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“La urgencia creativa de realizar una pronta entrega artística”: 1985, el año bisagra del rock latino

“Más allá de las influencias, el pop rock latino ha tenido la valentía, independencia y creatividad para obtener un sonido original y único. Incubado y desarrollado por varios años en Argentina y extendido al resto de Latinoamérica con profusión, este fenómeno estalló hace un par de años con verdadera fuerza en Chile, y en este breve lapso se ha conseguido también un sonido propio lleno de vitalidad, poderoso y auténtico”.

Esas eran las palabras con las que la revista Vea introducía, a mediados de la década del 80, el momento que por entonces atravesaba el fenómeno musical que despeinó a la juventud de esos años. Una época marcada no solo por el resurgimiento de ídolos de la cultura pop como Charly García, sino también la aparición de bandas tan esenciales para la región como Virus y Los Prisioneros.

Las escenas musicales tienen la misma característica de hitos culturales que los discos importantes, en el sentido de que son una especie de portales convergentes de distintas cosas. De escenas sociopolíticas, socioeconómicas, artísticas, y también coincidencias benditas o malditas”, expresó el periodista musical, escritor y miembro fundador del colectivo literario Letra Sónica, Julio Osses.

Esta última, una categoría donde el autor reconoce, por ejemplo, lo que sucedía durante la segunda mitad del siglo XX en nuestra región. “En Argentina estaban saliendo de un proceso que curiosamente había desembocado en una catalización de la música en español. A raíz de la prohibición de la música en inglés durante la Guerra de las Malvinas había surgido una escena importante, con un sonido, una estética, una impronta y una frescura argentina muy particular y que penetra fuertemente en Chile. Y al chocar con lo que estaba pasando en la escena contracultural chilena en el año 85, y con la madurez de algunos discos especialmente de Virus y Soda Stereo, se produce una especie de eclosión”, señaló Osses.

Convergencia que permite ubicar a 1985 como el año bisagra del rock latino. “Es como ese prisma que hay en la carátula del disco ‘Dark Side of the Moon’ de Pink Floyd, donde se juntan muchas cosas y que, al mismo tiempo, devienen en otras”, sentenció el periodista. “Nada personal” de Soda Stereo, la muy reciente publicación de “Piano Bar” de Charly García, la consolidación de Virus con “Locura” y la gestación de “Pateando Piedras” de Los Prisioneros son algunos de esos hechos clave.

Sin embargo, el movimiento estaba creándose desde mucho antes. “La verdad es que el ‘rock en español’, ‘en tu idioma’ o ‘iberoamericano’ de alguna forma se venía haciendo desde el 65, 20 años antes“, precisó Cristóbal González, periodista, músico, escritor y otro de los creadores de Letra Sónica. “Uno piensa en Los Teen Tops, La Plaga, Enrique Guzmán, en la Nueva Ola chilena y argentina y, después, en el rock folk, en la psicodelia, Los Jaivas, Congreso, Agua Turbia, El Polen, incluso en Gustavo Santaolalla, que viene de esa época, de los años 70, con otras bandas como Sui Generis, etc.”.

Charly García y Luis Alberto Spinetta, dos ídolos de la música argentina.

“Hubo todo un desarrollo de un proto-rock o de un rock folk en esas dos décadas que cimentaron la base para lo que vino después. Pero lo que ocurre a mediados de los 80 es que llega como una eclosión, una reformulación, una modernización con un montón de bandas jóvenes que tienen toda una urgencia creativa de realizar una ‘pronta entrega’ artística por todo lo que está pasando en América Latina“, sumó González.

Lo anterior, contextualizando que se trata de “un continente que todavía está en dictaduras, o en postdictaduras como Argentina, Uruguay, Brasil, y donde, en el fondo, la gente joven quiere liberarse, expresar un ideario un poco más moderno e influenciado por todo lo que está pasando con el new wave, el punk, el post-punk y, al mismo tiempo, dándole un toque local con una forma de hablar en español e integrando sonoridades locales. Todo eso se da simultáneamente y se genera esta gran explosión de rock latino a mediados de los 80. El disco ‘La Voz de los 80’ sale a fines de los 84, al igual que el primero de Soda. En el 85 sale el segundo de Soda, el quinto de Virus, que está ya en una etapa de consolidación, y explota también el denominado nuevo pop chileno”.

“Eso, con el recital que organiza Carlos Fonseca en el Velódromo donde juntan las bandas de pop chileno como Aparato Raro, Los Prisioneros, Emociones Clandestinas y otros más a fines del 85. Es un año en que se empieza a concatenar todo este fenómeno que se está generando en Chile y en Argentina, y donde, paralelamente, están surgiendo referentes en países como Brasil y también en Venezuela y en México. El 85 es el año en que empieza a tomar forma esta idea de un rock latino y en los años 86, 87, agarra un peso mucho más grande, que trae la aparición de Soda Stereo en el Festival de Viña y todo eso. Pero el 85 es el año en que parte este movimiento que conocemos como ‘rock latino’, con todos estos discos e hitos”, sumó el músico.

El genio García

Ambos autores están de acuerdo en que Argentina es un actor ineludible en la discusión, aunque hay un músico cuya obra resulta particularmente gravitante en el desarrollo de esta escena. “Charly cruza este umbral de los 60 y los 70. No se incorpora a la modernidad, no es que se vista de pop para estar al día con los nuevos grupos, sino que más bien llega antes que todos y lidera el cambio de paradigma“, sintetizó González, en lo que su colega define como “una metamorfosis bien espontánea, orgánica, hacia ese sonido”.

Él es quien inaugura y conceptualiza esta idea de ‘los raros peinados nuevos’ y se convierte en la persona que abre un patrón sonoro, una estética de new wave latinoamericana con Willy Iturri en la batería, el tambor de Charly. O sea, es el que conceptualiza todo este sonido de los sintetizadores y que marca una nueva pauta a seguir a mediados de los 80 con su trilogía de discos fundamentales de esa época”, añadió el escritor de “Latinoamérica es grande“.

Para Osses, y en comparación con otras de las figuras trasandinas, “Charly era el experimentado y Spinetta era un poco el iluminado, que estaba en todo lo que había rodeado al rock clásico. Pero García era literalmente el incansable. Encarnaba el paradigma del ‘sexo, drogas y rock and roll’. En el primer concierto suyo que se televisa en Chile, que tiene que haber sido el 84 u 85 en el Velódromo, lo vemos con una camisa que dice ‘Anarchy. Y en la primera conferencia de prensa, que la cito en el libro ‘Exijo ser un héroe’, cuando le preguntan los periodistas cuál es su objetivo con venir a Chile, él dice ‘quiero ser el próximo presidente’. Esto, recordemos, en el contexto del 83″, ilustró sobre el personaje construido en torno a la leyenda.

Charly García

Características personales que, al mismo tiempo, convergen con el genio creativo detrás del argentino: “La intensidad atraviesa los discos, la obra, la vida de Charly. Siempre está presente. Adelanta los acontecimientos que van a pasar en su vida en sus canciones. Son dos cosas que dialogan. Y en esa intensidad de vida y creativa es bastante inigualable. Encontramos una consignación de todos los impactos que ha tenido en el rock latino en los libros de Facu Soto, en la biografía de Sergio Marchi, en los escritos de Johanna Watson. Es una figura a la que es muy interesante acercarse y cada vez lo va a hacer más”, afirmó González.

Algo que igualmente es rastreable en todos los músicos que influenció de manera directa. “Él, con su erudición, su formación clásica, transita por el rock progresivo, lo profundiza en base a Serú Girán, que le dicen ‘los Beatles argentinos’, pero en realidad es en el sentido de super banda. Después llega a Chile con este sonido que era sumamente moderno. Pero Charly García, finalmente, lo que hace es catalizar todo lo que había pasado en el rock argentino clásico y meterle tango, que es algo que está súper presente en todos sus apadrinados como Fito Páez y los G.I.T.“, reflexionó Osses.

Sumando que es “algo que crea una impronta argentina. Y además Charly capitaliza súper bien uno de los factores que no debemos olvidar. Los chilenos tratamos de tomarlo de la mejor manera posible, a lo mejor no nos veíamos tan bien con esas pintas como los argentinos, con algunas buenas excepciones como los chicos de Viena, los hermanos Frugone, que se veían increíbles, y que es todo el aspecto visual”.

Los Prisioneros, a un paso del margen

En el caso local, la histórica banda sanmiguelina formada por Jorge González, Miguel Tapia y Claudio Narea también tiene un protagonismo indiscutible. Una importancia que, sin embargo, genera debate entre Osses y González, particularmente en lo que tiene que ver con la inclusión -o no- de los chilenos en el movimiento.

Yo tengo la sensación de que Los Prisioneros tienen su camino propio“, declaró Osses. “Pero es muy difícil separarlos de su tiempo, especialmente cuando estamos hablando de los grandes catalizadores. Es decir, hay un antes y un después en la música moderna chilena desde Los Prisioneros“.

“Es curioso porque primero representan la contracultura, hasta que a fines del año 85 aparecen en Sábado Gigante. Don Francisco es el primero que les da la oportunidad de aparecer en televisión propiamente tal y se hacen muy famosos. Antes de eso, Los Prisioneros eran un símbolo contracultural. Eran muy conocidos en las universidades, en la escena vanguardista, pero después de eso se convierten en un fenómeno más bien popular”, explicó el biógrafo de la banda.

Los Prisioneros

Por eso, los define como un “portal” que permitió el intercambio cultural de otras bandas chilenas con sus pares argentinos. “Uno no puede negar que Los Prisioneros eran profundamente chilenos. Con un sonido chileno, letras chilenas y una pinta profundamente chilena, y eso abre todo el espacio para Aparato Raro, Electrodomésticos y toda esta escena”, dice Osses.

En cambio, González, que comparte esta visión, apela al propio impacto que estas características generaron dentro del rock latino: “Todos esos elementos se alinean con esto de ‘habla de tu aldea y serás universal’. Cuando la gente afuera ve los dientes chuecos de los videos de ‘Sudamerican Rockers’, la Estación Central, o escucha al perrito o el balón de gas, los chilenos en el extranjero sienten nostalgia, pero el resto empieza a descubrir el imaginario de este sitio lejano donde la gente es pobre y da la mano”.

“Los Prisioneros fueron construyendo un imaginario. Entiendo que al ser una banda tan especial, única, vanguardista y disruptiva se separa un poco del resto del bloque del rock latino y chileno. Y también que se les mire o se les pueda observar como una cosa aparte. Pero, al mismo tiempo, el impacto a nivel global es tan grande en el resto de los países de Latinoamérica que terminan inaugurando la cadena de MTV Latino“, añadió el músico.

“Son como el alumno punky del curso, la banda más disruptiva de todas, pero eso es lo que la hace tan particular y ocupar un lugar especial en este universo. Para mí están completamente dentro, y de una manera muy destacada“, concluyó.

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