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El malecón es Patria

El malecón no siempre es el mismo. Es puerta, confidente, inspiración, amor, fiesta, refugio, pueblo, agradecimiento, juventud, patria… A todas horas muchos llegamos allí, donde se acaba la tierra y comienza el mar, porque en ocho kilómetros de muro se puede hallar un poco de cada cosa. ¿Puede alguien dudarlo después de lo vivido este viernes en La Habana?

Quienes participamos en la marcha combativa contra el bloqueo y por la eliminación de Cuba de la infame lista de Estados patrocinadores del terrorismo convocada en la clausura del 9no. Pleno del Comité Central del Partido, vimos un malecón diferente, desde la Tribuna Antimperialista José Martí hasta G y Malecón, pues el puente de amor levantado desde Cuba busca el fin de una criminal política con la que Estados Unidos daña no a nuestro Gobierno —como quieren hacer ver—, sino a la familia toda y al mundo.

Como yo, más del 80 por ciento de nuestra población ha nacido bajo el injusto cerco, único de su tipo en el mundo por su duración y alcance. Ahí está una de las respuestas de por qué en Cuba hubo una marcha en la orilla de La Habana con el General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana, y Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, a la cabeza; una marcha frente a la Embajada del imperio.

Ese es el malecón, con su espíritu de trabajo y disfrute, el mismo donde miles de cubanos y amigos del mundo caminaron con banderas y carteles en los tiempos en que todo un pueblo pedía que el pequeño Elián creciera aquí, con su padre; la vía donde tanto coreamos por el regreso de cinco jóvenes héroes. Eso recordamos este viernes, como también las marchas por allí con Fidel a la cabeza.

Junto a las olas del malecón, el tricolor de nuestra enseña nacional volvió a percibirse más bello y el camino de la libertad, la soberanía y el antimperialismo siguió definiéndose como el único posible para quienes construimos y soñamos una Cuba más próspera y mejor, pero sin presiones, chantajes ni bloqueos. El malecón fue gran puente de amor, de lucha por la vida, por la justicia y la verdad; un hermoso sitio para esas causas dignas, justas y heroicas que la Revolución nos da para defender.

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