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¡Atásquense que hay lodo!

No les basta con todo el poder que tienen, sino que quieren más, como el control total de las fiscalías, tal como sucede en la CDMX, en donde, tras un proceso simulado, se nombrará a Bertha Alcalde como fiscal general de Justicia de la capital y con ello se impondrá el agandalle del oficialismo, tal como ocurrió en la Comisión Nacional de Derechos Humanos con una Piedra.

Les costó trabajo a los integrantes del Consejo Judicial Ciudadano incorporar a Alcalde en la terna final, en virtud de que no contaba con las cartas credenciales para desempeñar ese cargo, sobre todo porque entre los aspirantes había perfiles más profesionales y con una enorme experiencia judicial; sin embargo, se impuso la orden que vino de Macuspana para, al final del día, encumbrar a otro personaje de una de las familias con más prosapia de la 4T.

Se quedarán en el camino Elena Valero Manzano y Ulrich Richter Morales, quienes por mucho superan a Alcalde en preparación, conocimientos y expertis.

Lo curioso de estos casos, el de la CNDH y la Fiscalía capitalina, es que, aun a sabiendas de que los procesos de selección son simulados, se inscriben personas de gran prestigio y que, a la postre, son revolcados por el dedo flamígero del poder.

El totalitarismo encuentra su máxima expresión en el control total por parte del Ejecutivo de los poderes Legislativo y Judicial, aunque dirán algunos que todavía no ostenta la sumisión sobre este último, pero solo será cuestión de tiempo, después de los comicios de la elección de juzgadores, para tener bajo la égida de la presidenta Sheinbaum a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, magistrados y jueces.

Para que nadie se sienta con las facultades de ni siquiera cuestionar al Poder Ejecutivo, se eliminaron los organismos autónomos y se reasignaron sus funciones a diversas secretarías de Estado.

Con las mayorías artificiales en el Congreso que se construyeron desde el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, están conformando una nueva Constitución con todo un entramado jurídico que da soporte a la autocracia en lugar de a una democracia real.

¡Atásquense que hay lodo!, significa que no tienen llenadero, aunque con todo el poder que ha alcanzado la 4T y que, en términos reales, se ha colocado al país en el siglo pasado, tanto por la imposición de una hegemonía política de Morena como por el resurgimiento de un partido político que es un clon del PRI, el de la dictadura perfecta; no les alcanza, por ejemplo, para entablar una negociación justa sobre diversos temas con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.

La expresión de ¡Atásquense que hay lodo! es una frase que suele utilizarse de forma sarcástica para animar a alguien a hacer algo cuando puede hacerlo. En otros países la frase completa es: ¡Atásquense, cerdos, que hay lodo!, aludiendo a estos animales que se revuelcan en el lodo y en la inmundicia, esto tiene más sentido cuando se usa en el contexto de la corrupción o en el desperdicio y mala administración del dinero público.

El dicho popular cae como anillo al dedo a lo que hace la 4T en cuanto al hambre de poder y al total cinismo para dilapidar el presupuesto en obras faraónicas sin ninguna rentabilidad social o en fondear a los programas de política social para tener aceitada la maquinaria electoral o en actos de corrupción en el desvío de recursos públicos.

El gobierno está quebrado técnicamente y por eso busca dinero hasta por debajo de las piedras, como ahora es el caso de los 2.2 billones de pesos de la subcuenta de vivienda del Infonavit que se conformó con las cuotas obrero-patronales.

A este atraco del siglo no hay poder en México que pueda impedirlo, ni la Suprema Corte, ni la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ni nadie.

Esos 20 millones de trabajadores que perderán sus ahorros han quedado en total indefensión.

Por un lado, les dan migajas y, por otro, les birlan sus ahorros.

Vamos a poner el caso de los adultos mayores, quienes reciben su pensión, pero al mismo tiempo les cerraron la atención médica y el apoyo de otros programas sociales a los que tenían derecho; sin embargo, este sector de la población está feliz por el dinero que les regalan, aunque se lo gasten en la atención médica.

¿Qué va a pasar cuando ya no haya de dónde sacar más dinero? Acaso de las reservas internacionales o de las Afores. Tan solo dejamos la pregunta al aire para, en otra ocasión, escudriñar si existen más fideicomisos o fondos en beneficio de los trabajadores, de los que pueda disponer, por la buena o por la mala, el gobierno de la 4T.

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