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‘Cada nuevo comienzo viene del final de otro nuevo comienzo’, decía Séneca

Hoy, al dar inicio a este nuevo año 2025, estas palabras se vuelven de vital importancia en un México que enfrenta un sinfín de desafíos, pero también una oportunidad única de volver a nacer como nación. No es solo el inicio de un nuevo año; es el primer paso de un nuevo cuarto de siglo, un periodo que nos invita a reflexionar sobre los errores del pasado y las posibilidades del futuro.

En los últimos 25 años, nuestro país ha transitado por un camino oscuro y repleto de dolor, marcado por la corrupción, la violencia, la desigualdad y la centralización del poder. Estas realidades no solo han lastimado a las instituciones, sino también a todos los mexicanos, como individuos. Sin embargo, con cada nuevo comienzo viene la posibilidad de cambio, y este nuevo año debe ser visto como una oportunidad para construir un México más justo, más seguro y más esperanzador.

Desde el año 2000, México ha vivido transformaciones políticas, económicas y sociales que, aunque han sido importantes, no han logrado romper con los males que día a día nos lastiman y, si me permiten, incluso estos han crecido. La politización de la justicia, evidente en la reciente reforma al Poder Judicial, ha dejado al descubierto las heridas en nuestro sistema democrático; la corrupción, en todas sus formas, ha deteriorado la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes; y la violencia, que cada año cobra la vida de miles, sigue siendo el recordatorio más cruel de nuestras fallas.

¿Es posible mirar hacia adelante sin reconocer estos problemas? La respuesta es no, pero también debemos recordar que la esperanza surge cuando aceptamos nuestra realidad y nos comprometemos a cambiarla. Este 2025 nos ofrece la oportunidad de romper con el cinismo y el conformismo, de dejar de pensar que “así es México” y empezar a construir una nación que funcione para todos.

Uno de los grandes aprendizajes del pasado cuarto de siglo es que el cambio no vendrá únicamente desde arriba, pues la sociedad mexicana es quien debe asumir, ahora, un rol protagonista en la construcción de un nuevo México mejor. Sí, démosle a México la caracterización del ave fénix, pero no dejemos la tarea en nuestro gobierno; debemos ser nosotros, la sociedad civil, quienes llevemos a nuestra patria por ese camino.

El poder de los ciudadanos, organizado en colectivos, medios de comunicación independientes y movimientos sociales, es el contrapeso más efectivo a un sistema político que con frecuencia parece sordo ante las necesidades del pueblo. La información y la educación son nuestras herramientas más poderosas para combatir la ignorancia, y 2025 debe ser el año en que las utilicemos como nunca antes.

Imaginemos un México en el que cada ciudadano, desde su trinchera, se comprometa a hacer su parte: los empresarios apostando por la inversión local y la responsabilidad social; los jóvenes exigiendo una educación de calidad y participando activamente en la vida pública; los académicos y científicos trabajando para resolver los grandes retos de nuestro tiempo; y los juristas puliendo nuestro sistema para lograr un efectivo Estado de derecho.

El cambio no sucederá de la noche a la mañana, pero tampoco es un sueño inalcanzable. Debemos tomar las lecciones de los últimos años y convertirlas en acciones concretas. Reducir la violencia requiere fortalecer el Estado de derecho y garantizar una justicia imparcial; combatir la corrupción implica una vigilancia constante por parte de los ciudadanos y el apoyo a instituciones independientes; y recuperar la esperanza significa devolverle al pueblo mexicano la confianza en que un futuro mejor es posible.

Cada mexicano tiene la capacidad de aportar un granito de arena para lograr este cambio. Este nuevo comienzo nos invita a pensar en el prójimo, a construir una sociedad más solidaria y a retomar valores que hemos dejado en el olvido. La honestidad, la empatía, la lealtad, el respeto y la unión son virtudes que pueden parecer simples, pero que son fundamentales para edificar un México más fuerte.

No permitamos que este nuevo año sea solo otro en la lista; hagamos de 2025 el inicio de un capítulo distinto, uno en el que la violencia, la corrupción y la injusticia sean reemplazadas por la paz, la transparencia y la justicia.

Hoy tenemos la oportunidad de dejar atrás lo que nos ha detenido y avanzar con determinación hacia un futuro que todos merecemos. Este es el momento de actuar. Este es el momento de cambiar. Este es el momento de México.

¿Por qué no pensar que este 2025 puede ser el año que marque la diferencia?

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