La cafetería Hontanares baja la persiana tras 70 años de historia
«Esta preciosa aventura termina aquí. Gracias por acompañarnos». Con este pequeño letrero en una de las cristaleras de la entrada, la conocida cafetería Hontanares , ubicada en el número 3 de la calle de Sevilla, se despedía de sus clientes de manera definitiva, anunciando su cierre tras más de siete décadas de actividad. La decisión, según explican sus propietarios, ha sido tomada de común acuerdo entre las dos familias que han gestionado el negocio durante todo este tiempo. Han decidido emprender nuevos caminos y proyectos personales por separado: «Nos sentimos profundamente agradecidos a todos los clientes, trabajadores, proveedores y amigos que nos han acompañado en este largo camino. Ha sido un privilegio formar parte de la vida de Madrid y su historia cotidiana». Aunque fundada en 1951, Adolfo García Salmones, director de Hontanares S. L., con 41 años al servicio del local, explica a ABC que la historia de esta mítica cafetería madrileña comenzó a principios de los setenta, cuando su padre y su tío, Germán y Raúl García Salmones, regresaron de México a Madrid e iniciaron su sociedad empresarial «basada en una confianza mutua y fraternidad inquebrantables» tras comprar Hontanares a sus fundadores. «Desde entonces no hemos dejado de vivir historias bonitas», asegura. Con esto recuerda al puñado de periodistas que retransmitieron desde la cafetería el golpe de Estado del 23-F, por ejemplo. Y cómo Joaquín Cortés, Sabina o Concha Velasco se dejaban ver de cuando en cuando por aquel refugio para escritores y artistas , «así como de gente anónima que se convirtió en nuestra querida y estimada clientela habitual». «Nos vamos orgullosos, agradecidos. Nos vamos habiendo cumplido con todo», expresa el tabernero. Para él, la clave del éxito y la permanencia durante tantas décadas no ha sido otra que la de contar con buenos empleados. «Aquí siempre ha habido un clima de amistad, tanto con los clientes como con el personal. Nuestros camareros se sabían los nombres de toda nuestra clientela: cómo les gustaba el café, qué días de la semana venían a comer. Y se preocupaban si alguna vez alguno faltaba a su cita matutina con la cafetería. Hemos tenido empleados maravillosos, así como una clientela fantástica, con una edad media-alta, a partir de los 40 años. Era un ambiente precioso», señala. Cuenta Salmones que ellos nunca han sido buenos con las redes sociales: «Nunca las hemos trabajado». Y que a Hontanares lo que le ha funcionado ha sido el boca a boca: «La gente mayor no escribe en redes sociales». Estos últimos diez días, expresa el gerente, han sido especialmente emotivos. Uno piensa en Hontanares de la calle de Sevilla, zona de teatreros, como parte del paisaje social y cultural de Madrid: «Había clientes con lágrimas diciéndome: '¿Y ahora adónde voy yo?'». Aun así, asegura que «nos hemos ido en un momento bueno, donde las cosas marchaban más que bien. Nos sentimos unos afortunados. Se trata de una historia muy bonita que después de mucho pensarlo ha tocado a su fin». Aunque la cafetería echa el cierre, el local seguirá vinculado al mundo de la hostelería. Tras un proceso de selección «cuidadoso y meditado», las familias propietarias han elegido a una empresa española con sólida trayectoria y reconocido prestigio para continuar la actividad en el mismo espacio. El nuevo proyecto, cuyo nombre aún no se ha hecho público, promete mantener viva la esencia de un lugar que forma parte de la memoria sentimental de la capital.