Las ayudas que no llegan y las 12 balas de cañón
«Parece mentira que dejéis morir a vuestros hermanos, a un puñado de españoles que han sabido sacrificarse delante de vosotros» . Ese fue uno de los últimos mensajes que el comandante Julio Benítez escribió a su superior, el general Manuel Fernández Silvestre. Benítez, junto con trescientos cincuenta soldados, se había hecho cargo de la posición de Igueriben, en el avance hacia Annual dirigido por el general Silvestre en 1921. Aquel avance se convirtió en un auténtico desastre cuando los rifeños en proporción de tres a uno rodearon la posición e hicieron desaconsejable cualquier rescate, al dominar las alturas y poder disparar cómodamente a cualquier soldado que se acercara por allí. No había soldados rifeños disparando en ninguna altura en las cercanías de las localidades afectadas por la DANA , sin embargo, las unidades militares y policiales tardaron una eternidad, dónde se precisaba urgentemente su ayuda. De hecho, parece que solo en el momento en el que fue un clamor la sensación de abandono por parte del gobierno central cuando, por fin, Pedro Sánchez autorizó a sus ministros a socorrer a los valencianos en peligro. Me comentaban unos amigos militares durante estas fiestas navideñas, que obviamente era complicado hacer un despliegue completo por la zona, pero parecía evidente que sospechosamente no se había actuado con la debida diligencia al respecto. Hay quién apunta que algunos dirigentes se dieron cuenta demasiado tarde de la gravedad de la situación y que otros quizá se dieron cuenta muy pronto de la oportunidad política que se les presentaba para dar la vuelta a la situación política en la Comunidad Valenciana , clave para lograr mantener el poder a nivel nacional. Más allá de esos posibles intereses espurios, lo que parece evidente es que la administración pública es incapaz de gestionar con celeridad una situación de emergencia a nivel administrativo. Los responsables de los gobiernos central y autonómico no hacen más que repetir la cantidad de millones que han movilizado para las ayudas a los damnificados, pero lo cierto es que al igual que las tropas del general Silvestre, las ayudas no llegan. Han pasado dos meses y el porcentaje de las ayudas recibidas sobre las solicitadas es tan pequeño que muestran la necesidad de que, más que anuncios políticos, lo que se requiere es que se agilicen los trámites necesarios y que los funcionarios sean mucho más proactivos en estas gestiones. Cuando cada vez más gente pone en duda la eficacia del modelo autonómico , yo creo que más bien lo que falla es la categoría humana y profesional de los que dirigen nuestros gobiernos. Entre tanto desastre ha emergido una vez más la figura de nuestro rey Felipe VI. Fue el primero que puso su guardia real a disposición para ayudar en el desastre y ha visitado ya varias veces nuestras comarcas. Muy llamativa e impresentable la posición de la alcaldesa socialista de Catarroja criticando la visita del rey a su ciudad. Alguien le debió decir que si alababa dicha visita, el que quedaba fatal era su líder, el presidente Sánchez, que tras su huida cobarde en Paiporta ha preferido no acercarse a menos de cien kilómetros de la zona. Los socialistas han entrado en modo chantaje estilo mafia calabresa y ya han avisado que sí no hay presupuestos no hay ayuda por los damnificados por la riada, aunque saben que esa aprobación no es necesaria. Parece que han centrado su estrategia política tan solo en tres líneas, «Tumbar a Mazón, que Mazón caiga o una tercera que es la de que Mazón convoque elecciones». Que la izquierda ande indignada buscando la factura del restaurante dónde presumiblemente Mazón comió aquel día, en vez de cabrearse por la ausencia de personajes tan relevantes en el desastre como la exministra Teresa Ribera o el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar es más que llamativo y escasamente imparcial Mientras se busca la factura, la delegada del gobierno presume de haber comido un sándwich aquel día mientras visitaba los lugares que posteriormente iban a ser afectados por la riada. Pero, parece que a pesar de sus viajes por la zona no se enteró de la gravedad del asunto, o si se enteró bien callado se lo tuvo en las reuniones de la Cecopi. Más allá de las comidas opíparas o sándwiches, de los que estuvieron y de los que deberían haber estado, parece claro que la preparación de la emergencia tanto por la Ministerio y Confederación, como por los servicios de emergencia de la Generalitat no estuvieron al nivel mínimamente exigido. El desastre de la DANA no tiene un solo nombre, por mucho que algunos traten de focalizar y desviar la atención. Pero lo que sí tiene muchos nombres son las personas que lo han sufrido y esperan una ayuda que sigue sin llegar. Cuando el comandante Benítez asumió que la madre patria no les iba a socorrer envió un último mensaje: «Solo quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlos, y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros; pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición». Como tantos héroes olvidados, el recuerdo de Benítez y sus soldados cayó en el olvido en medio del desastre. Confiemos que no pase lo mismo con los afectados por la DANA , como ha pasado con los de la Palma o los del terremoto de Lorca. Si fuese así, quizá las doce balas de cañón se conviertan en votos contrarios a los que les abandonaron.