Machado, la libertad raptada
Que la premio Nobel de la Paz 2025, María Corina Machado, no haya podido recoger el galardón con normalidad en la ceremonia que ha tenido lugar en Oslo y haya tenido que ser su hija la que esté presente da medida de cómo las libertades están raptadas en Venezuela por la infame dictadura de Nicolás Maduro y todos sus cómplices internacionales. Que la Nobel de la Paz esté obligada a vivir en el exilio interior de su país, perseguida, asediada y puestos en peligro su libertad y hasta su propia vida supone un certero y doloroso retrato de la situación que se está viviendo en el país en el que faltan los más mínimos estándares democráticos y donde se resiste a caer un sistema fallido y acabado como el chavismo que puede estar viviendo sus últimos momentos. De la criminalización sistemática de la oposición y del uso autoritario de la fuerza del régimen de Caracas puede hablar en primera persona Machado convertida a los ojos del mundo en justa heroína en la batalla por los derechos de sus compatriotas. Cabe recordar que hace más de un año que la política opositora al fraudulento Gobierno de Maduro vive en paradero desconocido, escondida y secuestrada en su propio país, un territorio en el que no se respetan los derechos de los que osan disentir mínimamente de la oficialidad. Machado, que capitaneó la defensa de las libertades junto al candidato a las elecciones Edmundo González, logró demostrar con enormes dosis de audacia que el oficialismo había manipulado los resultados electorales. En un recuento paralelo consiguió mostrar al mundo el 80 por ciento de las actas en las que se retrataba una derrota clara que el chavismo no fue capaz de aceptar. Las protestas ciudadanas que reclamaron justicia con valentía en las calles de todo el país fueron reprimidas con crueldad en una operación de violencia sistemática contra la ciudadanía que dejó más de mil detenidos y que sumó cientos a los miles de torturados, violentados y exiliados de los que Machado se ha convertido en imagen y defensora a riesgo de perder su propia vida. El Nobel que se le concede supone una ratificación en el honorable puesto de luchadora por las libertades en el mundo en cabeza de un movimiento de millones de personas que, si bien han sufrido con dolor el látigo de la dictadura, no desesperan en su misión de devolver la democracia a su país. Una de las victorias de Machado y los suyos ha consistido en bascular los equilibrios de la región y promover una postura de Washington en contra del régimen de Maduro, una operación contra las organizaciones narcoterroristas que actualmente lo asfixia diplomática y militarmente, y que podría hacerlo caer definitivamente. El nuevo panorama internacional no puede entenderse sin Machado y su incansable labor. Cuesta comprender sin embargo cómo el Gobierno ilegítimo de Caracas sigue contando con cómplices necesarios, mucho de ellos encarnados en la izquierda europea. Con la concesión del Nobel hemos visto cómo muchos líderes de la ultraizquierda española la tachaban de golpista en una miserable inversión de la culpa y una confusión interesada entre víctima y victimario. También hemos comprobado cómo algunas personalidades de la nueva izquierda que gobierna en España son condescendientes cuando no apoyan directamente a los herederos de Chaves. No podemos olvidar cómo uno de los principales valedores de la castrante dictadura chavista es Rodríguez Zapatero que negoció la salida del país y neutralización política de Edmundo González y ejerce de sostén diplomático, cuando no blanqueador del gobierno venezolano, en una maniobra que hoy, más que nunca, avergüenza a nuestro país.