Editorial: Una decisión valiente
El Festival de la Luz suscitó polémica por la impuntualidad y quejas de quienes no lograron ver el espectáculo de luces desplegado durante el acto inaugural con la ayuda de 420 drones. Altas edificaciones y la aglomeración de personas impidieron a muchos asistentes, según su ubicación, disfrutar de la brillante presentación, tan coherente con el nombre de la festividad.
Los traspiés son experiencia ganada para el futuro. También pueden ser atribuidos a la novedad de los recursos utilizados. A diferencia de los fuegos artificiales, los drones parecen exigir una consideración más cuidadosa del ángulo de visión. Si la tecnología permite ofrecer un espectáculo tan hermoso, seguramente brindará soluciones a los inconvenientes experimentados en esta primera edición del festival, afortunadamente con luces pero sin pólvora.
Por otra parte, la belleza del espectáculo es innegable. Miles de personas vieron en el cielo dibujos y mensajes imposibles de formar con fuegos artificiales, incluida la escena del pesebre. También tuvieron una aproximación a una tecnología poco utilizada en el país si se le compara con otros, donde ya es habitual.
Pero el aspecto más encomiable fue la celebración del festival sin perturbar con estruendos a los hospitalizados en los centros médicos, a las personas con trastorno del espectro autista, mujeres embarazadas, infantes, adultos mayores y enfermos del corazón, entre otros. Tampoco sufrieron los animales domésticos y silvestres, entre estos últimos los que comienzan a repoblar La Sabana.
La decisión de la Municipalidad de San José fue valiente. Es mucho más fácil apegarse a las fórmulas probadas, no importa cuán dañinas, para cosechar los mismos aplausos del año anterior y no arriesgar las críticas suscitadas, casi siempre, por la innovación. Los señalamientos deben servir para perfeccionar el festival del año entrante, pero no para abandonar el ánimo de transformarlo en una actividad más sana para las personas, los animales y el ambiente.
La iniciativa tiene, además, el valor del ejemplo. Otras municipalidades, como la de Curridabat, habían señalado el camino y propusieron el empleo de la tecnología láser y los drones para iluminar el cielo sin contaminación ni riesgo. El Concejo de Curridabat adoptó el lema: “Más luces en el cielo, más espíritu navideño”, para enfatizar la posibilidad de sustituir, con creces, la pirotecnia.
El valor de esos primeros pasos debe ser reconocido, pero la adopción de la misma política por la municipalidad más grande del país, sede del gobierno local capitalino, es un avance considerable. También resulta oportuno ahora que la Comisión Permanente Especial de Ambiente de la Asamblea Legislativa dictaminó afirmativamente un proyecto de ley para restringir el uso de pólvora sonora en todo el país.
Se trata de una reforma a la Ley de Armas y Explosivos, en espera de aprobación en primer debate. El Festival de la Luz demostró cuanto se puede hacer sin pólvora, accidentes ni perturbaciones. También hay buenos ejemplos en otros países, donde la adopción de normas similares es cada vez más frecuente. La lista incluye ciudades de China, donde surgió la pirotecnia y existe una tradición cultural milenaria.
La Municipalidad de San José solo permitirá el uso de luces, drones y artefactos productores de menos de 85 decibeles de ruido. No solo aplicará la medida en el festival sino en todas sus dependencias y en los espectáculos necesitados de permisos municipales. Ojalá persista en sus intenciones, aprenda de los errores y pronto coseche éxitos para tranquilidad de todos.