Unos padres engañan a sus hijos haciéndoles creer que no tienen regalos de Navidad y esta es su reacción: «Me cago en...»
La Navidad es una de las épocas más esperadas por los niños, no solo por las vacaciones escolares y las comidas familiares , sino especialmente por la llegada de Papá Noe l o los Reyes Magos . Estas figuras mágicas no solo traen regalos a los hogares, sino que también actúan como jueces del comportamiento de los pequeños durante todo el año. Según la tradición, aquellos que se portan bien reciben juguetes y dulces, mientras que los que no cumplen con las normas pueden encontrarse con un pedazo de carbón como castigo. En muchas familias, esta dualidad se utiliza como una herramienta para enseñar valores , aunque algunos padres llevan la lección un paso más allá. En ese sentido, una pareja decidió poner a prueba a sus hijos con una broma que simulaba que los Reyes Magos habían decidido no dejarles regalos debido a su mal comportamiento. Lo que no esperaban era que la reacción de los pequeños fuera tan exagerada. El vídeo, que fue compartido en plataformas como TikTok y Twitter el año pasado, ha generado desde entonces miles de comentarios que se dividen entre quienes critican la actitud los padres y quienes ponen de manifiesto la falta de educación de los niños. El clip comienza con el padre leyendo una carta que, según él, habían dejado los Reyes Magos. «Somos los Reyes Magos, Amador y Pepín, hemos decidido este año 2024 pasar de largo y no dejaros ningún regalo por ser niños muy malos y decir muchas palabrotas y fumar», dice el hombre mientras los dos niños lo miran con incredulidad. Para reforzar la broma, los padres colocaron un plato con trozos de carbón que, entre risas contenidas, la madre asegura que «se puede comer». Sin embargo, los niños no se lo tomaron nada bien. Uno de ellos, visiblemente frustrado, estalla en lágrimas y grita con rabia: «¡Me cago en tus muertos!». En medio del caos, el padre intenta calmar los ánimos y decide revelar el verdadero final de la historia. «Bueno, esperad que al final le he pegado una paliza y le he convencido. He llorado y todo y al final mira, pasad a la habitación», dice señalando una puerta. Al abrirla, los niños encuentran la habitación llena de regalos perfectamente colocados y los gritos de emoción reemplazan las lágrimas y la rabia.