World News

Disculpe la indiscreción, pero voy a relatar una conversación entre dos extranjeros en Costa Rica

Un día del año pasado, me correspondió hacer una fila detrás de un visitante extranjero. No supe si estaba en Costa Rica por turismo o por trabajo. Y discúlpenme la indiscreción que voy a relatar, pero es casi imposible no escuchar la conversación de alguien que está justo a la par.

La otra persona al teléfono, posiblemente a miles de kilómetros de aquí, le preguntó al visitante qué opinaba la gente en Costa Rica sobre el conflicto entre Palestina e Israel.

Él le respondió que los costarricenses eran indiferentes. Dicen “no es mi guerra”, “está demasiado lejos”. Los dos mostraron algo de desazón con ello y mucha preocupación por la situación en Palestina.

Me consta que muchos costarricenses no son indiferentes al conflicto, pero no por nada el visitante se llevó esa impresión. Desde entonces, los ataques militares han recrudecido y han aumentado. Se sumaron el conflicto Israel-Estados Unidos-Irán e India-Pakistán, además de que persiste la invasión de Rusia a Ucrania.

Sí, todos estos países están lejos y, aunque uno podría ponerse a buscar consecuencias prácticas para el costarricense, como un eventual aumento en el precio del petróleo, en realidad no es necesario. “Nada de lo humano me es ajeno”, dice la frase atribuida al romano Terencio.

Además, hay conflictos mucho más cercanos a los que recurrentemente respondemos con la indiferencia: la dictadura en Nicaragua, el atropello de inocentes en El Salvador, el irrespeto a la libertad electoral en Venezuela y el asesinato de un opositor nicaragüense en San José, por citar algunos. Y es aún peor cuando la indiferencia viene de las autoridades.

Este sí es un asunto de soberanía y protección del territorio que corresponde a la DIS

Muchas veces, también somos indiferentes a las señales. Los grandes conflictos no suelen ocurrir de golpe, sino que son la cúspide de una acumulación de hechos y, cuando queremos reaccionar porque ahora sí tenemos efectos directos, ya es demasiado tarde.

El nacionalsocialismo se incubó durante siete años en el poder, en Alemania, antes de que empezara la Segunda Guerra Mundial, y persistió durante seis años más, por ejemplo.

Confío en el gen costarricense, en el que lleva consigo la paz, la democracia, el trabajo y la defensa del ambiente. Ese ADN sigue ahí.

Читайте на сайте