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Aemet defiende su actuación en la dana: «No podemos hacer más, avisamos pero no gestionamos»

Abc.es 
« No podemos hacer más de lo que hicimos , avisamos al que gestiona la emergencia, al que tiene la capacidad de alertar». La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha vuelto a defender su actuación durante la devastadora dana en Valencia del pasado 29 de octubre, que se saldó con 223 muertos y tres desaparecidos, y ha señalado que «todos» deben «aprender» para «mejorar». En estos términos se han pronunciado el delegado de Aemet en la Comunidad Valenciana, Jorge Tamayo, y el jefe de Climatología, José Ángel Núñez, quienes han abogado para actualizar mecanismos de predicción porque «desde el punto de vista meteorológico volverá a ocurrir, no sabemos cuándo o dónde, pero hay que estar preparado». De esta manera, insisten en dar fuelle a un modelo de aviso centrado en «predecir más el impacto que las cantidades, señalar qué va a hacer el tiempo más que qué tiempo va a hacer». Al respecto los meteorólogos han llamado a reflexionar sobre si es necesario cambiar los protocolos o incluso establecer el aviso negro como hay en Alemania . Tamayo, ante las acusaciones del presidente Carlos Mazón de que los 180 l/m2 que prevía Aemet no era una información suficiente para adoptar medidas, ha replicado que el aviso rojo en la Comunidad Valenciana, según el protocolo establecido en coordinación con Protección Civil, establece ese umbral, que es «un mínimo, no un máximo» . Del mismo modo, ha apuntado que «no es lo mismo un aviso rojo por lluvias que por temperaturas» y que el aviso rojo, según estipula Aemet, ya indica «un riesgo meteorológico extremo, fenómenos meteorológicos no habituales, de intensidad excepcional y con un nivel de riesgo para la población muy alto» y establece asimismo una recomendación a la población: «Tome medidas preventivas, actúe según las indicaciones de las autoridades, manténgase informado de la predicción meteorológica más actualizada, las actividades habituales pueden verse gravemente alteradas y no viaje salvo que sea estrictamente necesario». Asimismo, respecto a la información que dio Mazón en la que anunciaba que el temporal se estaba desplazando hacia la serranía de Cuenca y que la alerta finalizaría a las 18.00 horas, ha recalcado que el aviso rojo se estableció inicialmente hasta esa hora, pero que, al igual que ocurre en todos los fenómenos de ese tipo, están «siempre en revisión» y que hay que «vigilarlos» y que las fuertes precipitaciones iban hacia el norte de la Comunidad «como así ocurrió». De hecho, a las 17.00 horas se prolongó hasta las 20.00 horas y a las 19.00 hasta las 20.00. «La información que trasladó el presidente de la Generalitat no sé si es recogida o hecha un resumen de otra parte», ha apuntado. Sobre esto, Núñez ha recordado que a las 12.00 horas de ese día 29 en una entrevista a la cadena autonómica À Punt ya alertó de que «los horarios de los avisos son una estimación probable porque hay incertidumbres, pero que están en constante revisión» y además señaló que «mucho cuidado porque aunque no lloviera en el litoral iban a llegar los ríos y los barrancos muy crecidos y se producirían arrastre de coches». «Aunque entonces ni se me pasaba por la cabeza que iba a ser algo similar», ha aclarado. Tamayo, preguntado por su piensan que no se entendió en el Cecopi la información de la Aemet, ha señalado que «habría que preguntar a quien tiene que interpretar esa información que estaba trasladada». Asimismo, ha señalado que «cuando una situación se complica mucho, el factor meteorológico puede ser el más importante al principio, pero hay que analizar otros, como los hidrológicos, que conocen las confederaciones hidrográficas, y las zonas de riesgo que sabe Protección Civil». Además, ha defendido que la ciencia en estos momentos solo puede predecir la zona en que se espera que descarguen las lluvias, pero no el punto exacto, y a partir de ahí lo que hay que hacer es una «vigilancia meteorológica». De hecho, mientras en Turís se acumularon 771,8 l/m2 , en el aeropuerto, a 20 kilómetros de distancia en línea recta, se acumularon 14,4 y en València, a 30 km, solo 7,8 l/m2. Por ello, Núñez considera que «la ultraprecisión» es «uno de los errores más grandes que se pueden hacer» porque si la ciencia tuviera la capacidad de predecir estas cifras Turís estaría en rojo pero l'Horta sur, donde se contabilizó la mayor parte de víctimas mortales, estaría en verde porque allí no llovió. Aún así, han defendido que España cuenta con sistemas y herramientas muy avanzadas de predicción y, de hecho, el aviso lo ciñeron a un cuarto de la provincia de Valencia, un área muy pequeña, mientras que en Estados Unidos cuando da un aviso de tornados lo dan para todo un Estado. Además, Tamayo han recalcado que Aemet «no sobreavisa» porque activan «muy pocas veces» el aviso rojo por lluvias en la Comunidad valenciana y «cuando lo hacen es porque va a pasar algo gordo». De hecho, el pasado año no hubo ninguno y el 29 de octubre ha sido el primero de este año y han recalcado que «esta generación no se va a olvidar de lo que es un aviso rojo». Pero ha defendido más pedagogía y formación, empezando por los colegios, porque «hay que evitar que se pierda la cadena de transmisión de estos efectos meteorológicos ya que en el Turia estas riadas castróficas se repiten cada 60 o 70 años. Así, se tiene constancia de 11 en los últimos 700 años. El informe de Aemet señala que las precipitaciones torrenciales de ese día no tienen precedentes en localidades del interior y prelitoral de la provincia de Valencia . Así, estas extraordinarias precipitaciones en zonas de interior, en cabeceras de ríos y barrancos que tienen su nacimiento a 1000 metros o algo más de altitud, originaron «violentas riadas y barrancadas que llegaron a localidades del litoral donde no llovía, provocando la catástrofe hidrológica más trágica de las últimas décadas en España, con más de 220 fallecidos y daños millonarios en infraestructuras». Una de las «claves» por las que se explica la violencia del temporal fue «la advección de una masa de aire saturado de humedad y anormalmente cálido conducida por un chorro de viento en capas bajas ». Así, la cadena de altas presiones de bloqueo que se extendían desde el Atlántico nordeste penetrando por el continente hasta Europa central, fue el mecanismo de transporte de la masa de aire cálido y húmedo por el flanco sur del anticiclón y en su recorrido final, el flujo de viento se intensificó impulsado por la borrasca que se formó en superficie en la zona del golfo de Cádiz casi en fase con el centro de la dana, además de una baja secundaria en el entorno del cabo de Palos. Los días previos al 29, una dana se fue descolgando de la circulación general de norte a sur hasta quedar situado su centro en la zona del Estrecho es jornada, con aire frío a una temperatura inferior a -22 ºC en 500 hPa (unos 5500 m de altitud) y gran forzamiento dinámico sobre el este de la Península. En capas bajas, «un intenso chorro de viento conducía los sistemas nubosos hacia las montañas litorales y prelitorales de la provincia de Valencia, con ascensos forzados que se sumaban a la flotabilidad positiva en un ambiente inestable previo, produciéndose intensas convergencias de viento y de humedad que provocaron precipitaciones torrenciales en zonas de interior y prelitoral, con un extraordinario gradiente pluviométrico en unos pocos kilómetros». Además de las precipitaciones, también se produjo un extraordinario episodio tornádico en la comarca de la Ribera Alta, con al menos once tornados que afectaron a zonas de los términos municipales de Turís, Carlet, Catadau, Llombai, Alginet y Benifaió.

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