Capitalismo para todos (los ricos)
El Decreto Supremo 5503 es nefasto no solo porque traslada el peso del ajuste económico hacia los sectores que menos tienen, sino porque, además, está diseñado para favorecer de manera explícita a los grandes grupos empresariales.
La prescripción de intereses y sanciones tributarias (art. 66), junto con el blanqueo de capitales (art. 18), persigue un objetivo claro: condonar obligaciones fiscales a grandes deudores y regularizar actividades ilícitas que en el pasado defraudaron al fisco. Estas disposiciones absuelven a los infractores de sanciones y de cualquier obligación pendiente. A ello se suman deducciones del IVA a cuenta de obligaciones laborales (art. 30), que benefician a grandes empleadores; la reducción del pago del IUE por el descuento de previsiones por créditos incobrables (art. 29), favorable al sistema bancario; y un régimen de depreciaciones aceleradas (art. 28), ampliamente utilizado para disminuir la carga impositiva. Como si fuera poco, el decreto contempla el diferimiento temporal de aranceles al 0% (art. 37).
El Decreto 5503 constituye, en los hechos, una gastadera tributaria que no evalúa el impacto fiscal de las renuncias impositivas que promueve. El objetivo es siempre el mismo: incrementar las ganancias privadas a costa de los ingresos del Estado.
En paralelo, el decreto abre de par en par las puertas a la inversión extranjera mediante contratos de adjudicación directa (art. 11), permitiendo ceder —en tiempo récord— recursos naturales estratégicos como litio, gas y minerales, al margen del control parlamentario. Este régimen otorga protección jurídica y tributaria a empresas extranjeras por hasta 15 años (art. 9), habilitándolas además a recurrir a arbitrajes internacionales contra el Estado boliviano (art. 17). Los proyectos deberán ser aprobados en un plazo máximo de 30 días (art. 12); de no hacerlo, se considerarán aprobados. Así es como se pretende ceder el control de los recursos naturales a empresas nacionales y extranjeras sin necesidad de privatizar formalmente las empresas públicas.
La libre exportación forma parte del acuerdo sellado con las élites del oriente, permitiendo exportar carne vacuna, soya y otras oleaginosas sin restricciones (art. 50), sin garantizar el abastecimiento interno ni el ingreso efectivo de divisas. La creación de un régimen cambiario flexible apunta a ceder a exportadores y bancos el control de la divisa mediante un esquema de devaluaciones sistemáticas, aunque disimuladas. Estas medidas buscan aumentar ingresos para exportadores.
La supresión abrupta de la subvención a los combustibles puede verse como parte de un preacuerdo en el que el gobierno de Rodrigo Paz se compromete a ajustar el déficit fiscal a cambio de créditos externos. El ajuste fiscal podría consolidarse con el cierre de la mayoría de las empresas públicas. Los anuncios de una supuesta llegada masiva de dólares en 2026 no hacen sino reforzar estas sospechas. La deuda resulta clave para sellar el programa de ajustes con el aval del FMI e inaugurar una nueva etapa de dependencia financiera, que obligue a los futuros gobiernos a continuar el mismo paquete de reformas. La entrada de dólares no busca estabilizar el tipo de cambio, sino devolver depósitos en ME y allanar el camino hacia la dolarización del sistema financiero.
En los últimos 25 años hemos transitado de la llamada técnica bonsái al capitalismo para ricos. La técnica bonsái fue una estrategia de privatización aplicada por los gobiernos neoliberales para asfixiar financieramente a las empresas estatales para luego venderlas a precios irrisorios. Un cuarto de siglo después, el método se repite, aunque bajo otro nombre.
El capitalismo para ricos no es un nuevo modelo económico, sino una estrategia renovada de saqueo del Estado mediante la reducción de la carga tributaria a los grandes capitales, el ajuste del gasto fiscal vía congelamiento salarial, austeridad extrema y cierre de empresas públicas. Promueve la llegada de dólares a cambio de ceder la titularidad de los recursos naturales en contratos de dudoso beneficio para el país, y apuesta por un endeudamiento desproporcionado que compromete la gestión económica de los gobiernos futuros.
El capitalismo para ricos pretende convertir al Estado en la nueva caja chica del sector privado, trasladando el costo del ajuste a la población en lugar de distribuirlo de manera proporcional entre quienes más tienen. Denunciar esta transferencia de riqueza de pobres a ricos no es un acto deshonesto; lo intelectualmente indecente es el evidente sesgo pro-rico con el que se pretende gobernar Bolivia y el silencio cómplice de quienes lo avalan.
Omar Rilver Velasco
es habitante del Kollasuyo, yatiri económico y promotor del Vivir Bien.
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