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La democracia peruana: de la gravitación a la fisíca cuántica, por Efraín Gonzales de Olarte

Se ha hecho difícil analizar lo que está pasando en el Perú. Tenemos un gobierno con 3% de aprobación y un congreso con 5%, es decir sin legitimidad, sin embargo, se dan el lujo de aprobar leyes que generan mayor violencia, mayor desigualdad, que están acabando con el Estado de Derecho y no pasa nada. Es una dictadura inédita, sin líder visible, sin un partido de base, pero sobre todo sin una idea de qué hacer con los problemas del Perú, pero sÍ de beneficiarse y de tratar de generar normas para que el esquema de gobierno actual se pueda repetir en el 2026. Esto se parecería a la aparición de un agujero negro político, que nos está comenzando a tragar.

En la medida que la ciencia política o la economía política, no logran explicar lo que sucede en el Perú, me apoyaré en la Física, para tratar de entender lo que está pasando y sus posibles futuros.

Dos pilares esenciales de la física moderna son la teoría de la gravitación y la mecánica cuántica. La primera permite entender el movimiento de los planetas y las leyes que los gobiernan, es decir trata de fenómenos macro, en cambio, la segunda explica los fenómenos que se dan a escala atómica, es decir de fenómenos micro. Con la teoría de la gravitación llevada a la política podríamos explicar la existencia de partidos políticos, la necesidad de una Constitución, el equilibrio de poderes, las elecciones con tres o cuatro partidos, es decir fenómenos macro. Sin embargo, como los partidos políticos ya no existen en el Perú, la Constitución se ha desfigurado en favor de intereses particulares y por el momento tenemos 37 “partidos” o movimientos electorales, esta visión macro no se puede aplicar para entender lo que está pasando en nuestro envilecido país, salvo para algunas decisiones por ejemplo del Congreso cuyas leyes apoyan el desarrollo de la criminalidad y de la minería ilegal.

En cambio, la física cuántica nos podría ser más útil, pues se basa en principios que no se observan a nivel macro tales como el principio de incertidumbre de Heisenberg que establece que no es posible conocer simultáneamente, y con absoluta precisión, la posición y el momento (el producto de la masa por la velocidad) de una partícula. Más precisamente, cuanto mejor se conoce una de estas magnitudes, mayor es la incertidumbre en la otra. Este mismo principio se puede aplicar a los políticos peruanos quienes pertenecen o pertenecían a algún partido o movimiento -lo cual nos daría con cierta precisión qué principios o doctrina defendían- pero al mismo tiempo es absolutamente indefinida su posición política ante una determinada ley o reforma. Es decir, el comportamiento de los políticos peruanos obedece al principio de incertidumbre tal que, cuanto más creemos conocer su línea política, su comportamiento se hace más aleatorio e incierto con resultados que no buscan el bien común sino el beneficio particular.

Si es así, ahora entendemos que no habrá solución a los problemas peruanos más acuciantes porque simplemente la política peruana se mueve en el mundo de la incertidumbre en la que los políticos duales seguirán buscando sus propios beneficios, para lo cual su comportamiento seguirá siendo impredecible. Pero, este comportamiento puede llevar a una implosión política o generar un agujero negro, en el que no sabremos a qué atenernos. Aunque también puede llegar a una explosión, que podría desmembrar el país, dados los reclamos sociales y económicos de varios departamentos del interior.

Los comportamientos individualistas (aleatorios) en la política peruana basados en una ética marxista de Groucho, “si no te gustan mis principios te los cambio por otros” están reduciendo el Perú a un conglomerado de personas incapaces de buscar un objetivo común, y la prueba es que la delincuencia se está apoderando del Perú, momentáneamente en el Congreso y en el Gobierno, pero de manera permanente en la minería ilegal, la tala ilegal, los secuestros, en las extorsiones, que ya están haciendo parte de esta “singularidad(1)” en la que se está convirtiendo el país y está dejando de ser “nuestro país”.

Lo que no sabemos es cómo se puede salir de esta crisis dado este análisis, en la medida que no sabemos el umbral de resistencia de los peruanos frente a cambios institucionales, que pretenden la permanencia o renovación en el poder de políticos de la talla educativa y moral como los actuales. Lo que no está sucediendo es cómo y por qué el resto de la población (partículas que se comportan menos aleatoriamente, pues funcionan con base en las instituciones aún vigentes, las normas constitucionales y legales, ciertos principios éticos) no reaccionan de manera masiva y sólo hacen por grupos y problemas particulares, por ejemplo: las marchas de los transportistas por menor violencia y control del sicariato, las de sectores populares en contra de las extorsiones.

Parece que está faltando algún proceso de aceleración de las partículas buenas a través de un catalizador que provendrían de liderazgos institucionales y/o personales. Felizmente, las sociedades no se rigen estrictamente por las leyes naturales, sino, sobre todo por acuerdos forzados o voluntarios, basados en la razón práctica y el bien común. Ojalá que el Perú no se convierta en un agujero negro, todo dependerá de la recreación de las fuerzas gravitatorias, es decir la recuperación de las instituciones y del Estado de derecho.

(1) El punto de inicio de un país sin reglas, sin Estado de derecho, sin instituciones y sin principios éticos.

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