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Entrevista con el premio Nobel Abhijit Banerjee: "La gente no confía en los economistas"

Llego unos minutos tarde a mi almuerzo con Abhijit Banerjee, con una botella de vino rosado indio bien frío y sintiéndome un poco vulnerable.

Banerjee, ávido cocinero casero y agudo observador del comportamiento humano, se sentará conmigo para ese raro acontecimiento: un Almuerzo con el FT en el que el entrevistado cocina.

"Hay mucha comida. Disfruta", dice Banerjee, tras sus lentes de profesor. El economista del MIT, de 63 años, voló la noche anterior desde Calcuta, donde estaba trabajando en una serie de películas infantiles de temática económica, tituladas Water Wars (Guerras del agua).

Banerjee, nacido en Bombay y criado en Calcuta, pero que ahora vive en Boston y da clases en el MIT, es uno de los economistas más destacados del mundo, casi siempre es mencionado al mismo tiempo que su colega, esposa y exalumna Esther Duflo. La pareja transformó su campo utilizando ensayos controlados aleatorizados para medir el impacto de pequeñas intervenciones en los resultados políticos para los pobres, descubriendo, por ejemplo, en un estudio realizado entre 2004 y 2007 en Rajastán, que darles una bolsa de lentejas a los padres aumentaba las tasas de inmunización infantil. Ganaron el Premio Nobel de Economía 2019 junto con Michael Kremer, de Harvard.

Banerjee y Duflo, ambos sumamente autocríticos, han escrito varios libros cuyo objetivo es popularizar el campo de la economía. El primer esfuerzo conjunto en este frente fue Poor Economics, que ganó el FT y el Goldman Sachs Business Book of the Year en 2011.

"Creo que siempre hemos pensado que las ideas económicas eran demasiado importantes como para dejarlas fuera de la palestra pública", dice Banerjee sobre el libro. "En cierto sentido pensamos que la economía nos hace un flaco favor a nosotros mismos y al mundo al envolvernos en esta jerga omnisciente".

Banerjee lamenta el "mal análisis y la certidumbre innecesaria" de la profesión económica. "Podríamos tener más humildad y ser más eficientes. La gente no confía en nosotros", dice, citando encuestas que demuestran que los médicos, los meteorólogos e incluso los periodistas superan a los economistas en la confianza del público en cuanto a cuán bien hacen su trabajo.

Trump, un buen contador de cuentos

El último libro de Banerjee es Chhaunk (palabra hindi que designa las especias fritas en aceite y añadidas a un plato en el último momento), un compendio de ensayos sobre temas que van desde el capital cultural hasta la entrega de regalos, salpicados de recuerdos de su infancia en Calcuta. Las recetas que se encuentran en Chhaunk, aunque de origen mayoritariamente indio, tienen elementos de fusión que reflejan el cosmopolitismo del propio Banerjee (es ciudadano estadounidense y posee la tarjeta india de "ciudadano del mundo"), y la mejor manera de describirlas es como comida global reconfortante.

El objetivo de los ensayos "era que tuvieran algo útil que contarte", dice. "Me gusta la idea de que la economía debería impregnar la vida de la gente y les haga pensar mejor sobre políticas y cosas así, pero sin pesadez".

Según Banerjee, uno de los capítulos en los que no hay mucha economía - aunque menciona el famoso ensayo del economista Joel Waldfogel "The Deadweight Loss of Christmas" (La pérdida irrecuperable de la Navidad) - es el dedicado a la entrega de regalos. Le pido que me explique la economía relacionada con el hecho de que he traído una botella de vino que está sin abrir en el refrigerador, una clara pérdida irrecuperable.

"Perdóname la presunción por decirlo", dice. "Creo que la trajiste porque es la norma", aunque no en India, donde un invitado a almorzar o cenar lleva dulces. "Podrías haber traído dulces o flores y habría sido más normal", dice. Me siento un poco desanimado.

Pasamos al tema de la economía de la gran historia política de este año: la reelección de Donald Trump. "Los que son buenos narradores de cuentos son muy poderosos", dice. "Trump, al final, es un muy buen narrador de cuentos, y eso es poder".

¿Y cuál es el cuento de Trump que convenció a la mayoría de los votantes estadounidenses?, le pregunto. "El cuento fisiocrático de 'yo tengo algo y otros me lo están quitando, y deberíamos guardarlo para nosotros'", dice. "Es un cuento muy natural".

La palabra hace referencia a una escuela de pensamiento económico del siglo XVIII. Esta filosofía es anterior a la obra de Adam Smith sobre los beneficios del libre comercio o a la teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo - la noción de que las naciones pueden prosperar produciendo lo que pueden de la forma más eficiente - y, al igual que Trump, no los tiene en cuenta.

"Él sólo la despoja de todo; es algo casi físico", dice Banerjee sobre la retórica del presidente electo en materia de comercio. "Tu cuerpo, te están chupando la sangre".

Los economistas deben contrarrestar este tipo de afirmaciones contando sus propios y mejores cuentos. "Para crear un mundo en el que triunfen las buenas ideas, tenemos que contarlas de forma inteligible".

Le pregunto si cree que los votantes de Trump son analfabetos económicos, pero Banerjee se resiste a aplicar esa etiqueta. "En algún nivel profundo es racional", dice, refiriéndose al estancamiento de los salarios reales de muchos trabajadores desde principios de la década de 1970, a pesar de que el PBI se ha duplicado con creces. Culpa en gran medida a la revolución de Reagan.

"Donde antes tus trabajadores cobraban la 60ª parte de lo que ganaba el jefe, ahora cobran la 60.000ª parte de lo que gana el jefe", dice. "Existen normas en la sociedad sobre qué es razonable y qué no. Creo que ha habido un cambio en las normas".

Le pregunto a Banerjee si se considera de izquierda. Dadas las recientes tensiones políticas tanto en la India de Narendra Modi como en los campus estadounidenses, espero una respuesta ambigua, por lo que me sorprende que responda con una rotunda afirmativa: "Sí".

Extremismo en India

Banerjee creció en Calcuta, hijo de licenciados de la London School of Economics (LSE). Su madre, Nirmala Banerjee, fue una destacada feminista que investigó, entre otras cosas, la participación de la mujer en la fuerza laboral y que, según él, era "muy franca sobre los sentimientos de los hombres indios".

"Deprimida e interesante", recuerda Banerjee cuando le pido que evoque la Bengala Occidental de la década de 1970: "La economía estaba en aprietos".

Bengala ha sido cuna de algunos de los mejores pensadores de India, desde el bardo polímata Rabindranath Tagore hasta el economista ganador del Nobel Amartya Sen. También es la zona cero de algunas de las peores políticas económicas de India, atrofiadas por décadas de gobiernos comunistas y hoy dirigidas por una rama del partido Congreso Nacional Indio encabezada por la populista e izquierdista jefa de gobierno Mamata Banerjee (sin parentesco alguno), la política más poderosa de India.

Pero los apuros de Calcuta en aquella época eran típicos de las "antiguas ciudades industriales" de todo el mundo, insiste Banerjee. "Creo que es fácil culpar a la izquierda de eso, y no tengo ninguna razón en particular para defender al partido comunista de Bengala Occidental", dice. "Pero si se considera lo que estaba sucediendo en Manchester o Milán en esa misma época, no es tan diferente".

En la mesa de los Banerjees se hablaba "de todo lo habido y por haber", dice. "Y de comida, hablábamos mucho de comida".

Banerjee me preparó cortésmente un menú teniendo en cuenta que evito la carne. Pero los bengalíes son célebres omnívoros y, a diferencia de la mayoría de los indios del norte, comen carne de vaca en abundancia. ¿Su familia hindú era vegetariana? "Totalmente no vegetariana", responde Banerjee. "Comíamos carne vacuna; comíamos de todo".

Hablar de la dieta es mi forma indirecta de pedirle a Banerjee una opinión sobre el estado de India bajo Narendra Modi - un vegetariano estricto - donde la comida puede ser fuente de conflicto, incluso de muerte.

En la década transcurrida desde que Modi llegó al poder, ha habido frecuentes linchamientos por parte de extremistas hindúes a dalits, de casta inferior, y musulmanes que han sido descubiertos, o incluso sólo se ha sospechado, transportando carne de vaca. El consumo de carne se convierte en una fuente frecuente de desagradables conflictos de casta en lugares como urbanizaciones y comedores universitarios de élite.

Le hago la observación de que nunca he vivido en otro país donde el vegetarianismo - a menudo visto como una opción virtuosa por los occidentales liberales - puede ser opresivo, incluso militantemente derechista. ¿Qué opina de la idea de utilizar la comida para humillar a la gente?

"Me parece muy alarmante, y a todo el mundo debería parecerle alarmante, pero en particular tiene mucho que ver con las castas", dice.

La mayoría de los indios, señala correctamente, no son vegetarianos. Sin embargo, "mucha gente no come carne en casa, en parte porque sus vecinos se quejan, y sale a comerla fuera".

La idea de que si dejas de comer carne "te elevaremos un poco", dice. "Hay algo verdaderamente manipulador en ello".

Modi, estabilidad macroeconómica y bienestarismo

Banerjee llegó a Harvard para comenzar su doctorado en 1983, en pleno auge del reaganismo. La moda económica se enfocaba en aquel momento en la importancia de los incentivos en forma de políticas como las exenciones de impuestos, y en el tropo conservador de la "welfare queen", la desincentivada persona que se considera que abusa del sistema de asistencia social. "Era una verdadera obsesión", dice Banerjee.

Pensó en la casa de su infancia, que colindaba con un barrio marginal, y sintió una desconexión. "Conocía a muchos niños con los que podía jugar, que eran de familias muy pobres", dice. "No creía que fueran pobres porque fueran vagos y estúpidos. Nada de eso me convencía".

Recuerda que la economía del desarrollo estaba de capa caída en aquellos tiempos y "no provocaba mucho entusiasmo".

Banerjee rápidamente dejó su huella con dos publicaciones: "Un modelo sencillo de comportamiento gregario" en 1992, y al año siguiente "La elección profesional y el proceso de desarrollo" con Andrew F Newman. Consiguió trabajo como profesor de economía del desarrollo a nivel de doctorado, primero en Harvard y luego en el MIT en la década de 1990, donde conoció a Duflo. Ella fue alumna de la clase de doctorado de economía del desarrollo de Banerjee en el MIT en la década de 1990, pero él sitúa el inicio de su relación "mucho más tarde, después de 2010", cuando Duflo ya era profesora titular. Ahora tienen dos hijos.

Nuestra conversación se desvía nuevamente hacia India. Le pregunto si cree que Modi está aliviando de la pobreza; sus ministros presumen de haber resistido el impulso de gastar pródigamente en estímulos durante la pandemia, aunque el Gobierno extendió un programa de reparto gratuito de cereales a más de 800 millones de personas.

"Siempre he dicho que una cosa sorprendente de la política económica de Modi es cuánta continuidad hay con los gobiernos anteriores desde la década de 1990: una combinación de estabilidad macroeconómica combinada con cierto bienestarismo".

Sin embargo, señalo, el arroz y el trigo que van en las bolsas de comida gratis están apuntalados por los subsidios del Gobierno y se cultivan utilizando métodos insostenibles y con mucho uso de agua. Banerjee coincide.

"Creo que es la cola que mueve al perro", dice. "O sea, que toda la infraestructura de precios se mantiene gracias a los alimentos".

Decido presionar a Banerjee sobre una de sus intervenciones públicas en India que suscitó polémica: una columna de 2012 en la que defendía a Mamata Banerjee por sugerir que una serie de casos de violación tenían algo que ver con las muestras públicas de afecto. La jefa de gobierno de Bengala Occidental había observado que "los chicos y las chicas interactúan más libremente ahora", y comparó el contacto más libre entre los sexos con un "mercado abierto con opciones abiertas".

Abhijit Banerjee comenzó su artículo en el Hindustan Times recordando que la primera vez que "sintió toda la fuerza de los celos sexuales" fue a los 14 años, cuando vio a una chica de la que estaba enamorado inclinarse para darle una mordida a la paleta de su novio. Luego, relacionó el deseo masculino con la desigualdad: "Que te echen en cara esa desigualdad, un día tras otro, con un lenguaje corporal que deja poco a la imaginación, no puede ser agradable si resulta que estás en el lado equivocado de ese abismo". Añadió la advertencia de que "nada de esto debe interpretarse como una defensa de la violación".

Banerjee reconoce ahora que "lo escribió mal", pero mantiene su punto de vista. "Necesitamos entender la relación entre los jóvenes desempleados y la violencia sexual", dice. Señala que una de las fuentes de apoyo de Trump es "los hombres frustrados con sus vidas, y con sus vidas sexuales".

Ya casi al final de nuestra comida, decido hacerle a Banerjee una pregunta recurrente en casi todas las conversaciones sobre India: ¿está la nación en una trayectoria ascendente, como insiste el gobierno de Modi, o lastrada por problemas heredados como la pobreza y la desigualdad?

Banerjee señala que hay "mucha energía, optimismo y espíritu emprendedor", pero añade que los últimos años "no han sido buenos para los no ricos".

"Si nos convertimos en una economía en la que, a menos que uno sea muy rico, no es capaz de triunfar, entonces creo que va a ser un problema enorme. Creo que la movilidad está en el centro de cualquier proyecto de desarrollo impulsado por el mercado", dice. "Este tipo de crecimiento está impulsado en parte por la esperanza, y eso sólo es posible cuando existe cierta movilidad real. Si no sucede, tendremos una crisis".

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