. Pero el equipo también observó actividad cerebral en regiones que asocian los sonidos con un significado simbólico . Esto sugiere una naturaleza «híbrida» de estos sonidos. Desde la universidad suiza explican que lo más interesante es que los oyentes humanos percibieron el sonido del silbato azteca como de origen parcialmente natural y orgánico, como una voz o un grito humano. Lo que desorienta al cerebro y agudiza su imaginación «Esto es coherente con la tradición de muchas culturas antiguas de capturar sonidos naturales en instrumentos musicales, y podría explicar la dimensión ritual del sonido del silbido de la muerte para imitar entidades mitológicas «, detalla Frühholz. De esta forma el silbido resulta aterrador, «incluso si a nivel consciente la persona sabe que procede de un silbato. Al ser parecido a un alarido humano, más concretamente al de una mujer, por su tono agudo, activa una reacción primordial de miedo, pero a la vez hay algo antinatural en él que lo hace aún más inquietante para nuestro cerebro, indican los expertos de 'National Geographic'. Al final, lo que tenemos es un artefacto que combina una influencia psicoafectiva básica en los oyentes con procesos mentales más elaborados. Un avance en un instrumento que aún sigue generando numerosas preguntas.

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