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La defensa del presupuesto (a costa del pueblo)

El 12 de diciembre, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó el Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio fiscal 2025. Esto ocurrió, como todo en el contexto de la nueva política mexicana, sin una evaluación a fondo, sin un análisis adecuado por parte de los legisladores.

Nuevamente, durante el proceso se detectó una gran cantidad de errores en el proyecto presentado. Algunos fueron subsanados, pero otros, tristemente, ni siquiera fueron considerados, ya que la consigna era aprobar el proyecto tal y como estaba.

El daño que causará este nuevo presupuesto será altísimo. A continuación, comparto algunos datos que respaldan esta preocupación:

Es importante explicar cómo está divido el presupuesto de gasto del PPEF 2025, Gobierno, Desarrollo Social y Desarrollo Económico.

El gasto del sector público enfrenta recortes en términos reales respecto a su presupuesto aprobado en 2024. De los cuales destacan rubros como Seguridad Pública (-42.9 por ciento), Salud (-12.2 por ciento), Transporte (-8.1 por ciento), Ciencia, Tecnología e Innovación (-7.4 por ciento) y Educación (-0.6 por ciento).

El gasto destinado a salud —ya sea por la Secretaría de Salud, los Institutos Nacionales de Salud, IMSS-Bienestar, ISSSTE, la Secretaría de la Defensa, gobiernos estatales u otros entes— tendría un recorte de 81.3 mil millones de pesos, al pasar de un presupuesto aprobado de 962.4 mil millones en 2024 a un estimado de 881.1 mil millones en 2025.

A un nivel más detallado, se identifican recortes en Policía (-53.8 por ciento), Transporte por carretera (-42.5 por ciento), Abastecimiento de agua (-29.5 por ciento), Turismo (-27.4 por ciento), Educación Superior (-7.5 por ciento), entre otras.

Todo esto nos muestra con claridad que la única apuesta del gobierno es mantener el gasto en subsidios y en los proyectos faraónicos, que difícilmente se sostendrían sin ser subsidiados por el Estado. La realidad nos alcanza y los recursos empiezan a agotarse. Tristemente, los ciudadanos siguen embelesados por recibir dádivas del gobierno sin analizar de dónde provienen ni de dónde se están recortando, todo esto en perjuicio de todos los mexicanos.

Ahora bien, todo esto, que debería haber sido el punto central del debate puntual para la aprobación del presupuesto de egresos, pasó a un segundo término cuando los representantes más poderosos del Congreso, el senador Adán Augusto López y el diputado Ricardo Monreal, se enfrascaron en una acalorada discusión por un diferencial de 123 millones de pesos en el presupuesto asignado al Senado de la República. Es lamentable cómo esta diferencia desató las pasiones de ambos líderes, mientras que no resonó en ellos la gravedad de los recortes a salud, educación, infraestructura y seguridad. Solo para ponerlo en perspectiva, al sector salud se le recortaron más de 80 mil millones de pesos, pero, claro, para el segundo piso de la Cuarta Transformación esto no es relevante ¿De verdad ese nivel tan bajo de protección de intereses y beneficios para su bolsillo es el único que le preocupa?, como ciudadanos deberíamos de sentirnos ofendidos que los dos principales políticos de nuestro país, aquellos que son los alfiles del Congreso para la presidenta Claudia Sheinbaum, discutan en público por sus presupuestos y no por el que afecta o cambia la vida de millones de mexicanos.

A lo anterior se suma una reforma que permite el uso de los recursos que se aportan al Infonavit, mismos que tienen un propósito único: dar vivienda a los trabajadores. Este recurso se compone de las aportaciones patronales y del fondo de ahorro de cada trabajador para la adquisición de su hogar. Esta entidad tripartita había logrado sobrevivir a las presiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien intentó disponer de esos fondos para financiar a Pemex, el AIFA y el Tren Maya. Tristemente, sus empleados siguen acatando sus instrucciones y siguen poniendo a México en segundo término.

¿Dónde están los ciudadanos para defender los pilares del bienestar social en nuestro país? ¿Por qué basta un apoyo gubernamental para frenar las críticas constructivas al quehacer del gobierno? ¿En dónde está la oposición para organizar a los ciudadanos? Y los servidores públicos, ¿cuándo empezarán a servirle al pueblo y no al gobierno?

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