Capítulo vencejos
Este año llegaron una semana después de la muerte de mi padre. Lo recuerdo porque estaba con mi amigo, el editor Gustavo Guerrero, en la plaza Mayor de Madrid, cuando lo interrumpí para hacerle notar su alboroto. «Ya llegaron. ¿Los oyes? ¿Los ves, Gustavo?». Aquella mañana, los dos vestíamos de negro. Gustavo por un amigo muy cercano. Yo por mi mejor amigo, mi papá, que va cumpliendo días lejos según centrifugan su vuelo estos pájaros de negro e inmenso verano. Cuando Belén Bermejo vivía, intercambiábamos palabras sobre lo difícil que era capturar su vuelo ante la lente de la cámara. Belén, una de las editoras más entusiastas y de las personas más alegres que he conocido, murió hace ya unos... Ver Más