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Indignación en el campo mallorquín por el acuerdo UE-Mercosur: “Estamos pidiendo a gritos no morir”

Agricultores y ganaderos exigen a Europa que los productos que entren de terceros países cumplan con la normativa comunitaria: “La defensa de la legislación social y medioambiental europea debe ser para lo que se produce en Europa, pero también para lo que se consume”

Vivir del campo en Mallorca no es posible sin subvenciones

Más de 330 tractores cambiaron la tierra por el asfalto en Mallorca el pasado 19 de febrero. Una fila de vehículos agrícolas de más de 3 kilómetros tomó el centro de Palma, ciudad habitualmente saturada por el tráfico. A su paso, los agricultores encontraron el aplauso de los ciudadanos. 

2024 termina igual que empezó, con el campo protestando en la ciudad. Más de 5.000 agricultores y ganaderos llegados de todos los puntos de la geografía española se concentraron la semana pasada ante las puertas del Ministerio de Agricultura en Madrid para mostrar su rechazo al acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur. Para Joan Company, gerente de ASAJA Balears, “es la última cuchillada”.

Las reivindicaciones de aquellas protestas siguen vigentes. Tras la tractorada, explica Company, “algunos problemas se han resuelto, sobre todo la simplificación administrativa, pero hay muchos otros sin resolver y ahora añadimos más”. Para Company, “la verdadera amenaza para nuestro sector es la proliferación de acuerdos de libre comercio de la UE con terceros países, como Mercosur, Chile, Marruecos o Nueva Zelanda, con precios por debajo de nuestros costes de producción y sin cumplir las normativas que imperan para las producciones comunitarias, es un partido con las reglas amañadas”.

El gerente de la organización agraria pone un ejemplo: “En Brasil es legal engordar las vacas con Clembuterol, hormonas de crecimiento prohibidas en Europa desde hace 20 años por los impactos en la salud humana, unos tenemos que ser respetuosos con todo y los otros no tienen que ser respetuosos con nada”. De ahí que exijan cláusulas espejo a los productos agroalimentarios que entran en Europa, es decir, que los controles sanitarios y exigencias sociales, laborales y medioambientales sean las mismas.

“Yo soy defensor de la legislación social y medioambiental europea, pero esa defensa no tiene que ir solo para lo que se produce en Europa, también para lo que se consume en Europa”, argumenta Miquel Gual, presidente de la Cooperativa Agrícola de Sóller. “El gran drama”, prosigue Gual, “es que Europa es extremadamente exigente con los productos producidos aquí, pero es totalmente laxa con lo que viene de terceros países y, si no jugamos con las mismas reglas del juego, seguro que perdemos”.

Yo soy defensor de la legislación social y medioambiental europea, pero esa defensa no tiene que ir solo para lo que se produce en Europa, también para lo que se consume en Europa

Miquel Gual Presidente de la Cooperativa Agrícola de Sóller

Para Gual, primero tendría que consumirse todo el producto local y, “cuando falte, por la capacidad productiva, sí dejar entrar productos de terceros países, pero con la normativa europea, no con la normativa que de esos terceros países. Los campesinos de Europa estamos pidiendo a gritos no morir”.

“Es muy complicado ser competitivos”, continúa el gerente de ASAJA Balears. “Europa se tiene que plantear muy en serio los problemas de la deslocalización, mucha industria europea se fue al sudeste asiático, de la agricultura ya se ha perdido el 30% de las unidades productivas y vamos camino de perder otro 30, quedaremos la mitad y el papel fundamental de la agricultura es proveer alimentos a la población”, añade.

Recuerda Company que, cuando un mercante quedó anclado en el canal de Suez, “hubo retrasos en la producción industrial de seis meses, estamos en una isla y, cuando ha habido problemas de transporte, nos hemos quedado con los lineales de los supermercados totalmente desabastecidos y esto es política de seguridad”. Reflexiona que “los ejércitos se crean en tiempos de paz, no porque haya guerra ni con el objetivo de usarlos, y ha llegado el momento de cuestionarse la seguridad alimentaria, no como alimentos seguros, sino como suficientes”. “Las grandes revoluciones de la historia han sido por la comida”, recuerda Company.

Para el gerente de ASAJA Balears, “el colmo de la incongruencia del acuerdo con Mercosur es que, siendo el transporte la principal fuente de contaminación de carbono hacia la atmósfera, tengamos que traer aquí alimentos desde tan lejos”. 

“Este acuerdo solo beneficia a las grandes empresas”

Toni Feliu es ganadero ecológico. Su pequeña explotación, ya por la cuarta generación, gestiona unas 200 vacas, cerdos y ovejas, todas de razas autóctonas. “Saben cómo destruir más la red agrícola, tenemos problemas de gente que no se incorpora, pero cómo se van a incorporar”, reflexiona Feliu. Para él, “la agricultura y pesca son moneda de cambio” en acuerdos como el de Mercosur. “Somos tan pocos, interesa tan poco, lo nuestro no vale nada”, añade.

“La explotación más grande de aquí es nada comparada con las de América del Sur, este acuerdo solo beneficia a las grandes empresas y hace daño a los pequeños agricultores, a ambos lados del océano”, critica el ganadero, porque “un pequeño ganadero como yo de los países de Mercosur no podrá venir a España, es un beneficio para los grandes”.  

Sobre la diferencia en los costes de producción, Feliu explica que “no es que lo nuestro sea caro, es que lo otro es demasiado barato, pero así no se puede vivir, no tienen seguridad social ni paro ni inspecciones y la sociedad no nos apoya, compran lo más barato siempre, da igual lo que haya detrás de un producto”.

“Al lado de América, Europa es una provincia y nos manda un mensaje verde de cómo quieren que hagamos las cosas, pero ellos hacen otra, no tiene sentido”, se lamenta Feliu. Y lanza una pregunta: “¿Por qué me das subvenciones si compras fuera más barato? No me des subvenciones, deja que mi género valga un precio justo, no un precio con el que no se puede vivir”.

Para el ganadero, el convenio con Mercosur lo que implica es “una pérdida de cultura, de gastronomía, de saber trabajar el campo, de razas autóctonas y variedad local”. En una isla como Mallorca, cuya principal actividad económica es el turismo, Feliu recuerda que “los que vienen aquí de viaje quieren comer lo local, un chuletón de aquí, no de Brasil, verduras cultivadas en nuestra tierra, no en la otra parte del mundo”.  Concluye Feliu que, sobre el campo, “todo el mundo opina y sabe más que nosotros, vienen a decirnos lo que tenemos que hacer, nos lo cuestionan siempre todo, dejadnos morir tranquilos, dejadnos hacer”.

La soberanía alimentaria, en peligro

Matías Adrover, agricultor y socio de Terracor y Terragust, tiene 53 años y lleva “toda la vida en el campo”. “Somos la tercera generación y espero que haya una cuarta”, detalla. Terracor siembra frutas y hortalizas para consumo local y Terragust nació en 2019 con la idea de transmitir al consumidor “lo que se hace en el campo, cómo se hace, para que cuando vaya a comprar sea consciente del trabajo que hay detrás y de por qué un tomate tiene sabor y otro no”, explica Adrover a elDiario.es.

Asegura el agricultor que Mercosur les “afectará en cuestión de rendimiento, los precios van a bajar, habrá una mayor oferta de productos” y afirma que no estarían en contra “pero si trabajaran con la misma normativa” que trabajan ellos. “Pero allí tienen barra libre”, lamenta. Remarca que, sobre todo, afectará al consumidor, “se llevarán en el pack cosas que no deberían estar incluidas, como pesticidas y hormonas”. Ahora, que es temporada de naranjas, explica Adrover que “el consumidor encontrará naranjas de Sudáfrica, Sudamérica y las nuestras, y lo que tiene para escoger es la vista y el precio, sin saber todo lo que hay detrás”.

Precisamente, la Conselleria de Agricultura, Pesca y Medio Natural de Balears ha dado a conocer que ha identificado cuatro productos hortofrutícolas, provenientes de países de fuera de la Unión Europea, con presencia de fitosanitarios que no se pueden aplicar en cultivos europeos. Aun así, la concentración de estas sustancias no ha superado los límites, por lo que no se ha podido iniciar ningún procedimiento sancionador.

Otro de los puntos críticos del sector primario, recuerda Adrover, es la diferencia entre lo que cobra el agricultor y el ganadero y lo que paga el consumidor: “Aquí hay un desfase muy grande, el consumidor paga muy caro y el agricultor cobra por debajo de costes, y si podemos ir subsistiendo es por la aportación de la PAC, pero esto no debería ser así, vamos por el mal camino”.

“¿Vamos a deslocalizar también la comida?”, reflexiona Adrover. Y expone los riesgos: “Habrá un temporal, no podrá venir el barco y son años de trabajo para que un cultivo sea productivo, está en peligro la soberanía alimentaria, si no estamos produciendo aquí, algún día puede haber un problema grande”.

¿Vamos a deslocalizar también la comida? Habrá un temporal, no podrá venir el barco y son años de trabajo para que un cultivo sea productivo, está en peligro la soberanía alimentaria, si no estamos produciendo aquí, algún día puede haber un problema grande

Miquel Adrover Agricultor y socio de Terracor y Terragust

Intercambiar coches por vacas

“Es un intercambio de coches por vacas”, así resume Fernando Fernández, director general de Agricultura del Govern balear el acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur. Asegura que, “como todo en este tipo de acuerdos, hay luces y sombras”. Y añade que “el comercio internacional es un buen instrumento de desarrollo de los pueblos y el sector de la automoción en Europa va a ser un sector beneficiado y el sector agrario y ganadero claramente va a ser un sector perjudicado”. El acuerdo con Mercosur “va a permitir que la carne de ternera de Brasil o de Argentina entren prácticamente con arancel cero las primeras 160.000 toneladas y las siguientes con unos aranceles muy reducidos, igual que el azúcar en el caso de Brasil, y nosotros venderemos coches con aranceles bajos”, explica Fernández. 

Aunque añade el dirigente que “hay sectores agroalimentarios como el vino o el aceite que pueden verse beneficiados por la apertura de estos mercados, los sectores más perjudicados para nosotros van a ser la ganadería y ciertos sectores agrarios, como el azúcar y algunos cultivos extensivos”. 

Desde su punto de vista, “la Comisión Europea tiene que ser mucho más sensible con el sector primario cuando negocie acuerdos multilaterales de comercio, tiene que haber un proceso de consulta mucho más transparente, abierto y real”. Y es que hasta COPA-COGECA, la organización que representa a los agricultores europeos y sus cooperativas, tiene dudas respecto al acuerdo. “El comisario europeo de Agricultura, que para eso está, debería defender también la postura y los intereses del sector agrario de Europa, por eso veo más sombras que luces en este acuerdo”, expone Fernández, “sin negar el beneficio que pueda tener para otros sectores”.

“Como en tantas otras ocasiones, tienen razones para manifestarse”, responde el director general de Agricultura sobre las manifestaciones del sector ante el Ministerio. Para él, hay una muy clara. “En las movilizaciones del sector agrario de hace un año pedían las cláusulas espejo para los productos que entraran de otros países a la Unión Europea, que vinieran con la misma normativa ambiental y sanitaria que exigimos aquí a nuestros productores y el acuerdo con Mercosur no garantiza que esta normativa se cumpla”.

“Nuestro listón para producir está cada vez más alto”

“Al final, todo lo queremos arreglar fastidiando a la agricultura”, sintetiza el gerente de la Cooperativa Pagesa de Pollença, Francisco Úbeda, una cooperativa con unos 300 socios. 140 son ganaderos de ovino y caprino. Las cabezas de ganado se han reducido en Balears en los últimos años más de un 20%. “Y este año hay que sumar las muertes por la lengua azul, que se ha llevado por delante el 20% de nuestros animales”, explica Úbeda. “Nuestro listón para producir está cada vez más alto y a los que vienen de fuera se lo van bajando para que puedan entrar fácilmente”, esgrime el gerente como una de las principales amenazas para la supervivencia del sector.

Úbeda pone como ejemplo lo que ya está ocurriendo con el sector pesquero y los acuerdos con Marruecos. Explica que Europa les “limita a salir a pescar, mientras Marruecos aumenta su flota pesquera y puede vender el pescado en España”. Para Úbeda, Mercosur es lo mismo: “Aprietan aquí y aflojan allá”.

Y pone el foco en el pasado para entender el futuro. “Hace 20 años, traer un contenedor de China era más barato que traerlo de Barcelona, pero ahora se ha encarecido mucho el transporte desde Asia, y cuando dejemos de producir aquí, ya veremos lo que nos cuesta fletar un barco desde América”, expone Úbeda.

Además, otro de los riesgos del comercio internacional es la introducción de especies invasoras, una amenaza para la biodiversidad local. Explica Úbeda que “entrará cualquier plaga, un saltamontes, por ejemplo, y no tendremos nada para combatirlo, solo una escoba para darle y allí son tratados con productos que aquí hace 20 años que están prohibidos”. 

El gerente de la Cooperativa Pagesa de Pollença desconfía del acuerdo “por la ausencia de garantías de que nos lleguen productos envasados en los países que conforman Mercosur, como Argentina, pero que realmente sean originarios de otros, como podría ser Colombia, que no forma parte del grupo, y esto será un coladero”.

Todos los entrevistados sobre este acuerdo por eldiario.es coinciden en que “la agricultura es moneda de cambio” y que “Europa está destruyendo el campo”. Concluye Úbeda que “sabemos que esto no tiene futuro y que tiene los días contados, que tenemos que irnos, pero nuestra lucha es irnos los últimos”.

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