Así renace un pueblo del Baix Empordà gracias a una tienda que impulsa a productores locales
Una apuesta por lo local y lo auténtico
Fonteta no aparece en ninguna guía turística habitual. No hay playas ni es epicentro vacacional. Sin embargo, en 2019 la emprendedora local abrió Abricoc con una idea clara: dar protagonismo a los productos artesanos del entorno.
La fundadora —nacida y criada en la zona— creció entre melones, sandías y mercados. Tras años trabajando fuera, decidió volver. Lo que comenzó como una mesa humilde con productos de proximidad pronto despertó el interés de vecinos y visitantes. Las catas y charlas se llenaban desde el primer día.
Más que venta: contar historias
Abricoc no es una tienda convencional. Cada producto —desde quesos hasta aceites, vinos o conservas— tiene nombre, apellido y procedencia.
- Queso de cabra fresco
- AOVE de pequeños olivares
- Anchoas de La Escala, conservas artesanas, cervezas locales, miel de colmenares pequeños.
- Vinos de bodegas que elaboran pocas decenas de miles de botellas: blancos minerales, tintos jóvenes, vinos de mínima intervención.
Pero la propuesta de Abricoc va mucho más allá de la venta. Aquí, los productos cuentan quién los elaboró, cómo y por qué. Esa transparencia cambia la mirada del comprador. “Vender quién lo ha hecho” se convierte en su bandera.
Un espacio para aprender y compartir
Abricoc funciona también como taller, escuela y punto de encuentro. Su fundadora, aunque reconoce no saber cocinar bien, ha estudiado quesos artesanos. Organiza mesas de degustación, talleres formativos, encuentros con productores y sesiones de compra consciente.
La pandemia como punto de inflexión
Cuando la pandemia paralizó restaurantes, ferias y canales de venta, muchos productores quedaron sin salida. Abricoc reaccionó rápido: en apenas quince días montaron una tienda online. De la noche a la mañana, la “mesa de queso” se transformó en una red de apoyo para toda la comarca.
Ese giro dio sentido definitivo al proyecto. No era un plan pasajero, sino un compromiso real con el territorio. Abricoc dejó de ser una tienda pequeña para convertirse en motor de sostenibilidad rural.
Un modelo de comercio rural sostenible
Hoy, seis años después de su apertura, Abricoc sigue siendo modesta en tamaño pero gigante en impacto. Ya no solo atiende al vecindario: atrae visitantes, colabora con empresas, diseña cestas corporativas con productos locales y mantiene talleres temáticos.
El reto no es menor. Fonteta no es un destino turístico, por lo que cada cliente tiene que conocer primero la historia detrás del producto. Pero según su fundadora, eso es precisamente lo que da valor.
En tiempos de consumo acelerado, Abricoc apuesta por lo de siempre: comprar cerca, conocer al productor, entender la vida rural y poner en valor lo pequeño.