World News

Canadá se pondrá más exigente con inmigrantes

En medio de una política de imposición de aranceles del presidente Donald Trump, a Canadá y al mundo, el gobierno encabezado por el primer ministro Mark Carney trata de poner orden a su estrategia de inmigración con el endurecimiento de los controles y los filtros para permitir ingreso de nuevos inmigrantes lo que podría provocar, incluso, deportaciones masivas.

Esto afectaría a unas 2 millones de personas que actualmente se encuentran en el país pero que su estatus migratorio no está claro o podrían quedar sin estatus en los siguientes años.

Al mismo tiempo, los canadienses comenzaron a rechazar la inmigración a su país, la tensión se materializó en las calles de Toronto, en la provincia de Ontario, donde una protesta de rechazo en septiembre promovía las deportaciones masivas y el nacionalismo bajo el nombre de Canada First.

Una encuesta de Nanos Research para el periódico canadiense The Globe and Mail, dio cuenta de esta grieta en la percepción de la inmigración. Según el sondeo, casi tres cuartas partes de los canadienses apoyan la reducción del número de nuevos inmigrantes.

El gobierno canandiense impulsa una nueva ley que no solo ajustaría su política de fronteras sino que configuraría una de sus principales fuentes de crecimiento económico. El mensaje de fondo es claro: menos volumen, más control y un énfasis renovado en el aporte productivo de cada recién llegado.

La ley Bill C-12 – Strengthening Canada’s Immigration System and Borders Act presentada en octubre, en la práctica es una versión más afinada de las reformas anteriores, con foco explícito en inmigración y en seguridad.

El eje de la reforma es un cambio de lógica, al estabilizar las cifras de residentes permanentes y reducir de forma significativa la inmigración temporal, estudiantes internacionales y trabajadores extranjeros, al tiempo que se incrementa el peso de la categoría económica dentro del total de admisiones.

Sin embargo, también tiene riesgos de que el “mercado negro laboral”, que ya existe en Canadá, de miles de inmigrantes que no tienen un estatus y que trabajan en actividades principalmente de construcción sin permiso y recibiendo salarios más bajos y sin prestaciones.

En términos prácticos, Canadá plantea tres movimientos dramáticos:

  1. Expulsar a inmigrantes que no puedan mantener un estatus migratorio legal dentro de Canadá
  2. Recortar los flujos temporales, especialmente en programas de colegios, posgrados cortos y permisos de trabajo de baja y media calificación.
  3. Reorientar la selección hacia perfiles con alta productividad potencial: dominio de idiomas oficiales, experiencia en sectores prioritarios (salud, oficios especializados, tecnología, energía) y mayor capacidad de integración rápida al mercado laboral.

En paralelo, se anuncian mejoras en el proceso para reconocer credenciales extranjeras y vías más claras para que quienes ya están en Canadá como estudiantes o trabajadores puedan acceder a la residencia permanente sin depender de cadenas interminables de permisos.

Lectura económica: alivio hoy, incógnitas mañana

Desde la óptica de la macroeconomía canadiense, el paquete tiene lógica política y financiera. La presión sobre la vivienda, la salud y la infraestructura urbana ha crecido a la par de la población temporal; moderar esos flujos promete aliviar la demanda en el corto plazo y contener el malestar social.

Para el mercado laboral, el efecto es ambiguo. Por un lado, la reducción de oferta de trabajadores extranjeros podría dar oxígeno a los salarios en sectores como construcción, servicios y cuidado de personas mayores.

Por otro lado, el riesgo es trasladar el problema a las empresas: menor disponibilidad de mano de obra, más dificultades de expansión y una posible pérdida de competitividad frente a otros destinos que, al mismo tiempo, compiten por el mismo talento calificado.

¿Qué significa esto para los migrantes latinos?

Para América Latina y específicamente para los mexicanos, la región juega hoy tres grandes cartas en Canadá: estudiantes, trabajadores temporales y profesionales calificados.

Los recortes a los permisos de estudio y la mayor exigencia financiera encarecen la “ruta educativa” hacia la residencia permanente. Colegios privados de baja reputación —que han tenido alta captación de jóvenes latinos— serían los primeros perdedores.

Sobrevivirán las instituciones con programas sólidos, tasas de colocación altas y vínculos claros con necesidades reales del mercado canadiense.

Para los trabajadores temporales sectores como agricultura, hotelería, logística y cuidado —que hoy reclutan intensamente en México, Centroamérica y Sudamérica— enfrentarían menos cupos y más escrutinio.

El trabajador latino con experiencia, buen historial y empleadores serios podría beneficiarse; el que dependa de intermediarios opacos o arreglos informales quedará más expuesto a la exclusión.

Para los profesionales y técnicos calificados se abre una ventana de oportunidad. Si el peso de la inmigración económica aumenta, los ingenieros, profesionistas de tecnologías de información, especialistas en salud, soldadores, electricistas y otros oficios demandados en Canadá tendrían mejores probabilidades de ser seleccionados directamente desde sus países, sin necesidad de pasar primero por un permiso de estudio caro o un trabajo temporal precario.

Pros y contras para la región

Del lado positivo, para los migrantes mexicanos bien preparados el sistema podría volverse más transparente: reglas más claras, tiempos más definidos y menos dependencia de atajos costosos. A nivel familiar, transitar antes a la residencia permanente implica mayor estabilidad migratoria, posibilidad de integrar a dependientes y, eventualmente, acceso a ciudadanía.

Del lado negativo, el nuevo esquema eleva la barrera de entrada: más idioma, más capital inicial, más planeación financiera. Los jóvenes de clase media baja que veían en un colegio canadiense el camino más accesible podrían quedar fuera.

Además, una reducción abrupta de estudiantes internacionales golpearía a instituciones educativas y economías locales que se alimentan de su gasto en renta, consumo y transporte; muchas de esas comunidades incluyen ya una presencia latinoamericana relevante.

A pesar de todo, Canadá no deja de ser un destino atractivo, pero se está moviendo hacia un modelo de inmigración más selectiva y más cara de alcanzar. Segundo, esto abre espacios para nuevos servicios: consultoría migratoria profesional, alianzas educativas de calidad, programas de capacitación en idiomas y certificaciones técnicas alineadas con la demanda canadiense.

En otras palabras, el sueño canadiense para los latinos no desaparece, pero se profesionaliza. Quien quiera jugar en esa liga tendrá que hacerlo con mejores credenciales, mejor información y una estrategia de largo plazo, más cercana a una decisión de inversión que a una apuesta improvisada de movilidad.

*Consultor reglamentado por el gobierno de Canadá

Читайте на сайте