No desaprovecha ni una oportunidad el pueblo francés para maravillar al mundo con su capital. Serían unos necios si no lo hicieran, pues París tiene una belleza sin parangón, sus calles y su arquitectura conducen a uno sin remedio hacia el Síndrome de Stendhal. No lo puso fácil el sol abrasador, con termómetros que superaron durante casi toda la jornada los 30 grados, pero el resultado, como en los Juegos Olímpicos, fue de matrícula de honor. Al fin, los Paralímpicos desplegaron sus alas. Se dejaron... Читать дальше...