El equino, un nicho de dinero para España
Las actividades relacionadas con el sector ecuestre generaron un movimiento económico de 7.392 millones de euros en 2019 en España -es el último dato del que se dispone- y un impacto directo e indirecto de 5.777 millones, según se lee en el estudio 'II Impacto del Sector Ecuestre en España', elaborado por la consultora Deloitte para la Real Federación Hípica en 2022. A todo esto, añádase el impacto inducido, que es el incremento de renta en los hogares que generó la economía vinculada a las tres etapas del ciclo del caballo (cría, transformación y explotación): 1.615 millones de euros. La lista sigue. En 2019 esta industria generó 149.863 puestos de trabajo y 1.138 millones de euros en concepto de retornos fiscales para Hacienda (575 millones en IRPF, 150 millones en Impuesto de Sociedades y 413 millones en IVA). En total, la contribución al PIB fue del 0,59%. Los números sorprenden viniendo de un sector que es uno de los grandes desconocidos de la escena agropecuaria española. En el imaginario colectivo, el caballo se percibe como parte de la estampa rural o un deporte circunscrito a ambientes sociales muy exquisitos, pero no como una industria milmillonaria y que, debidamente regulada, podría ayudar a paliar los efectos del despoblamiento rural o la excesiva languidez de la oferta en formación profesional, que es un talón de Aquiles de nuestra economía. En esa guerra está Álvaro Arrieta , fundador y presidente de Oxer Sport (empresa líder en eventos ecuestres en España), en dotar a la economía equina de la estructura que le falta para despegar. En el punto de mira están Francia o Reino Unido, países que son referencia en este ámbito. España, explica Arrieta a ABC, tiene las condiciones climatológicas ideales y la «cultura del caballo» suficiente como para ser el líder de la industria equina en Europa. Los datos le dan la razón. En 2022 el censo de caballos era ligeramente inferior al de 2013, año en que se publicó el último estudio de la Real Federación, y a pesar de esto en esos siete años el impacto económico del sector aumentó en unos 2.000 millones. Es decir, que las empresas están generando cada vez más valor añadido. A su vez, el peso sobre el PIB, que es más revelador porque descuenta la inflación, pasó del 0,51% sobre el total en 2013 al 0,59% en 2022. Para seguir creciendo, explica Arrieta, falta vertebración, una mejor oferta formativa, menos impuestos e información, que es básica para establecer una estrategia coherente. De los 722.158 équidos que hay en España (datos de 2019), apenas un 10% están federados, lo que significa que la mayor parte del censo es un 'agujero negro' informativo. Algo similar sucede con los hipódromos, buena parte de los cuales no pertenecen a ninguna asociación. Las escuelas hípicas y centros de turismo ecuestre, otro tanto. Según explica Arrieta, Deloitte tardó año y medio en hacer el informe porque la recopilación de los datos resultó ser una tarea ardua. De un tiempo a esta parte el Ministerio de Agricultura ha liderado alguna iniciativa, por ejemplo la creación en 2019 del Centro Nacional de Referencia Zootécnica para el Sector Equino, cuya misión es la mejora de la cabaña equina y la promoción del crecimiento económico del sector, pero hay camino por recorrer. Entre los deberes pendientes, Arrieta sitúa la balanza comercial, que por ahora no está generando divisas. Nuestro país es importador neto de ejemplares de competición (a excepción de los pura raza españoles), y según Oxer esto se debe a la falta de ayudas y a la existencia de un IVA del 21% para la venta, cosa que ahuyenta a los compradores hacia los países en los que gozan de un impuesto reducido. Otro escollo es la escasez de oferta formativa. Bien es cierto que entre 2013 y 2022 el gasto en educación ha pasado de 15 millones de euros anuales a 53, pero desde el sector piden más. En España existen ciclos formativos de grado medio y superior y cursos propios en centros privados que están regulados por el Ministerio de Educación, incluso un Grado Universitario en Ciencias Equinas y Equitación, pero Arrieta explica que del caballo penden muchos empleos especializados que carecen de un curso específico, por ejemplo el turismo ecuestre. Mejorar la oferta formativa, asegura, sería muy beneficioso en un país que está pagando muy cara la sobretitulación de sus jóvenes y ayudaría a combatir el abandono rural, generando empleo de calidad en el agro.