Un torturador disfrazado de prisionero quería pasar ileso en Siria

Era 11 de diciembre. La periodista Clarissa Ward, de la CNN, ingresaba a la sede del cuartel general de inteligencia de la Fuerzas Aérea siria, en Damasco, unos días después de que el dictador Bashar al-Assad abandonara el país. Mientras se adentraba en el lugar, poco iluminado y con paredes blancas manchadas, de pronto se encontró algo que no esperaba: un hombre, escondido bajo una sábana y con rostro de preocupación, se aferró al brazo de la periodista mientras decía ser un prisionero y no haber visto la luz solar en tres meses. Tampoco se había enterado de la caída del régimen de Assad, aseguró.

Las imágenes, compartidas en las redes sociales a través de las transmisiones de la CNN, se viralizaron rápidamente. Conmovieron al mundo. Pero fue eso lo que precisamente ayudó a exponer la verdad sobre aquel supuesto prisionero.

A los pocos días, quizá en apenas horas, cientos de residentes locales identificaron al hombre como un exagente de inteligencia del depuesto régimen sirio y no un ciudadano común que había sido encarcelado, como él había afirmado a la periodista Ward.

Inicialmente, el hombre se había identificado como Adel Ghurbal, de la ciudad de Homs, en el centro de Siria. Pero, tras las denuncias de los habitantes de la zona, se supo que ese no era su nombre real. En cambio, se llamaba Salama Mohammad Salama y era teniente de la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea del régimen de Assad, según la información que luego recibió la CNN.

De acuerdo con las denuncias de activistas y opositores sirios, el hombre participó en detenciones arbitrarias, torturas y extorsiones antes de su supuesto encarcelamiento. Al momento de su encuentro, la periodista de la CNN iba acompañada por su equipo productor y un guardia rebelde.

CNN responde a las críticas

La cadena CNN publicó una declaración posterior reconociendo que el prisionero pudo
haber presentado información engañosa sobre su identidad. Aunque CNN defendió la
veracidad de los eventos captados en su cobertura, aseguró que están revisando los
procesos utilizados en la realización del reportaje.

«Un residente del barrio de Bayada, en Homs, entregó a CNN una fotografía que se dice es del mismo hombre mientras estaba de servicio, en lo que parece ser una oficina del gobierno. El software de reconocimiento facial proporcionó una coincidencia de más del 99% con el hombre que CNN encontró en la celda de la prisión de Damasco. La fotografía lo muestra sentado en un escritorio, aparentemente con ropa militar. CNN no publica la foto para proteger el anonimato de la fuente», precisó la cadena televisiva.

Inmediatamente después de su encuentro y liberación, los guardias rebeldes sirios llevaron a Salama a la Media Luna Roja Siria. La organización de ayuda médica luego publicó una foto de él en redes sociales, diciendo que habían devuelto a un prisionero liberado a sus familiares en Damasco.

Verify-Sy, un sitio web sirio de verificación de datos, fue el primero en identificar al hombre como Salama. El reportaje explica que Salama había estado encarcelado por menos de un mes por una disputa con un oficial de mayor rango sobre la repartición de las ganancias de los fondos conseguidos producto de extorsiones.

La situación pone en evidencia los desafíos de reportar en contextos de guerra, donde las líneas entre víctimas y victimarios pueden ser difíciles de distinguir. Pero también refleja el dilema de verificar lo suficientemente bien las historias antes de difundirlas.

«Es un ambiente caótico, hay una enorme cantidad de flujo, y es muy difícil verificar la información en tiempo real sobre el terreno. Las historias dan giros inesperados. Tenemos que seguir informando sobre ellas sin miedo ni favoritismos, pero es inmensamente difícil en este entorno y creo que tenemos que ser transparentes al respecto», dijo la periodista de la CNN.

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