Una ruta del Camino de Santiago poco conocida que es Patrimonio Mundial
Es la segunda gran ruta jacobea de La Rioja . Recorrido por los peregrinos desde el siglo X para llegar a Compostela, evitando así los Pirineos, el Camino interior del País Vasco y La Rioja , incluido en el Patrimonio Mundial de la Unesco, atesora en sus cincuenta kilómetros de recorrido por tierras riojanas, con la ciudad de Haro como eje, numerosos lugares marcados por historia, arte, fe, naturaleza, gastronomía y leyendas que, sin embargo, son desconocidos por muchos. Un camino que forma parte de los orígenes del fenómeno jacobeo, que habla, como el vino, a los sentidos de los peregrinos, caminantes y viajeros. Briñas, la Capilla de las Ánimas. La ruta comienza, tras descender el Portillo de la Lobera, en el pueblo de Briñas, en cuyo entramado medieval de casas señoriales se erige majestuosa la iglesia de la Asunción, del siglo XVI, así como el Rollo Jurisdiccional y el Cadalso-Humilladero, uno de los dos existentes en La Rioja. Una pequeña capilla dedicada a las ánimas en la que los reos encomendaban su alma antes de ser ajusticiados y donde, hoy como ayer, los peregrinos piden protección para su ruta. Saldremos de la misma por la calle de la Solana para proseguir camino a la vera del río Ebro, por los meandros que forma el cauce fluvial entre olmos y chopos hasta el Puente de Briñas, gótico. Fue construido en tiempos del rey Sancho III de Navarra, en el siglo XI, y ampliado en el XVI, y tiene siete arcos apuntados y seis machones en forma de proa, que dan la bienvenida a la ciudad de Haro, a la que accederemos por el popular barrio de la Estación, donde se hallan bodegas centenarias de vino. Haro, la Capital del Camino interior del País Vasco y La Rioja. La Capital de La Rioja Alta bien merece una parada de varios días. Haro es mucho más que vino, que también. Las calles del casco antiguo, declarado Conjunto Histórico Artístico, atesoran singulares rincones marcados por historia, arte y leyenda como los restos de la antigua muralla medieval, la Puerta de San Bernardo-El Portillo, la Puerta de Santa Bárbara o el Torreón de los Perdones, el Calado Municipal y el del Terete, las laberínticas y subterráneas bodegas urbanas, la antigua Casa de las Monjas y sus curiosas marcas de cantero renacentistas o la Casa de la Orden de Calatrava y el 'arco conopial'. Estas dos últimas se hallan en la plaza donde está la iglesia de Santo Tomás, templo gótico, de portada plateresca, donde se guardan y conservan las reliquias de los eremitas San Felices, patrón de la urbe, como de su discípulo San Millán, un Lignum Crucis, y un museo de vinos misales, procedentes de todo el mundo. La cúpula de piedra, que se puede recorrer, embruja, y la torre posee un mapa arquitectónico grabado por los constructores. En Haro también es visita obligada la basílica y museo de la Virgen de la Vega, marcada por una leyenda que cuenta que la talla virginal, gótica, del siglo XIII, fue traída desde Granada, y es protagonista de una histórica procesión cada mes de septiembre, la del Santo Rosario de los Faroles. No podemos dejar esta localidad sin visitar los Riscos de Bilibio, a seis kilómetros de la urbe, fascinante paisaje, donde tiene lugar la 'Batalla del Vino', en el que se halla la ermita y la estatua, de San Felices, eremita que fuera maestro de San Millán, en las Conchas de Haro. Bañares, el crismón riojano. Desde Haro el camino prosigue a Zarratón, el pueblo de las siete ermitas (una por cada barrio) y las siete danzas, en el que se alza la iglesia de la Asunción, del siglo XII ampliada en el siglo XVI, de portada plateresca con torre asimétrica de más de treinta metros. Según un dicho tradicional, 'engaña a pobres' porque desde la lejanía parece una catedral. En el interior se guardan y veneran las reliquias de San Blas, por lo que era parada de referencia para los peregrinos medievales. La senda continúa por campos de cultivo a Madrid de los Trillos, en el municipio de Cidamón, donde se fundó el séptimo convento de la Orden de San Francisco y la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, del siglo XVI, y la ermita de la Virgen del Buen Suceso, barroca, del siglo XVII. Y más tarde llega a la localidad de San Torcuato, referenciada desde el siglo XIII, llamada hasta el siglo XVI Villaporquera, cuya iglesia de San Pablo, del siglo XV, está dedicada al que fue uno de los siete varones apostólicos que evangelizaron la península en el siglo I. Desde aquí, la ruta recorre la llanura entre nogales y almendros rumbo a Bañares, pueblo al que se entra por la calle Real. En esta localidad es de visita obligada la iglesia de la Santa Cruz, del siglo XV, gótica, que guarda el Arca de San Formerio , forrada con chapa y esmaltes, santo mártir protector contra tempestades y granizo, así como un gran sagrario de tres cuerpos de madera dorada del siglo XVIII. Y sin olvidar la ermita de Santa María la Antigua , del siglo XII, hito del románico riojano, con portada de cuatro arquivoltas, ocho columnas, capiteles con leones enfrentados, rostros humanos que salen entre hojas, ajedrezado jaqués, y en el tímpano, la Epifanía con un crismón flanqueado por un toro y un león. Una vez abandonamos Bañares, y tras cinco kilómetros primero por pista asfaltada y después por tierra, finalmente se entra por la calle Doce de Mayo a Santo Domingo de la Calzada , la ciudad del santo constructor y de la popular leyenda de la 'gallina que cantó después de asada', desde donde el peregrino y viajero seguirá por el Camino Francés, la gran ruta jacobea, su ruta a Compostela.