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San Roque: el guiño a la historia entre el Cristo de San Agustín y el de Vera Cruz

Abc.es 
Uno de los detalles históricos más significativos que dejó la procesión extraordinaria del Cristo de San Agustín fue el homenaje implícito al Cristo de la Vera Cruz , una imagen considerada como la más antigua de la Semana Santa de Sevilla. En un gesto cargado de simbolismo, la Banda de la Cruz Roja interpretó la marcha dedicada al Cristo de la Vera Cruz de Alcalá del Río, un clásico de su repertorio. Aunque no es una obra del crucificado de Sevilla, si era un guiño a la historia del titular de la hermandad nacida en el antiguo convento Casa Grande de San Francisco. En torno al santo Crucifijo de San Agustín existía una cofradía penitencial de gran relevancia histórica, cuya antigüedad rivalizaba con la de la hermandad de la Vera Cruz. Esta hermandad reunía a numerosos devotos que procesionaban con un profundo sentido de penitencia y sacrificio. Después de la hermandad de la Vera Cruz , todo parece indicar que una de las cofradías de sangre más antiguas de Sevilla era la del Santo Crucifijo de San Agustín. Esta corporación mantenía una tradición profundamente austera y cargada de simbolismo, cumpliendo con una rigurosa estación de penitencia a las 3 de la tarde, coincidiendo con la hora tradicionalmente asociada a la muerte de Jesús en la cruz. El itinerario de esta hermandad llevaba a sus miembros en procesión hacia el humilladero de la Cruz del Campo , siguiendo una costumbre que enfatizaba el sacrificio y la penitencia. La cofradía estaba formada por un numeroso grupo de flagelantes, quienes, en señal de arrepentimiento y devoción, se disciplinaban durante el recorrido, creando una atmósfera de recogimiento y fervor espiritual que marcaba profundamente la tarde del Viernes Santo. Esta hermandad, junto con otras de carácter similar, representa las raíces más primitivas y severas de la Semana Santa sevillana , en la que el sufrimiento físico se vivía como un acto de expiación y unión con los padecimientos de Cristo. En el año 1605, Sevilla vivió un acontecimiento memorable relacionado con su devoción al Cristo de San Agustín. En medio de una grave sequía que afectaba a la ciudad, se celebró una novena solemne en honor al crucificado, rogando por la tan anhelada lluvia. Esta novena marcó un episodio de fervor y fe en el que el pueblo sevillano depositó sus esperanzas en el poder intercesor de la imagen. Durante ese tiempo, los franciscanos de la Casa Grande de San Francisco llevaron al Cristo de la Vera Cruz en procesión al convento de San Agustín , mostrando la unidad espiritual entre las distintas comunidades religiosas de la ciudad. El milagro de la lluvia , que se produjo tras estas rogativas , consolidó aún más la devoción al Cristo de San Agustín , convirtiéndolo en un símbolo de esperanza y protección divina para Sevilla. Este hecho ha quedado grabado en la memoria colectiva y en la historia de la religiosidad popular de la ciudad.

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