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La crítica y el peligro de vaciar los conceptos

En la deliberación política actual se observa una tendencia a despojar de contenido y significado a conceptos políticos duros. La utilidad de los conceptos es dotar de coherencia a la interpretación de la realidad política y, en consecuencia, servir de referente para conformar preferencias, reforzar actitudes y convertirlas en comportamientos políticos.

Un lector o lectora de El Financiero suele ser alguien que toma decisiones. Lo hace a partir de datos, de un diagnóstico, del análisis de una situación dada, de su contexto. Si le pudiéramos preguntar, nos diría que sus decisiones son más racionales que emocionales y que se considera una persona informada.

Si a esa misma persona —lectora de este diario— le preguntáramos si alguna vez ha visto rostros en las nubes, o alguna forma parecida a un animal o a algún objeto, lo confesaría. Quizá no solo en las nubes, también podría ser en el humo o en alguna mancha. Incluso es probable que haya jugado con la familia a encontrar formas en el cielo.

Esto se debe a la pareidolia, la capacidad psicológica que hace posible que interpretemos las manchas en los tests de Rorschach —ese examen basado en formas simétricas en tinta negra en las que solemos ver formas inconfesables— porque se abre una ventana a nuestra creatividad, ansiedad, defensas psicológicas o tendencias emocionales.

La pareidolia es el fenómeno por el que el cerebro interpreta estímulos ambiguos, como formas o patrones, atribuyéndoles un significado concreto, como rostros, figuras o escenas. Es un proceso automático derivado de la tendencia humana a buscar familiaridad y significado en el entorno. Es una forma heurística de reconocimiento, donde la mente prioriza la identificación de formas significativas sobre el análisis objetivo de los estímulos.

La pareidolia es a las percepciones lo que el sesgo de confirmación es al proceso cognitivo (la forma como obtenemos conocimiento). El sesgo de confirmación es la tendencia a buscar, interpretar y recordar información que confirma nuestras creencias previas, ignorando o descartando datos que las contradicen. Es un atajo mental que permite simplificar la toma de decisiones y mantener la coherencia en nuestras creencias, a menudo a costa de la objetividad. Es lo que nos convierte en carne de cañón del algoritmo de la Inteligencia Artificial Generativa.

La pareidolia y el sesgo de confirmación están conectados por la predisposición humana a buscar y asignar patrones o significados, lo que en ambos casos puede llevarnos a interpretaciones erróneas de la realidad. Juntos, ilustran cómo nuestras expectativas y creencias pueden influir profundamente en la manera en que interpretamos el mundo. Ser conscientes de estos procesos puede minimizar errores y distorsiones en nuestra percepción y razonamiento.

En la crítica opositora es recurrente leer o escuchar que vivimos una deriva autoritaria hacia la tiranía, la autocracia y ¡la dictadura constitucionalizada! Los tres son conceptos pétreos en la ciencia política, con diferencias notables entre sí y con referentes empíricos concretos en la historia universal. Al usarlos a la ligera, opositores y opinadores críticos provocan una disonancia cognitiva en las mayorías afines al tetrateísmo (que son mayoría) y un sesgo de confirmación entre sus huestes (que son minoría), despojando de contenido y utilidad al concepto. Baste un ejemplo simplificado: se reforma el Poder Judicial para que los juzgadores sean electos, sometidos al voto popular. Cuestionan la decisión con dos argumentos: se termina la democracia porque desaparece un contrapeso y muere la República porque se destruye al Poder Judicial. Los críticos de la transformación se colocan así contra el voto popular porque en el imaginario colectivo es más fuerte y coherente la relación conceptual democracia-voto que democracia-contrapeso. Por eso, para una mayoría resulta legítima la reforma judicial, independientemente de su complejidad y de que pueda, remotamente, resolver lo que promete.

Un lector o lectora de El Financiero, al tomar decisiones relevantes, podría combatir los sesgos cognitivos con pensamiento crítico, con estrategias para analizar la información, diversificando fuentes, cuestionando las afirmaciones categóricas de sus columnistas favoritos y verificando datos para enfriar las emociones que más le influyen.

Lectura sugerida: Diccionario enciclopédico de polarización política y emociones. VV. AA. (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales).

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