Enrique Vila-Matas y la lectura como forma de vida
Bien sabemos que el español Enrique Vila-Matas es uno de los escritores mayores en castellano en la actualidad. Es del mismo modo una especie de faro para muchos autores que pretenden hacer una obra dentro de las coordenadas de la propia literatura, llámesele metaliteratura. Tampoco nos referimos a que su literatura obedezca a una propuesta fría. Nada más lejos de la realidad. Enrique Vila-Matas es un autor que derrocha humor y mucha ironía.
Cuando me adentro en las páginas de cualquiera de sus libros, tengo la sensación de estar leyendo ensayos y artículos disfrazados de novelas y cuentos. Sabemos, de sobra, que su poética radica en una suerte de disidencia de lo literariamente establecido, encontrando más de un puente comunicante entre géneros literarios (por ejemplo, ¿qué es exactamente su libro París no se acaba nunca?). A lo largo de su obra, el autor nos dice que no intentemos dividirlo en categorías, es decir: él es el mismo ya sea en ficción como en el ensayo. Y más de uno se lo agradece, porque consigue proyectar en el lector la confianza de que vale la pena ser uno mismo, a riesgo de fracasar en la empresa. O sea, y así se pinte de exageración, su magisterio tendrá el mismo sendero de Jorge Luis Borges. A Vila-Matas, sencillamente, no lo podrás imitar. Sin embargo, de él sí podrás aprender a pergeñar una tradición literaria personal.
Esta es la impresión que me dejó la relectura de Una vida absolutamente maravillosa (Debolsillo), publicación en la que se reúne una excelente selección de sus ensayos. Nos enfrentamos a la radiografía de una poética férrea que apostó desde el inicio a forjarse una perspectiva distinta de la de sus compañeros de generación. No por nada, André Jaume, que estuvo al cuidado de la edición, señala que estos ensayos vendrían a ser el testimonio de sus comienzos hasta su consagración. Leer estos ensayos es como ingresar a la máquina del tiempo o hurgar en sus motivaciones creativas, que no solo se ciñen a la literatura, sino también al cine, la pintura y el teatro. Y, de paso, encontramos entre líneas algo que se ha dicho muy poco de él: una postura política de izquierda, detalle que tiraría por los suelos cuando se le asocia solamente como un autor metaliterario, ajeno y distante de lo que llamamos vida o experiencia.
Si un escritor es hijo de sus lecturas, Vila-Matas es un ejemplo mayor. Por ejemplo, en la sección “Para acabar con los números redondos”, Vila-Matas nos ofrece un catálogo de autores no solo inscritos en la tradición francesa, a la que siempre se le ha querido vincular. Nombres como Celan, Gómez de la Serna, Benjamin, Bioy Casares, Monterroso, Pitol, Highsmith, Sterne y muchísimos más son parte de su canon, y no únicamente por sus virtudes literarias, porque en más de una semblanza deja plasmada también una deuda vital con ellos, la cual ha puesto en práctica en su propia vida.
De hecho, ya no tendremos que hacer arqueología virtual para dar con sus ensayos, esta publicación nos ahorra el trabajo. Ahora nuestra tarea consiste en sentarnos y leer despreocupadamente, tal y como tenemos que acercarnos a los grandes libros. Sin apuro, no solo hay que saborear la prosa, sino ver lo que alimenta su pensamiento.
Una vida absolutamente maravillosa (título tomado de una declaración del pintor francés Marcel Duchamp) es uno de sus libros capitales. Esta es una autobiografía basada en la experiencia de la lectura. La que vale, la que queda.