Papá, ¿ha empezado la Tercera Guerra Mundial?
No, la Tercera Guerra Mundial no va a estallar esta semana, como no estalló en los noventa, ni en los dos miles, ni hace dos años en Ucrania. Lo que no quiere decir que no vivamos en una guerra permanente que va incendiando cada vez más zonas del planeta
Tú no te acuerdas porque eres muy joven, pero yo ya tengo edad para haber vivido unas cuantas vísperas de Tercera Guerra Mundial. No me refiero a la crisis de los misiles de 1962 en la que yo no había nacido, sino a fechas más recientes. Por ejemplo la Guerra del Golfo de 1990-1991, cuando Irak invadió Kuwait, y una coalición internacional encabezada por Estados Unidos atacó Irak, cayeron misiles sobre Israel, y el mundo entero tembló con tambores de guerra tras décadas de Guerra Fría (que no era tan fría). Yo estaba entonces en el instituto, y recuerdo que en clase hablábamos de la Tercera Guerra Mundial como si fuesen unos juegos olímpicos que televisaban. También los cruentos conflictos balcánicos de los noventa, con episodios como el ataque de la OTAN a Yugoslavia que provocó tensiones con Rusia: se repitió hasta la saciedad el tópico de que la I Guerra Mundial empezó en el “avispero balcánico”. Se habló también de guerra mundial cuando el 11-S, o en la invasión de Irak de 2003. Y más reciente, la guerra de Ucrania, cuya escalada en la implicación occidental ha convocado varias veces el sintagma “Tercera Guerra Mundial”.
El párrafo anterior es la versión resumida de lo que conté el domingo a mi hija pequeña (13 años). Una amiga de clase le había dicho, con esa mezcla de dramatismo y ligereza tan adolescentes, que había empezado la Tercera Guerra Mundial. Y mi hija, realmente agobiada y al borde del llanto, me preguntó si era verdad. La tuve que tranquilizar, y de paso tranquilizarme yo a mí mismo mientras con el rabillo del ojo veía las últimas noticias del intercambio de misiles entre Israel, Estados Unidos e Irán. Le conté todo eso: que llevo décadas escuchando periódicas advertencias de que esta vez sí, esta es la buena (la mala), que ahora sí que no nos libramos de la Tercera Guerra Mundial.
Mi hija no era la única agobiada. No pocos adultos a mi alrededor pasaron el fin de semana inquietos. Unos amigos que viven cerca de una base norteamericana, de esas que están usando para aproximar sus bombarderos a la región, se despertaron sobresaltados en mitad de la noche con unos truenos enormes que creyeron explosiones. Y en general, cualquiera que estos últimos días haya visto noticias, leído prensa o seguido redes sociales. Aquí van unos cuantos ejemplos literales, copiados solo de la prensa escrita de los últimos dos días:
“Estos son los países más seguros para vivir en caso de una Tercera Guerra Mundial, según la Inteligencia Artificial”. “Tercera Guerra Mundial: los nueve países que tienen armas nucleares”. “Cómo actuar en caso de que estalle la Tercera Guerra Mundial: las primeras horas son clave”. “Esos son los españoles que serían llamados a fila si estalla una guerra mundial”. “¿Tercera guerra mundial a punto de estallar? Crecen los temores en redes sociales”. “Está será la fecha en que podría comenzar la Tercera Guerra Mundial, según la IA”. “Kit de supervivencia de la UE: lo que hay que tener en casa en caso de guerra mundial”. “Esto es lo que pasaría con tus ahorros del banco si estalla una guerra mundial”. “Así sería la III Guerra Mundial según videojuegos como Call of Duty o Battlefield”.
Podría llenar varios párrafos, solo he cogido los más frívolos, los más idiotas, los que tontean con el clickbait para conseguir visitas metiendo susto. Podría añadir artículos serios, análisis de expertos, intervenciones de tertulianos y declaraciones de dirigentes mundiales que también han pronunciado en los últimos días esa fórmula que parece tan terrible como fascinante: “Tercera Guerra Mundial”. Escuchando a algunos, pareciera que la convocan, que no quieren perdérsela, que están deseando que estalle para verla en primera fila. Con palomitas. O que tienen acciones en algún fabricante de armas.
No, la Tercera Guerra Mundial no va a estallar esta semana, como no estalló en los noventa, ni en los dos miles, ni hace dos años en Ucrania. Seguramente el miedo nuclear, la destrucción mutua asegurada que heredamos de la Guerra Fría, hace improbable un conflicto global como los del siglo pasado, con bandos bien definidos y zonas de frente. Lo que no quiere decir que no vivamos en una guerra permanente que va incendiando cada vez más zonas del planeta, dejando también muerte y destrucción en lo que parece una larga época de desorden global, líderes irresponsables, carrera armamentística y ruptura de equilibrios que solo traerán más guerra. Pero esto último no se lo dije a mi hija.