Un poder sin contrapesos
No hay precedentes en la historia de un hombre que haya acumulado tanto poder y de fuentes tan diversas como Elon Musk . Por una parte, el multimillonario de origen sudafricano ha llegado, por sus propios méritos, a tener una posición dominante en sectores que pueden constituir nuestro futuro como humanidad. Es el dueño de Tesla, que hasta hace poco era la principal protagonista de la movilidad eléctrica, y de la firma aeroespacial Space X que, junto con la red satelital Starlink, han desarrollado capacidades técnicas que han cambiado nuestra concepción de lo que será la actividad económica en el espacio exterior. Además, Musk ha participado en la creación de empresas como Neuralink, que investiga interfaces cerebrales; OpenAI, dedicada a la inteligencia artificial y el popular sistema de pagos Paypal. En una operación de dudoso sentido económico, adquirió la red social X, antes Twitter, a la que ha convertido en su altavoz personal. Por otra parte, su último emprendimiento ha sido conseguir acceso directo a Donald Trump, el presidente electo de la primera potencia del planeta, mediante la inversión de cuantiosos recursos en su campaña electoral. A cambio, Trump ha anunciado que Musk formará parte de su gobierno como encargado del departamento de eficiencia gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés). Existe una creciente alarma entre los políticos respecto del poder de Musk. El lunes, Keir Starmer, el primer ministro británico, se vio obligado a contestar a una serie de acusaciones del multimillonario que resucitó un escándalo de violaciones protagonizado entre 1997 y 2013 por bandas de origen paquistaní. El caso estuvo trufado de errores porque el sistema judicial dudó de las denunciantes y durante una etapa el fiscal encargado era el hoy primer ministro. Además de atacar a Starmer, Musk ha prometido brindar apoyo económico al populista Nigel Farage, aunque después ha dicho que éste no es el líder que la derecha británica necesita. También ha ofrecido su respaldo a la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD). Esto ha llevado al presidente francés Emmanuel Macron a afirmar que Musk está creando «una nueva internacional reaccionaria». El primer ministro noruego también ha mostrado su preocupación porque «un hombre con un enorme acceso a las redes sociales y enormes recursos económicos se involucre tan directamente en los asuntos internos de otros países». El malestar expresado por los políticos europeos se ha circunscrito, de momento, a la utilización por parte de Musk de su red social, que actúa en un campo abierto a otros competidores como BlueSky. Hay que destacar que cuando el algoritmo de Twitter privilegiaba los puntos de vista progresistas y favorecía la 'cancelación' de las opiniones conservadoras, estos políticos callaron. La crítica a Musk, sin embargo, ha adquirido gravedad desde el momento que Trump ha anunciado que será miembro de su Gobierno. Estamos ante un alto cargo con 211 millones de seguidores que está pidiendo que Estados Unidos, que es la primera potencia militar del planeta y cuyo comandante en jefe le debe la elección, invada el Reino Unido para liberarlo de su actual gobierno. Pueden caber dudas de si estamos ante una réplica de Goebbels o del Ciudadano Kane, pero lo que está claro es que mientras el presidente Trump contará con contrapesos institucionales que moderan y limitan el gran poder que le han concedido las urnas, Musk parece no tener ni límites ni reglas, ni estar dispuesto a usar el enorme poder que tiene con prudencia y contención.