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Agua para todos, tracemos un futuro hídrico sostenible

El Banco Mundial y la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) estiman que alrededor de 68% de la población y el 71% del Producto Interno Bruto de México están altamente expuestos a los efectos negativos del cambio climático. Este se manifiesta en diversos aspectos, uno de ellos es el agua, estando 9 de cada 10 desastres naturales relacionados con este elemento.¹

No cabe duda de que el recurso hídrico es fundamental para el sostenimiento de la vida y las actividades humanas. Tan sólo el sector agropecuario en México consume más de 70% del agua dulce accesible al ser humano. Desde el punto de vista del sector del cuidado personal y del hogar, se calcula que el uso del vital líquido es una pequeña parte del 9.6% que se utiliza dentro del sector industrial.²

Ahora bien, de ese porcentaje hay posibilidades de eficientar el consumo hídrico con el fin de reutilizar o re-infiltrar los mantos acuíferos, a través de la actualización de normas que permitan se vuelva una realidad para aquellos sectores que actualmente no pueden hacerlo.

Los retos globales descritos hacen necesario revisar las políticas públicas y la relación entre los distintos agentes económicos y sociales desde una nueva perspectiva. Esto a través de la participación de la sociedad civil, las industrias, la academia y las autoridades para el diseño de políticas públicas orientadas hacia un mejor manejo del vital líquido en las grandes ciudades.

Somos conscientes de que se deben comenzar a implementar soluciones innovadoras que permitan darle una segunda vida a este recurso tan esencial para los seres vivos, y que incluya una visión sustentable, financiera, medioambiental y humana.

Es por ello que a nivel industria cada vez más compañías de distintos giros están migrando a un modelo circular a través de la implementación de medidas para reducir el consumo hídrico en sus procesos, o bien, hacerlo de manera inteligente, sin dejar de lado mejorar su productividad, eficiencia y reducir costos.

Estas acciones van desde desarrollar y promover productos que, a lo largo de su ciclo de vida, no solo optimicen el uso de este elemento, sino que también incorporen nuevas tecnologías de ahorro en el proceso completo de producción. Tal es el caso de implementar programas piloto para la certificación y etiquetado de productos “water-smart”, que destaquen por su bajo consumo de agua en comparación con alternativas tradicionales. Asimismo, existen proyectos que fomentan la evaluación de todas las fórmulas de los productos de autocuidado para garantizar se respeten los ecosistemas hídricos y la disminución del consumo asociado al uso de estos.

Por otro lado, la educación del consumidor juega un papel crucial en el consumo responsable del vital líquido. Distintas marcas están lanzando campañas de concienciación que informan al usuario sobre la importancia de utilizar productos que respeten el entorno; un ejemplo de ello es el de impulsar el uso de fórmulas concentradas o que no requieren enjuague, minimizando la dependencia del recurso hídrico durante el uso del producto por parte del consumidor. O bien, empoderar a los consumidores para que tomen decisiones más sostenibles en su vida diaria mediante etiquetas informativas, programas de educación que dan acceso a consejos prácticos en la materia.

Es indispensable que la suma de esfuerzos sea multidisciplinaria para que permita implementar proyectos diferenciados conforme a las principales necesidades del uso de este recurso en cada región y sector, entendiendo la transversalidad de los retos que enfrentamos como país. Los progresos van en la dirección correcta, aunque todavía falta mucho por hacer.

¹Banco Mundial. Agua. 2023.

²INEGI. 2024.

*Presidente de Consejo de La Cámara Nacional de la Industria de Productos Cosméticos y de la Asociación Nacional de la Industria de Productos del Cuidado Personal y del Hogar (Canipec)

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