Real Zaragoza 3 – 2 CD Leganés | Crónica
El fuego apaga el vacío
Ayer el Real Zaragoza escribió uno de los relatos futbolísticos más brillantes de los últimos meses. Lo hizo utilizando renglones rectilíneos, palabras ajustadas y expresiones adecuadas. Empleó finos papiros elaborados en el Egipto de Keops y pulcra tinta utilizada en el neolítico chino para presentarnos una obra maestra de la esperanza.
Esto es fútbol, es verdad, pero la fortaleza, pasión y convicción con la que jugó el equipo aragonés conmovió al más descreído de los zaragocistas. Sus jugadores transmitieron un mensaje de certezas contrastadas, con un relato sólido, con argumentos consistentes y respuestas a cada situación que genere el partido. La capacidad de lectura de los partidos que está demostrando Sellés es extraordinaria y cuando en rueda de prensa es capaz de explicar cada una de sus decisiones nos invita a entrar en un universo en el que no cabe el lugar común, la excusa endeble o el desprecio por la opinión diferente.
El equipo zaragozano es una idea hecha fútbol. Una forma de entender la propia realidad y trasladarla al mundo para que quien la acepte asuma que está ante un colectivo que cree en sí mismo pero, y sobre todo, cree en su entrenador. Con este planteamiento, con la traducción del estilo Sellés al terreno de juego, estamos empezando a tener la sensación de que es posible recuperar el aliento, el latido, la mirada.
El Real Zaragoza recibió al Leganés en un Ibercaja Estadio que ya se acerca al calor y el fuego que ha desprendido siempre la vieja Romareda. En un mediodía vermutero, con el cielo gris amenazante, Sellés plantó en el césped al mismo equipo que hace una semana le rompió los esquemas al Eibar en Ipurúa. Solo introdujo la lógica novedad de Rado por Gomes y mantuvo la misma disposición táctica, con Guti y Keidi cada vez más pareja estable y Francho recorriendo miles de kilómetros para lograr que el equipo se estire y se encoja según el mar sea bravo o calmado. Esa médula espinal consigue estructurar al equipo de forma que el gobierno del partido fuese de color blanquillo.
El Leganés no salía de su asombro. La grada, tampoco. En quince minutos Juan Soriano tuvo que emplearse a fondo hasta en tres ocasiones para evitar que el dinámico ataque zaragocista perforase su portería. La capacidad para combinar, hilar la vida y desmigar los ataques fue suficiente para que al Leganés le temblasen las piernas. Los jugadores zaragocistas se encontraban a sí mismos y disfrutaban con su juego. Apoyos, despliegues, intercambios posicionales. Y verticalidad. Un festival de juego de ese con el que se identifica el hincha zaragocista. A todas luces, una bofetada al discurso del “0-0 y si suena la flauta, caerá un gol” con que se presentó Indias en verano. Lástima del gol anulado a Kodro por fuera de juego de Valery. Habría sido la confirmación del ibreto de Sellés.
Sin embargo, este Zaragoza es otro aunque al mismo tiempo es el de siempre. Cuando el perfume del gol ya había impregnado la piel del zaragocismo, llegó una jugada torpemente defendida por los locales y Duk, que pasaba por allí, recogió casi sin querer el balón centrado tras dos despejes penosos y logró el 0-1. En otros momentos, habría sido un drama pero ayer el equipo se sacudió el crochet a la mandíbula y continuó con el mandato. Porfiar, no reblar, seguir y seguir y seguir. En esas estaba cuando apenas unos minutos después Marvel le daba un puñetazo a Francho, lo que suponía su expulsión, VAR mediante. Y ayer, sí. Ayer el Zaragoza sí supo cómo afrontar esa circunstancia. Y lo hizo de maravilla. Moviendo al equipo contrario, gobernando los espacios, dinamitando los esfuerzos del contrario. El Leganés sufría.
Una jugada cosida a los pases de los Chicos de la banda…derecha acabó con un heterodoxo centro de Francho que cazó Kodro al vuelo con la cabeza. El balón listo y pispotero acabó en la red de Soriano. ¡Qué alegría! ¡Con qué entusiasmo lo celebró la afición! No era para menos. Como diría un clásico: la grada se vino abajo.
La segunda parte se presentó prometedora. El Lega salió con intención de plantar batalla. Enfrente, el Zaragoza aparentó calma y paciencia. Buenas palancas para deshacer el ovillo del empate. Soberón pudo hacerlo en seguida, pero su remate, tras una buena jugada de ataque, se topó con la agilidad de Soriano. También lo intentó Rado en jugada de estrategia. No lo logró tampoco, pero el ambiente hacía revolotear bolisas blancas y azules. Kodro volvió a intentarlo de cabeza y el cuero, en expresión castiza, lamió el larguero. Buenas vibraciones.
Sellés movió el banco. Puso en el tapete a Moya y Moyano, una pareja con nombre de dúo musical. Y no hizo falta mucho para disfrutar de uno de los goles de la jornada. En la televisión autonómica los comentaristas hablaban de cómo ese tipo de faltas son un caramelo en primera división pero no en segunda. Muy bien. Toni Moya debió oirlos, porque ejecutó el tiro libre con una maestría y potencia dignas, en efecto, del mejor Savio. Un golazo, este sí, adjudicado al centrocampista extremeño/balear.
El Zaragoza había volteado el partido y lo había puesto mirando al mar. El viento era favorable y el equipo bebía de la inagotable fuente de rasmia y fortaleza que es Francho Serrano. Y a su lado, un incombustible Aguirregabiria que protagonizaría una de las jugadas de la mañana tarde. El vasco agafó el balón en la línea medular y porfió con él llevándose por delante a dos contrarios. Con el rabillo del ojo vio cómoo Francho se desmarcaba y hacia él fue el cuero. El capitán se lo quedó y fusiló a Soriano. Era el 3-1. Era el Ibercaja estallando.
Buenas noticias y mejores augurios. El partido estaba casi cerrado. Pero solo casi. El Leganés se echó al monte y apretó los dientes. En ese asedio un tanto dislocado llegó un penalty favorable a los madrileños. Quedaban pocos minutos para el final, pero el 3-2 alimentó los temores. Un gol más del Lega habría estropeado la fiesta y, mucho peor, habría alejado al Zaragoza de una frontera que, por fin, se veía próxima. La fortuna no se rió del zaragocismo y el partido se cerró con una victoria que significa mucho. Una victoria de un equipo, el Zaragoza, que quiere olvidar el pasado próximo y acercarse a un futuro que su afición se merece.
FICHA TÉCNICA
Real Zaragoza:
Andrada; Aguirregabiria, Insua, Rado, Pomares; Raúl Guti (Tasende, 79′), Keidi Bare (Toni Moya, 63′), Francho; Valery (Terrer, 79′), M. Soberón (Sebas Moyano, 63′), Kodro (S. Bakis, 84′).
CD Leganés:
Juan Soriano; Figueredo, Miquel, Marvel, Naim; Melero (Guirao, 70′), Diawara (Campos, 78′), Cruz (Diego, 70′), López (Pauwels, 79′); Millán (Saïd, 46′), Duk.
Goles:
Duk (M. 21, 0-1). Kodro (M. 35, 1-1). Toni Moya (M. 66, 2-1). Francho (M. 76, 3-1). Diego (M. 90, 3-2).
Árbitro:
Sr. José Antonio Sánchez. Amonestó a Raúl Guti y Keidi Bare por parte local y a Diawara, Melero, Miquel, Guirao. Marvel y Duk fueron expulsados por roja directa por parte visitante.
CALIFICACIONES
Andrada: 2. Correcto, aunque en el primer gol estuvo estático.
Aguirregabiria: 4. Dinámico y valiente.
Insua: 3. Bien colocado.
Radovanovic: 3. Entusiasta y combativo.
Pomarón: 3. Adecuado a su tarea.
Keiri: 4. Es otro. Físico y amplio.
Guti: 4. Cada día más parecido a sí mismo. Muy presente.
Francho: 5. Inconmensurable.
Valery: 3. Muy próximo a su mejor versión.
Soberón: 4. No se cansó de revolver a los contrarios. Peligroso.
Kodro: 4. Fijó a la defensa y goleó.
Moya: 4. Ordenó, gobernó y goleó.
Moyano: 3. Bien dispuesto, tuvo presencia.
Tasende: 2. Correcto y cumplidor.
Lucas Terrer: 2. Trabajador.
Bakis: S. C.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello
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