Fernando Alberca : «Las pantallas no tendrían que estorbar el esfuerzo, pero son una causa de evasión»
Doctor en Ciencias Sociales y Jurídicas , máster en Neuropsicología y Educación, además de profesor de la Universidad de Córdoba , Fernando Alberca ha presentado su nuevo libro : 'La magia del esfuerzo' (Editorial Toro Mítico). Dice de él que es su mejor libro -tiene unos cuantos y de mucho éxito - y que viene en el mejor momento, cuando la sociedad ha de recuperar un concepto de esfuerzo que se ha dinamitado. -¿Qué magia tiene el esfuerzo? - No quería que la palabra magia sonara a algo oscuro o extraño y, de hecho, le pregunté a una hija mía sobre qué significaba para ella la palabra magia. Me contestó que, para ella, la magia era algo que parece imposible, una maravilla hecha realidad. La magia, por tanto, es el tesoro que esconde el esfuerzo, la capacidad que tiene para conseguir lo posible. Porque lo importante no es que las cosas se hagan, sino que las haga una persona concreta. -Por mi edad, mi generación asocia el esfuerzo a horas de clase, muchas tareas añadidas y capacidad de memoria. ¿Es ese el concepto de esfuerzo que hay que retomar? - No hay que asociar el esfuerzo a castigos forzados [ríe]. De hecho, las tareas han sido uno de los errores. El esfuerzo que nos enseñaron, y que transmitimos a nuestros hijos o a los alumnos, era un esfuerzo a veces innecesario y mal enfocado. Hemos enseñado que el esfuerzo es el resultado externo que llega al final. Por ejemplo, ahora mismo, y de una forma práctica, la gente quiere sacar el B2 más que aprender inglés. Lo importante para ellos es que el resultado sea una moneda de cambio para una entrevista de trabajo. Por tanto se concibe al esfuerzo como un precio que tengo que pagar para conseguir algo que deseo, cuando no es así: es el propio esfuerzo el que supone el resultado principal. El esfuerzo siempre conlleva dos cuestiones: aprender algo y, por otro lado, aprovechar ese aprendizaje para sortear otras dificultades. -En cuanto a la falta de esfuerzo, muchas veces los padres delegan su responsabilidad en el colegio, y los profesores le echan la culpa bien a la burocracia o al carácter de alguna ley educativa. - Hemos vaciado el concepto de esfuerzo de una forma cultural, algo que viene sucediendo desde los años 80 y 90, y mucho más con la generación Z. Hemos enseñado que al final los logros son lo importante, y no el medio. Por ejemplo, un niño en 4º de ESO si suspende tres asignaturas decide ya no estudiar medicina. Ve un obstáculo, como las notas y la media, aunque ni siquiera puntúen todavía, y decide cambiar. Cada vez que hay menos esfuerzo, hay menos satisfacción, menos libertad y menos felicidad. -¿Ha influido en esa pérdida de la fuerza de voluntad la ruptura de la familia tradicional? -Se han producido cambios lógicos en ese sentido, por lo que las familias se ven obligadas a sobreproteger más a los niños que antes porque ya no hay una sociedad que los proteja claramente. Los adultos, ahora, intentar resolver los problemas de los hijos para que no sufran, lo que hace que superen ciertos obstáculos, pero les hace también que su vida sea más insoportable. No hacer esfuerzos hace la vida insoportable. El esfuerzo es como un salvavidas en un océano de dificultades. -¿Cómo se puede fomentar este concepto de esfuerzo o de fuerza de voluntad en la familia o en la escuela? -Celebrando más los esfuerzos que los logros que conllevan. Cuando termine un examen hay que celebrar más el esfuerzo, o sea, el hecho de que se haya estudiado, no tanto la nota que dé el profesor. -¿Tienen responsabilidad en todo este asunto el abuso de los móviles y todo lo que está conllevando? -Producen pérdida de concentración, no tanto de atención. Las generaciones de ahora tiene mucha capacidad de atención. Por ejemplo, un videojuego reclama mucha reacción y mucha atención, pero poca concentración y poca reflexión. Las pantallas no tendrían que estorbar el esfuerzo, pero son una causa de evasión. Dan la oportunidad de huir de los obstáculos. -¿Está relacionado el fenómeno con cuestiones que afectan hoy a los jóvenes? Por ejemplo, una sexualidad precoz, entrada temprana en el alcohol y las drogas o mayor comisión de delitos. -Sí, tiene relación. El drama de los niños hoy día es que quieren hacer cosas heroicas pero saben que no pueden porque no tienen fuerza. Les hemos enseñado que la vida cómoda es la vida feliz. Pero para tener una vida feliz hay que darse cuenta de que el mérito y la satisfacción están en el esfuerzo que cada uno ha hecho. -Precisamente ahora se debate sobre la posibilidad de que estas generaciones de jóvenes tengan derecho a voto con 16 años. - Claro, porque el ser humano que no ha aprendido a manejar su vida, y eso sólo se consigue con esfuerzos, es un ser humano más manipulable. - ¿A quién va dirigido este libro? -A educadores y padres. Creo que es el mejor libro que he escrito y el más oportuno en el momento. Hay que conseguir volver a la cultura del esfuerzo cuando ese esfuerzo se ha aniquilado. Por eso el libro tiene ejercicios de entrenamiento para hacer en casa. -¿Y se puede? -Claro, son ejercicios físicos y psicológicos. Algunos tienen que ver con el dominio del impulso. Por ejemplo, ser capaz de esperar, sin hacer otra cosa, para tolerar precisamente la espera. O si tienes que andar, andar cien o doscientos metros más. Sirve para darles la experiencia de que esos esfuerzos cada vez cuestan menos y, al mismo tiempo, a uno les satisface más, como cuando va al gimnasio.