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Melaíto

Precisamente hoy, 20 de diciembre, celebra aniversario de fundado uno de los suplementos de humor gráfico más populares y consistentes en el tiempo que pulula en nuestra Isla y algunos rincones del universo. Sí, porque Melaíto es también un referente, un amuleto, un gran recuerdo que muchos cubanos llevan consigo a dondequiera que vayan.

Y ya lo dije, Melaíto, el suplemento más antiguo del villaclareño periódico Vanguardia está celebrando hoy su 56 aniversario y como de costumbre, lo festeja con la premiación y apertura de su salón internacional, en las categorías de Humor General y Humor Erótico, este último, distintivo en los quehaceres de la reconocida publicación de la región central.

Dice una antigua máxima que recordar es volver a vivir, y si es así, ahora mismo estoy lleno de vida porque son muchos los recuerdos, todos muy agradables, que tengo de ese colectivo, a cuyos integrantes conozco personalmente por más de 30 años… ¡éramos tan jóvenes!

Un momento: Eran jóvenes, pero con una obra distintiva y el absoluto reconocimiento de todos, además del aprecio recíproco, porque eran y son, como diría Alberto Luberta (que también los apreciaba y distinguía): ¡qué gente caballero, pero qué gente!

Por eso prefiero no seguir hablando de este entusiasta piquete, porque sé que terminaré con los ojos llorosos de tanto reír y de tanta nostalgia. Prefiero entonces traer a colación los criterios que algunos colegas hicieron cuando el «bisoño» grupo, ahora próximo a arribar a la tercera edad, cumplió medio siglo.

Una sonrisa juvenil de 50 años

«Melaíto es un colectivo insigne de la gráfica humorística cubana, integrado por cuatro gigantes: Pedro Méndez, Alberto Linares, Alfredo Martirena y Roland Rodríguez, con Celia Farfán como colorista y diseñadora, todos tan cubanos como la obra que han construido, cumple 50 años. Desde sus inicios fue raíz y savia, llevó intrínseco la herencia humorística y de la caricatura cubana, desde el momento fundacional fue un hecho cultural original…

«Su logotipo, esa insigne mocha de machetero, les ha servido para vencer batallas, entre estas, el período especial y la escasez de tiradas impresas, y convertirse en muralistas. De esa manera, desde las grandes paredes de la ciudad de Santa Clara defendieron la causa de los Cinco Héroes y la paz, también denuncian la indisciplina social, el burocratismo y dejan ver en sus caricaturas la cubanía, ese elemento esencial de la identidad de un pueblo que es además una de las grandes fortalezas que los mantienen indeclinables en sus principios, porque desde el humor genuino se vencen batallas».

Así los vio la periodista Lourdes Rey, del periódico Trabajadores en 2018, mientras que  en agosto de 2021 el periodista Jorge Rivas Rodríguez , en Cubaperiodistas, nos recordó:

«En el año de su surgimiento, Cuba se preparaba para una gran contienda azucarera, la llamada zafra de los Diez Millones (de toneladas de azúcar), que debía realizarse en 1970. Un peso importante en este empeño lo tenía el centro del país, donde funcionaban los más grandes centrales y resultaba vital el aporte de esta zona para llegar a esa cifra.

«Entre los múltiples preparativos para contribuir a tan ambiciosa meta estuvo la idea de crear este medio humorístico, que reflejara los avatares de la contienda. Y el 20 de diciembre de 1968 vio la luz A Millón hasta los Diez.

«Entre sus comics recurrentes aparecía el personaje de Melaíto, creado por Orlando Marín. Se trataba de una suerte de chino cubanizado que dio origen al nombre definitivo del semanario, que contaba con ocho páginas».

Un gigante de la poesía y la prosa, cubano rellollo y santaclareño a más no poder, el amigo Yamil Díaz Gómez, los llamó Heraldos de la risa, en su publicación de diciembre de 2018, en La Jiribilla:

«Mientras fui niño, dos ingredientes no faltaban nunca a mis cuadernos secretos: décimas con malas palabras y unos torpes dibujos con que intentaba remedar las caricaturas de Linares, Panchito y Juan Padrón. Por aquel tiempo había tanto papel que en las bodegas no se habían extinguido los cartuchos y, cada sábado, el Melao alegraba los kioscos de prensa de lo que era entonces para mí todo el mundo conocido. Pancho, el borracho que me quedaba a un par de puertas, vivía tan desinformado que cuando otro vecino le pidió que le comprara un Melaíto, solo atinó a preguntar si eso no se derretía.

«Aquella anécdota circuló por el barrio, como una ingenua confirmación de una de las grandes virtudes que este grupo de artistas puede exhibir al cabo de 50 años: nuestro Melao no se ha derretido, pues, además de dulce y cubanísimo, es en extremo consistente. Tan consistente que sobrevivió a la crisis de papel y al pesimismo de ciertos años negros. Tan consistente que logró definir y mantener una estética propia, pues Melaíto no ha sido nunca un Palante ni un dedeté de provincia, ni un equipo Metropolitanos del humor. Inobjetablemente, es Melaíto. Y al mismo tiempo, cada artista ha tenido su línea inconfundible».

Muchos otros intelectuales, investigadores, amigos… han escrito sobre este inmenso colectivo que se renueva con jóvenes figuras. Un relevo garantizado con talento, con excelente humor, con la esencia de los melaítos y con un sentido de pertenencia y amor por esta publicación que siempre han manifestado todos los que están, los que lamentablemente no están y los que alguna vez pasaron por allí.

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