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El padre Ángel de Soria, «la extensión de Dios en la Tierra»

Abc.es 
No lo dice ni una ni dos personas. En Soria todo aquel que conoce y está cerca del padre Ángel Hernández sabe reconocer que se ha encontrado con una persona coherente con lo que predica; un ejemplo de entrega de vida a los demás, y de saber perdonar sin límites. «Es la extensión de Dios en la Tierra», sentencia una vecina de Golmayo que prefiere guardar el anonimato. Esta Nochebuena el párroco ha vuelto a celebrar la noche más importante para la comunidad católica con las personas más vulnerables de Soria. Con aquellos que huyen de las guerras, de dictaduras o del crimen organizado. Personas sin nada que perder porque nada tienen. Desde el Hogar de la Parroquia de Camaretas en Soria este párroco vela y vive con los migrantes que huyen de la extorsión, de la amenazas de muerte de los perseguidos por motivos políticos o de identidad sexual. »Algunos han sido tiroteados y otros llegan con hijos enfermos. Sus relatos de vida son muy difíciles. Estas personas emigran porque tienen que sobrevivir, quieren progresar socialmente o tienen que huir. Todos llegan aquí por motivos y causas muy graves», relata. Hace seis años que este sacerdote constituyó el Hogar de Golmayo para acoger a todos aquellos que llegan a Soria y no pueden ser atendidos por el procedimiento estándar al carecer de «papeles». En Nochebuena cenan en la capilla del Espíritu Santo con un menú acorde a las costumbres y la cultura de los comensales. Este año lo han hecho alrededor de medio centenar de personas, de las cuales 25 viven en el Hogar y el resto se han unido porque o bien están solas o carecen de techo. El padre Ángel explica que la mayoría de las personas que viven en este Hogar son hispanos procedentes de Cuba, Venezuela o Colombia pero también hay otros de Burkina Faso y Gambia a los que se les sirve también comida de típica acorde a sus creencias y se les permite bendecir la mesa, puesto que «todos tenemos el mismo Dios». « El menú de Nochebuena está compuesto por platos típicos de Hispanoamérica, ya que los comensales no están todavía acostumbrados a los sabores de la comida española», cuenta. Durante la cena, los árabes también tomaron la palabra en este día y así se les permitió bendecir la mesa y se elaboraron comidas especialmente elaboradas conforme a su religión. Para el sacerdote cenar con los más pobres de la sociedad supone un «gran gozo». Afirma que comparte con ellos la vida diaria, pero también un momento muy especial porque ellos irremediablemente en Nochebuena recuerdan a los que han dejado atrás. «Se crea un ambiente muy bonito de familia. Cantamos villancicos de sus países; ellos se ponen sus mejores galas. Tenemos un niño. Hasta hace poco había otra familia con niños que ya encontrado su camino», cuenta con humildad. En el Hogar viven en una necesidad total, según el sacerdote quien precisa que llegan desde sus países sin papeles por lo que no pueden acceder ni a un trabajo ni a una vivienda, pero tienen que vivir en algún lugar. Esta es la finalidad del hogar: acoger a aquellos que están fuera del sistema de protección. «El objetivo es ayudar a estas familias a que se vayan estableciendo socialmente», recalca. Además, el centro del padre Ángel sirve como lugar para que integren los elementos culturales de España, con el respeto a las costumbres de sus propios países. Tal es así que en noviembre, en el Hogar celebró la novena del Niños Dios, una celebración muy popular en Latinoamérica. El padre Ángel fue antes de desembarcar en Golmayo párroco de la Iglesia de La Mayor en Soria . Ya en la ciudad era un ejemplo del buen cristiano y acostumbraba a cenar en Nochebuena con los presos que ese día tenían permiso penitenciario y con las personas sin hogar. Cuando los sorianos se retiraban a cenar en sus casas, él salía e invitaba a los sin techo a compartir mesa y mantel con su familia. Un año llevó a diez personas a cenar a casa de sus padres. «Mis padres ahora son mayores y hacemos la cena en la Parroquia de Golmayo. El perfil es diferente porque las personas que se congregan en el Hogar son en su mayoría inmigrantes», indica. Asegura que el conocer la realidad y la historia de vida de las personas que habitan el Hogar es una lección para «toda la sociedad», ya que se evidencia el «mal» que entraña prejuzgar. En su opinión, sirve para reconocer que el desprecio y los juicios apriorístico deberían de rechazarse. En este sentido, hizo un llamamiento a no guardar recelo al inmigrante , ya que el ser humano persigue vivir con una seguridad y unos privilegios propios del Estado del Bienestar. «Estamos de acuerdo que todo el mundo no viene con la misma actitud pero tenemos que abrir los ojos y no prejuzgar. En otras épocas fueron los españoles la población migrante. En la Guerra Civil muchas personas huyeron», recuerda sin pasar por alto, que Soria, la provincia más despoblada de España, necesita el el aporte de todos ellos para mantener sus servicios. En los seis años que lleva el Hogar de Golmayo en funcionamiento han pasado por él 150 familias. Gracias a la ayuda del padre Ángel han podido integrarse en la sociedad soriana, tener una vivienda y acceder a un puesto de trabajo. Este párroco, que adolece de cualquier signo de egolatría, es más, prefiere desplegar su acción de forma discreta y fuera de los focos, recuerda que el espíritu navideño, donde se hace presente a la familia, la vida, el amor y la amistad, debería estar presente el resto del año. «Yo creo que no hay Navidad sin Jesús , que se hace presente también en los pobres, que son presencia y juicio de Dios. La actitud de ser mejores en Navidad ayuda el resto del año. Si tu vida la entregas a otros todo cobra sentido. Animo a abrir los ojos, la mente y las manos para entrar en esa ayuda sostenida todo el año de solidaridad y fraternidad», alienta.

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